Capítulo 7

2.2K 248 8
                                    

POV Lena

Mi estómago se despertó gruñendo, lo que provocó que abriera mis ojos con pereza. Era viernes, podía tomarme todo el tiempo del mundo para descansar un poco más. Ayer bebí más de tres botellas de vino. No tenía resaca, solo un poco de dolor de cabeza que podía soportar. Nunca me había excedido con las copas, pero esa ocasión lo ameritaba. Hablar de mi persona no me era fácil, además, no es como si hubiera mucho en que indagar. Y peor aún, debía hablar de mí con Kara.

Cuando me senté en la cama me di cuenta de que no estaba en mi habitación. Miré hacia todos lados comprobando mi alrededor. Vi que estaba semidesnuda y recordé que la noche pasada cené con Kara. Mi cabeza no quería cooperar con recordar y eso me hizo irritar más.

—¡Daanveers! — grité sin pensar, no me importaba la hora que fuera.

Tocaron la puerta tres veces antes de abrir y me levanté apresurada para pedir explicaciones.

—¿Por qué gritas a las tres de la mañana? — dijo en tono bajo, soñolienta, mientras cerraba la puerta y se adentraba más a la habitación. Caminé hacia el interruptor y encendí la luz. Ella cerró los ojos de golpe y los abrió poco a poco hasta acoplarse a la claridad.

—¡¿Por qué me trajiste aquí?! — pregunté sin más.

—¿Esto no podía esperar hasta la mañana? No he conseguido dormir bien y dentro de poco debo salir a trabajar— dijo antes de dirigirse hacia la puerta, pero no lo permití y bloqueé su camino.

—No, esto no puede esperar. Así que me contestas ahora.

—Estás en la mejor habitación de la casa, después de la de mi padre, claro. ¿Por qué te quejas?

—¿Es... tu habitación? — pregunté esperando que dijera que no, rogaba que contestara que no.

—Así es.

—¿Por qué carajo no me dejaste siquiera en la de invitados? Lo menos que quiero, es compartir cama contigo.

—Para aclarar no estamos compartiendo cama, solo te presté la mía por esta noche, yo estoy durmiendo aparte. Además mi habitación quedaba más cerca, no podía cargarte hasta el final del pasillo.

—¿Tú qué...? — recordé como Kara me sacaba del auto y subía las escaleras conmigo.

—Por favor, baja la voz, si no despertarás a todos.

—Si despiertan será tu culpa no la mía— no pude evitar cruzarme de brazos, pero mi acción hizo que esa rubia me mirara de arriba a abajo sin ningún tipo de vergüenza.

—Mi cara esta acá, por si no lo sabías— chasqueé mis dedos delante de su cara.

—Lo sé. Solo supuse que debes tener frío por andar así. ¿Quieres que te preste algo de ropa?

—No, gracias. Estoy bien así.

—Si tú lo dices— ella me hizo a un lado para poder salir, yo solo me quedé perpleja.

—¿Quién se cree que es? — dije para mí misma. De donde había sacado la confianza para hablarme así. ¿Cómo se atreve siquiera a traerme a su casa sin mi aprobación?

¡Ayuda, me secuestran!

No hagas el ridículo... no dejaré que conduzcas en ese estado... dime dónde queda tu casa cerré los ojos de golpe. ¿Cómo pude haber hecho tal estupidez? ¿Qué tengo, cinco años?

Lena, dime dónde queda tu casa, por favor.

No te diré, eso es algo privado.

¿Por qué los recuerdos aparecían ahora de la nada? Ahora mi subconsciente, solo buscaba burlarse de mí. No debería volver a beber tanto, no recordaba que me pusiera de esa manera. No quería actuar de forma ridícula y eso fue lo que hice. Nada más y nada menos que delante de Kara Danvers.

Si tan solo pudiera retroceder el tiempo. Debí pensarlo dos veces antes de pedir la primera botella. Me dirigí de vuelta a la cama. Aunque aún quisiera hablar con ella acerca de lo que sucedió anoche, no podía, era muy temprano y también estaba cansada. Solo me rendí por esta vez, pero en la mañana me escucharía.

Escuché ruido en la habitación, pero no le tomé importancia. Al menos no hasta que...

—Vamos, despierta. Ya debes levantarte— sentí como me movieron de lado a lado y luego me desarroparon. —Levántate, debo recoger todo este desorden. Si no te levantas ahora mismo, me veré obligada a tirarte al suelo.

Abrí mi ojos luego de escucharla. —No eres para nada simpática— dije por fin sentándome en la cama a duras penas.

—Si lo soy. Solo con las personas que lo merecen— contestó con la misma sonrisa que cargaba siempre y me entraron unas fuertes ganas de golpear su cara, pero debía contenerme.

Me levanté de la cama en busca de mi ropa. Que hasta donde recuerdo, había tirado en alguna parte de la habitación.

—Tu ropa se está lavando, si eso es lo que estás buscando. No debe faltar mucho. Mientras, usa mi ropa. Esa puerta es la del baño, dúchate. Baja rápido para que puedas desayunar antes de irte— habló demasiado rápido con el propósito de no dejarme apenas abrir mi boca para contestarle de vuelta y luego se fue.

Si era como había dicho y la ropa casi estaba lista, podía esperar, mientras me daría un baño, porque en serio lo necesitaba. Mi plan, era irme lo más rápido que pudiera, pero tenía un problema, estaba sumamente hambrienta. Mi estómago no dejaba de hacer ruidos fuertes. Salí de la ducha envuelta en una toalla y me hice bolita en la cama. Quería irme de ahí, pero mi cuerpo no deseaba cooperar en ese momento.

—¿Qué haces? — alcé mi cabeza para ver quien era, aunque no debí molestarme en hacerlo.

—Esperando— solo contesté y volví a mi posición.

—¿Esperando qué? ¿Acaso piensas que te traeré la comida?

—Solo espero por mi ropa.

—Te cansarás de esperar. Aún no ha salido, Nia te la traerá cuando esté lista— estaba de espaldas a ella, pero la escuché abrir el armario. —Con esto estarás cómoda, no pelees y póntelo. Tienes cinco minutos para bajar.

—Dije que esperaré por mi ropa, gracias.

—Como quieras. Lillian llegará dentro de poco, le dejaré saber que estás aquí— me levanté lo más rápido que pude de la cama. ¿Cómo podía decir eso?

—Ni se te ocurra abrir la boca, Danvers.

—Entonces, vístete.

—Espero que eso no haya sido una amenaza.

—Yo solo te estoy pidiendo que te vistas. Nada más. Lillian es tu madre, le alegrará saber que estuviste aquí y que nos estamos llevando bien. ¿No es eso lo que quieres? ¿Aparentar?

—Te lo estoy diciendo, si se te ocurre abrir siquiera la puta boca, yo...— mi estomago gruñó, lo que hizo sonreír a Kara.

—Te espero abajo. No tardes.

𝑪𝒂𝒔𝒂𝒅𝒂 𝒐 𝒆𝒏 𝒃𝒂𝒏𝒄𝒂𝒓𝒓𝒐𝒕𝒂 | 𝑆𝑢𝑝𝑒𝑟𝑐𝑜𝑟𝑝 𝐴𝑈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora