50

2K 159 16
                                    

En otra parte de Hawkins, las hermanas Buckley y la Wheeler mayor, caminaban apuradas hacia el hospital psiquiátrico del pueblo. El oscuro, viejo y aterrador hospital psiquiátrico. 

—¿Creen que funcione?—cuestionó Rachel, dudosa del plan.

—Espero que sí, porque esta ropa me esta dando comezón.—se quejó Robin, tratando de rascarse los hombros por encima de la blusa.—¿Porqué tienes estas cosas?, son horribles.

Rachel miró la ropa que traía puesta, miró la que su hermana tenía puesta y después la de Nancy. Y le dio vergüenza que Robin lo hubiera dicho en ese momento, frente a Nancy.

—Porque así me vestía. Son míos.—contestó Nancy, con un tono de voz bastante seco. A Rachel le dio risa ver el gesto que hizo su hermana, al darse cuenta que no debió de haberlo dicho en voz alta.

—Oh no, están bonitos—quiso arreglarlo—Es solo que no estoy acostumbrada a esta tela, me parece incómoda, a mí. No digo que pique o que sea incómoda, solo para mí, pero yo tengo piel sensible, si no me crees, pregúntale a Rachel, ¿cierto?—giró a mirar a su hermana, quién se aguantó la risa y simplemente sonrió levemente a la vez que asentía—¿Ves?. A ella no le pica, solo a mí. Y es mi culpa, probablemente...

—Cállate, Robin—murmuró Rachel, llegando a la puerta principal del hospital. Tratando de salvarla, antes de que dijera algo mucho más incómodo.

Robin de inmediato cerró la boca, apretándola levemente. Era un acuerdo que ellas tenían desde toda la vida. Robin tenía déficit de atención, y era hiperactiva, así que ambas habían hecho acuerdos, sabían que hacer cuando ella estaba llorando, cuando estaba ida, cuando no podía dejar de hablar y empezaba a ser muy incómodo lo que decía, sólo tenía que decirle que se callara, tenía que ser fuerte y clara.

—Entonces, soy Ruth, Robin es Rose y Rachel es Grace, ¿okay?—dijo Nancy, solo para confirmar lo que ya habían acordado. Las hermanas Buckley asintieron.

Entraron por las dos grandes puertas principales, las tres al mismo tiempo, observando el lugar y controlando sus nervios. Rachel inhaló y exhaló por la boca, tratando de calmarse. Esto era importante, sí la teoría de Nancy era verdad, podrían proteger a Max, que era todo lo que la mayor de las Buckley y el de cabello dorado querían. 

—Ya sé que me están mirando—dijo la pelirroja de repente, haciendo que los otros cuatro chicos voltearan a ver las paredes, el techo, sus tenis, o se pusieran a leer, por milésima vez, el periódico que hablaba sobre Víctor Creel.

—No, no estábamos mirándote—dijo Billy, y los otros tres lo apoyaron, sin mirarla.

La pelirroja camino hasta ellos, esperando obtener su atención. Y suspiró frustrada al ver que ninguno la volteaba a ver, ni siquiera Billy. 

—Sí lo estaban haciendo, y sí creen que por mirarme todo el tiempo, Vecna no va a sacarme los ojos, creo que están muy equivocados.—suspiró, resignada—Ya pueden mirarme

—Max, no digas ese tipo de cosas. No es divertido—contestó su hermano mayor, molesto. Como si hubiera escuchado la peor broma del mundo. Los otros tres dejaron de hacerse tontos con lo que estaban haciendo y miraron a los hermanos, sin querer decir nada. 

—Ten—le extendió un sobre café. El de cabello dorado tragó con dificultad y con movimientos lentos, el corazón acelerado y la mano ligeramente temblorosa, lo tomó. Sabía que era, sabía la intención de Max. La conocía demasiado como para no saber que era lo que ahora tenia en las manos. Pero no quería decirlo en voz alta, quería que fuera una pesadilla. Max miró a Dustin y le extendió otro sobre,—Para ti,—ahora le extendió uno a Steve—Y para ti,—y finalmente, miró a Lucas, le extendió otro sobre, y en un murmuró, dijo:—Esta es tuya. 

Billy seguía mirando el sobre en sus manos. Steve lo miró con rapidez, sabiendo que estaba pasando un terrible momento. Billy miró a otro lado y después a Max. 

—No quiero esto, ten—se la extendió de vuelta. Max ladeó la cabeza y apretó los labios, negando levemente. Sabía que iba a quebrarse sí Billy se quebraba frente a ellos, y eso parecía ser muy probable en ese momento.—Max, tómala. No las vas a necesitar, maldita sea...—

—¿Qué es esto?—preguntaron Steve y Lucas, interrumpiéndolos

Dustin y Steve hicieron una mueca y se dispusieron a abrir el sobre. 

—¡No!—el gritó de la pelirroja, los detuvo—No lo abran ahora

—¿Entonces cuándo?—preguntó Lucas, confundido. 

—Es para cuando ella ya no este, Sinclair.—dijo Billy, molesto. El rubio miró a su hermana menor, con los ojos llenos de impotencia, no sabía como reaccionar, y el coraje de no saber que hacer para ayudarla, se sentía inútil, y le daba impotencia pensar en lo que podía pasarle a Max y el no poder ayudarla. No quería que fuera real, quería que todo fuera una mentira. 

—¿Qué?—dijo Lucas en un murmuro, sin ser capaz de aceptar lo que había salido de los labios de Billy.

Max agachó la cabeza, triste. Quería llorar al ver a su hermano así. Sabía que Billy no iba a tomarse bien nada de lo que estaba pasando y en cierto modo lo entendía. Ella también estaba molesta. 

—Es en caso de que las cosas no salgan bien—contestó Max, sin querer mirar a ninguno a la cara. Sabía que todos tenían una cara triste y no quería sentirse mal por ponerlos tristes, especialmente a Lucas y a Billy—Estas son para Will, Mike y El, si los vuelven a ver algún día. 

—No, Max, todo va a salir bien, no las necesitamos, porque no va a pasar nada...—comenzó Lucas, tratando de no quebrarse. 

—No me digas que todo va a estar bien. Nunca ha estado bien, no para mí, Lucas. Toda mi vida he escuchado que todo estará bien y nunca es cierto.—miró a Billy y éste agacho la cabeza—Nunca nada me ha salido bien. Claro que tenía que ser yo a la que ese bastardo maldijera. 

Todos se quedaron callados unos segundos, Billy no podía hablar. En el momento en el que abriera la boca, iba a romperse. Se sentía culpable por que Max estuviera en esta situación. Sabía que si hubiera sido un buen hermano, quizá no estaría pasando esto. 

—Max... lo siento, por todo—murmuró Billy, abriéndose ante todos. No era momento de preocuparse por nadie más que en su hermana. 

—Esta es para Rachel.—lo interrumpió, sin querer escucharlo decir una palabra más. No quería despedirse desde ahora. Billy miró el sobre que su hermana le extendía—Quiero que se la des tú. 

Rachel Buckley.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora