Capítulo 23

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El último día libre, Sam y Lucy se la pasaron todo el día durmiendo después de la borrachera que habían cogido en la fiesta de la playa. Por otro lado, Kara y Lena pasaron el día afuera, explorando un poco más por Malibú. Disfrutando de la compañía de la otra, aprovechando el día al máximo ya que en la tarde volverían a Ciudad Nacional y seguirían con su día a día. Aunque luego de lo que había pasado en estos días ya no parecía una relación tan falsa como la inicial. Cuando regresaron a la casa, Lucy estaba a punto de irse, al menos alcanzaron a despedirla. Ya luego cenaron algo y comenzaron a empacar.

—No se te queda nada, ¿verdad? — preguntó Lena hacia Sam que se aseguraba que la casa estuviera cerrada.

—Todo está en el auto, ya entregué la llave, así que sí, ya está todo— contestó la morena caminando hacia el auto.

—Bien— dijo Lena antes de abrir la puerta del auto.

Entrando al mismo tiempo que Kara. Las dos se habían sentado en la parte trasera del auto sin darse cuenta. Sam entró también y no vio a nadie en el asiento del pasajero por lo que volteó a ver qué pasaba. Nada había sido planeado, Lena quería recostarse en la parte de atrás y Kara quería dejar a las amigas juntas. Ninguna anunció nada, solo pasó.

—Entonces ¿ninguna se sentará conmigo? Vaya, que traicioneras— ambas se sonrieron, Kara iba a salir para cambiarse de asiento, pero Lena la aguantó del brazo.

—Sam, solo encárgate de regresarnos a salvo a la ciudad.

—Como usted diga, señora. Después de todo soy la taxista, al menos me pagarás ¿no? — Lena se echó hacia adelante para darle un golpe a Sam.

—Hiciste a Kara conducir hasta aquí, quejarte es lo menos que debes hacer.

—Sí, pero solo quería preservar mi vida y Kara no se negó...

—Chicas, ¿les parece si ya nos vamos? — dijo Kara divertida por la conversación. Sam suspiró y se enderezó en su asiento, encendiendo el motor.

—No creí que me fueras abandonar tan fácil— Lena golpeó el asiento del piloto con su pie para que Sam dejara de quejarse. —Bueno ya.

A mitad de camino Lena se recostó de la ventana del auto. Estos días se encontraba más cansada que de costumbre. Desde que llegó a la ciudad lo único que ha hecho ha sido trabajar y trabajar, si llega a dormir tres horas es suficiente para ella. Tal vez tomarse unos días extras de descanso le vendría bien. Ya el sol estaba cayendo y el tráfico comenzaba a ser pesado. Kara veía de vez en cuando su teléfono por alguna notificación aleatoria o algún mensaje y Sam tarareaba una canción. La rubia miró a Lena de reojo, que llevaba hace unos minutos inclinándose hacia delante. Estaba cerrando los ojos buscando algo de descanso, Kara se movió un poco hacia ella y le susurró.

—Ven aquí— Lena abrió los ojos sobresaltada y miró a Kara que trataba de acercarla a ella. —Vamos, recuéstate. No quiero que tengas un dolor en el cuello o algo así.

Lena la miró rápidamente y no lo pensó dos veces. Se acercó más a Kara, subió sus piernas al asiento y se recostó sobre los descubiertos muslos de la rubia. Kara había insinuado que se recostara en su hombro, pero de hecho le gustó que Lena hizo lo que le dio la gana.

—Oigan, ¿pueden respetar a los pobres? Aún no comemos— comentó Sam que las había visto por el espejo retrovisor, Kara solo sonrió sin dejar de ver a Lena.

—¿Que no habías empezado a salir con alguien? — murmuró Lena batallando para no quedar dormida.

—Es complicado— contestó la morena antes de concentrarse en la calle, ya que el tráfico había comenzado a avanzar.

𝑪𝒂𝒔𝒂𝒅𝒂 𝒐 𝒆𝒏 𝒃𝒂𝒏𝒄𝒂𝒓𝒓𝒐𝒕𝒂 | 𝑆𝑢𝑝𝑒𝑟𝑐𝑜𝑟𝑝 𝐴𝑈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora