Capítulo 2

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Al día siguiente, Kara ya se encontraba temprano en el taller, revisando la información actualizada de los autos del día anterior y que el trabajo se hubiera completado. Dentro de una hora debía ir a L-Corp para hablar con Lillian acerca de todo lo que estaba planeando. Solo esperaba por Maggie, para dejarle saber el trabajo de hoy. Al menos el día estaría menos ajetreado, ya que, para hoy solo eran la mitad de los autos que se revisaron ayer.

—Buenos días jefa, ¿otra vez nos dejas?

—Sí, tengo qué.

—¿Es por tu papá?

—Sí, es por él.

—¿Él se encuentra bien?

—Sí, solo debo encargarme de unos asuntos. Bien, ya sabes. Aquí está todo— Kara señaló una carpeta negra sobre el escritorio. —No tienen que terminarlos todos hoy, pueden irse temprano, mañana podemos continuar con los que falten.

—Tranquila, nos encargaremos de todo. Tú ve y haz lo tuyo, no te preocupes.

—Gracias, cualquier cosa no dudes en llamarme.

—Vale— Kara se despidió de todos antes de irse.

Winn se encargaría de llevarla a L-Corp. El viaje solo había durado 20 minutos, y ya la rubia se encontraba pasando por las puertas de cristal de la compañía. En cuanto entró, una de las recepcionistas la esperaba.

—Señorita Danvers, por aquí por favor.

Hacía mucho tiempo desde la última vez que entró a L-Corp. 12 años para ser exactos y ni siquiera recuerda la razón por la que estuvo allí esa vez. La llevaron hasta una oficina en el último piso del edificio. Cuando entró estaba vacía, así que comprobó la hora en su celular. Era temprano aún, así que prefirió sentarse a esperar. El tiempo fue corriendo hasta pasarse de la hora acordada. Lo que más Kara odiaba era la impuntualidad, y ya comenzaba a ponerse ansiosa. Se levantó de su asiento y comenzó a dar vueltas por la oficina. Por más que quisiera irse, no podía. Ella estaba ahí por su padre y si debía esperar todo el tiempo del mundo lo haría.

Las puertas de la oficina se abrieron en par, dejando ver a una mujer esbelta de cabello negro, era obvio que no era Lillian. Detrás de ella la acompañaba su secretaria que no dejaba de hablar acerca de lo que tenía que hacer en el día y demás. La mujer solo la escuchaba mientras observaba algo en la tableta, que dejó descansando sobre el escritorio.

Era joven y ante los ojos de la rubia era una mujer atractiva. Mostró un aura de poder desde que entró y se sentó detrás del gran escritorio, tenía carácter. A pesar de que Kara no le quitó la mirada de encima, sí le molestó, un poco, solo porque no había notado su presencia. Pero ella no perdió el tiempo y carraspeó creando ruido en la oficina. Ambas mujeres detrás del escritorio alzaron la mirada hacia Kara. Sus ojos eran intensos y Kara creyó ver en ellos, solo por un momento algo de enojo, pero su rostro se relajó. La mujer distraída en su tableta miró a la rubia de pies a cabeza detenidamente. Ahora tenía sus ojos sobre ella escaneando y analizándola, lo cual a Kara la puso nerviosa.

La rubia estaba ahí por su padre, pero luego de observar a esa mujer por un momento se olvidó del verdadero propósito de su visita en la compañía. La dama delante de ella poseía las cualidades que a Kara le atraía de una mujer. Ella entreabrió su boca para decir algo, pero la secretaria se adelantó.

—Me retiro, con su permiso— cuando ambas puertas se cerraron, el silencio inundó la oficina de inmediato sin ningún tipo de permiso. Y Kara comenzó a sentirse incómoda por como la otra mujer la miraba.

—Kara Danvers— nombró a la rubia volviendo la vista a su tableta.

—Hija única, 27 años, hija de Jeremiah Danvers. Trabajas en un taller de mecánica, tienes una enorme afición por los autos. Estudiaste en...

𝑪𝒂𝒔𝒂𝒅𝒂 𝒐 𝒆𝒏 𝒃𝒂𝒏𝒄𝒂𝒓𝒓𝒐𝒕𝒂 | 𝑆𝑢𝑝𝑒𝑟𝑐𝑜𝑟𝑝 𝐴𝑈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora