Capítulo 6

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—Buenas noches, soy Michael y estaré tomando su orden. ¿Qué desean esta noche?

—Una botella del mejor vino que tengan, por favor.

—De acuerdo. ¿Qué cenarán esta noche?

—Aún no decidimos, que solo sea el vino por ahora.

—Oh, de acuerdo, vuelvo enseguida— el mesero las dejó solas.

Lena suspiró. —Se supone que debamos conocernos más. ¿Todo bien con tu padre?

—Sí, el doctor dijo que todo iba bien.

—Disculpen— el mesero había vuelto esta vez con la botella, dejándola sobre la mesa. —Avísenme en cuánto estén listas para ordenar.

—Gracias— contestaron ambas al unísono.

—Bueno supongo que ya sabes casi todo de mí. ¿Investigar a las personas no es el trabajo de la policía y los detectives?

—Tengo mis contactos, Danvers.

—Sí, no lo dudo y no estamos a la par. Yo no sé nada de ti.

—¿Acaso no buscaste mi nombre en el navegador como lo haría cualquier otra persona?

—Pues el problema es que yo no soy cualquier persona y no me gusta husmear en la vida de los demás.

—Es válido.

—Ahora sabes algo más de mi, pero sigo saber nada de ti.

—¿Qué quieres saber? — Lena se acomodó en su asiento luego de servir una copa de vino. No estaba hablando porque quería, la verdad le daba igual conocer a la rubia delante de ella, pero estaba obligada a hacerlo y con un poco de alcohol en su cuerpo le facilitaría las cosas.

—No sé, solo di algo.

—Mmm, me fui a Irlanda apenas cumplí los nueve años y no regresé a Ciudad Nacional hasta el año pasado.

—¿Te fuiste tú sola? — preguntó Kara curiosa.

—No. Claro que no. Mis tíos vinieron por mí— contestó Lena antes de volver a tomar, dando un sorbo más grande que el anterior.

—Ah. ¿Y por qué te fuiste?

—Mi madre quiso que recibiera la mejor educación así que me envió con ellos. Mi tío era profesor y comparada con otros niños, estaba más adelantada. Lo que me dio la oportunidad de entrar a la universidad cuando tuve mis dieciséis.

—No dudo que fuiste la mejor en la escuela— Kara mostró una sonrisa, esa que hacía que Lena se irritara.

—Sí, si lo fui y aún lo sigo siendo— Lena buscó con la mirada al hombre que trajo la botella que se encontraba casi vacía y alzó su brazo para llamar su atención. —¿Ya sabes que vas a pedir? — preguntó cuando el mesero se acercaba a la mesa.

—No. Ni siquiera he visto el menú— Kara sonrió nerviosa cuando vio al mesero cerca de su mesa. Así que se dio prisa para ojear rápido el libro grueso que estaba sobre la mesa.

—¿Ya están listas para ordenar, señoritas? — preguntó con su libreta en mano para apuntar.

—Sí. Quiero carne de ternera con ensalada y otra botella de vino.

—Bien, ¿y usted?

—Yo quiero un...— Kara volvió a ojear el libro y contestó. —Un del gusto.

—Señorita, Del Gusto es el nombre del restaurante.

—Ah, disculpe. Pediré lo mismo que ella— Kara se moría de la vergüenza.

𝑪𝒂𝒔𝒂𝒅𝒂 𝒐 𝒆𝒏 𝒃𝒂𝒏𝒄𝒂𝒓𝒓𝒐𝒕𝒂 | 𝑆𝑢𝑝𝑒𝑟𝑐𝑜𝑟𝑝 𝐴𝑈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora