Capítulo 5

2.4K 257 16
                                    

Hoy era el día de la cita del hospital de Jeremiah, estaba pautado para temprano en la tarde, así que tendría la mañana libre. Se realizarían varios chequeos rutinarios antes de llegar a alguna solución. El taller estaría cerrado, así que no tenía trabajo el día de hoy, solo debía preocuparse de que todo saliera bien en el hospital.

—¿Cómo te encuentras hoy? — preguntó Kara cuando vio a su padre sentado en la mesa del comedor.

—No es uno de mis mejores días, pero tampoco el peor, estoy bien.

—¿Tienes algún dolor o molestia? — preguntó la rubia sentándose delante de él.

—No. Solo desperté con tos, nada más. No te preocupes, estoy bien— contestó Jeremiah. Nia entró al comedor con el desayuno, y dejó los platos delante de los presentes.

—Gracias, Nia— ambos contestaron antes de empezar a desayunar.

—¿Ya te tomaste tus pastillas?

—Si hija, ya lo hice, pero basta de mí. ¿Cómo va todo con Lena? — Kara no sabía como contestar a esa pregunta.

—Pues aún tengo problemas respecto a eso. Debo trabajar en ello todavía.

—Debe ser igual que su madre cuando era joven.

—Supongo— ambos rieron antes de continuar comiendo. El teléfono de Kara comenzó a vibrar sobre la mesa. Cuando tragó la comida contestó.

K: Hola.

L: Ven a mi oficina — Kara retiró el teléfono de su oído para ver quien era. Nada más y nada menos que la pelinegra.

K: Buenos días, pensé que era alguien más...

L: Te espero dentro de 20 minutos — sin más, colgó.

—¿Quién era? — preguntó Jeremiah.

—Lena. Al parecer quiere hablar conmigo, dijo que fuera a su oficina.

—Bueno, deberías terminar e ir cuanto antes, tal vez sea importante.

—Sí, lo sé.

Importante o no, no le daría el gusto. ¿Por qué debería acceder e ir cuando lo pidiera? Ella también tenía cosas que hacer y no iba a dejar que Lena le dijera que o que no hacer. Kara estaba siendo demasiado buena y debía ponerle un alto a esa hermosa pelinegra antes de que fuera demasiado tarde. Si la dejaba, solo haría lo que le diera en gana. Había llegado 30 minutos más tarde del tiempo acordado. Cuando entró a la oficina vio a Lena junto a su abogada, esperando por ella.

—Al fin te dignas en llegar, pensé que no encontrabas el camino.

—Tenía otras cosas que atender primero— contestó Kara.

—Señorita Danvers, ¿puede tomar asiento? — ofreció Sam y Kara solo asintió.

—Lena y yo lo hemos hablado más detenidamente acerca de lo que está pasando y es momento de que su relación se comience a formalizar, al menos en lugares públicos. Y espero que este tipo de situaciones y... comportamientos, se puedan trabajar. Señorita Danvers, aquí le hago entrega de otro contrato. El anterior será anulado y reemplazado por este mismo.

—¿Qué exige la señorita Luthor esta vez? — Lena enarcó una de sus cejas en cuanto la escuchó.

—Sam se encargó de hacer el contrato por su cuenta, sin ningún tipo de comentario o colaboración de mi parte. Aunque si me hubiera gustado deshacerme de ti y continuar con mi vida— Kara sintió un escalofrío calar por su espalda cuando dijo eso último.

—No lo dudo— respondió Kara. Sam ignoró por completo el ambiente desapacible que comenzaba a formarse entre ambas mujeres.

—Por cómo puede ver, solo hace mención de que ambas deberán salir al público como pareja. Aparentar ser una por el momento. Se estarán viendo mediante reuniones, cenas o actividades establecidas y acordadas. En esta ocasión no habrá ningún tipo de ventaja para ninguna. Ya que próximamente se casarán, se les debe ver como si estuvieran sentimentalmente unidas. En resumidas, esto solo será una actuación.

—¿Eso es todo? — preguntó Kara leyendo por encima el papel.

—Sí, solo debería firmar y ya sería oficial.

—¿Y usted está de acuerdo? — la rubia miró a Lena, antes de tomar el bolígrafo y firmar.

—Es obvio que no, pero me veo obligada a hacerlo. Al igual que tienes tus motivos, yo tengo los míos.

—Bien. Entonces, ¿eso sería todo por hoy?

—De hecho... no— dijo Sam antes de que Kara se levantará.

—¿A qué se refiere con qué no?

—Bueno, ya que ambas firmaron, se ven comprometidas con el acuerdo. Así que se comenzará con él cuanto antes. Mientras más rápido mejor. Dentro de una hora tendrán su primera cita oficialmente.

—Lo siento, pero yo no puedo. Mi padre debe ir al hospital, tenía una cita pautada para el día de hoy y será dentro de poco y por nada del mundo faltaré.

—Entiendo. Entonces, ¿estará disponible por la noche?

—Imagino que sí.

—Me estaré comunicando con usted entonces.

—Me parece bien.

—Yo no podré, tengo trabajo que hacer— ambas miraron hacia la pelinegra que se había quedado callada un rato.

—¿Acaso no descansas? — preguntó Kara.

—Mi trabajo es mi vida.

—Señorita Danvers, no le quitaremos más de su tiempo. En la tarde le dejaré saber la hora y el lugar adecuado.

—Bien, gracias. Que tengan un excelente día. Ah, casi me olvido. Quiero que se me notifique con anticipación lo que se planee hacer días antes. Al igual que ustedes soy una mujer ocupada.

—Me encargaré de ello personalmente, no se preocupe— Kara se despidió y se fue.

Kara quería estar al tanto de todo lo que los médicos le hicieran a su padre. Jeremiah fue diagnosticado con cáncer pulmonar hace cuatro meses. El mes pasado tuvieron que extirpar su pulmón izquierdo ya que aparecieron tres tumores que posteriormente habían sido eliminados. Luego de que se hiciera la neumonectomía ha tenido varias complicaciones de salud. Se le dificultaba el poder respirar, así que tuvo que hacer uso de un respirador, que le proporcionara oxígeno suplementario. A las tres semanas de haber salido del hospital sufrió de problemas cardíacos, después de ello Kara a estado más al pendiente de la salud de su padre. Es por eso que siempre ha asistido a cada visita al hospital.

—¿Ahora que sucede? Lena, dijiste que accedías. ¿Por qué siempre quieres estar a la defensiva? Esa es una de las razones por la que soy tu única amiga y confidente.

—Yo estoy bien.

—¿En serio? Estuviste rodando los ojos, frunciendo el ceño y haciendo tu risa sarcástica desde que ella llegó.

—Es que ella es... irritante. Todo de ella para ser sincera. Sus buenos modales, buenas intenciones, siempre con su estúpida sonrisa, y su cara de mosquita muerta, de nunca he roto un plato en mi vida, me pone... de mal humor.

—Tú, tienes un gran problema. Me parece una mujer simpática y de confianza. Solo quiere que su padre esté bien. Es una pena que haya pocas personas así. Podría ser una buena amiga.

—Para nada pienso congeniar con ella. Punto final, Sam.

—Bien, pero vas a asistir a la cita, quieras o no. Me gustaría que solo por esta vez dejes abajo tus defensas y la conozcas mejor. Recuerda porque harás esto.

—Ya te pareces a mi madre.

—¿Eso es un halago o un insulto?

𝑪𝒂𝒔𝒂𝒅𝒂 𝒐 𝒆𝒏 𝒃𝒂𝒏𝒄𝒂𝒓𝒓𝒐𝒕𝒂 | 𝑆𝑢𝑝𝑒𝑟𝑐𝑜𝑟𝑝 𝐴𝑈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora