Capítulo 18

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—Hola. ¿Lista para divertirnos? — Sam se encontraba frente a la puerta de la casa de Lena sujetando una botella de vino.

—¿Divertirnos? — preguntó la pelinegra confundida.

—Lena no seas una aburrida, siempre evades mis planes. Nunca quieres pasar tiempo conmigo y no aceptaré otro no como respuesta. Menos hoy que acabo de pedir una licencia por enfermedad, ya sabes, tengo unas merecidas vacaciones. Tres días serán suficientes, al menos este mes— la morena entró a la casa sin permiso, fue a la cocina y agarró dos copas.

—Nunca evado tus planes, solo que siempre que preguntas estoy ocupada. Ya no es igual a cuando estábamos en la universidad.

—¿Quieres? — Sam le ofreció la botella a Lena, pero esta negó. —Sí, buenos tiempos— dijo mientras se servía una copa de vino y se recostaba en el sofá de tres plazas de cuero.

—Debemos hablar de que haremos porque es claro que vendrás conmigo a donde sea que vaya o tendré que llevarte a rastras.

—Sí, creo que debo tomarme unos días también— Sam dio unas palmadas sobre el sillón en señal para que Lena se sentara también.

—¿Qué? ¿El trabajo ya te está consumiendo? — preguntó la abogada bebiendo de la copa.

—No, solo quiero reflexionar sobre unas cosas.

—¿Ya comenzaron a molestar los amigos de tu madre?

—Sí, eso también.

—Entonces, ¿qué otra cosa te está molestando aparte de esos hombres inútiles?

—Olvídalo, no es importante. ¿Qué quieres hacer? — preguntó Lena evadiendo el tema.

—Bien lo dejaré ahí, pero sabes que terminarás diciéndome. Bueno... pensaba ir a la playa, tomar el sol...

—Mmm, playa. No suena tan mal.

—Lo sé y es bueno que lo digas, porque ayer alquilé una casa en Malibú por unos días. Me costó un ojo de la cara y no iremos solas— dijo con miedo de la reacción que Lena pudiera tomar.

—Está bien.

—Solo son unas amigas, nada de qué preocuparse— rio nerviosa la morena.

—Está bien, Sam. No importa, si son tus amigas lo entiendo. Sabes que debo ampliar mi... círculo social.

—Es curioso que lo digas— Sam no dejaba de reír, no le estaba dando todos los detalles a Lena. —Nos iremos en la mañana, creo que es mejor si empacas algo.

—De acuerdo— Sam se preguntaba por qué Lena estaba de lo más calmada. En otras circunstancias le estaría pegando por hacer planes sin haberle consultado.

—Bien, ya tengo lo mío listo en mi auto. Así que pasaré la noche aquí.

—Iré a empacar entonces.

—Lo primordial son los trajes de baño, no lo olvides— gritó Sam cuando Lena se perdió por el pasillo.

Estaba segura de que tendría que rogar para que su mejor amiga aceptara ir con ella, pero ni siquiera se esforzó en hacerlo. Lena había aceptado sin dudar y eso complicaba menos las cosas. Pero Sam sabía que eso no era lo peor. Lo peor ocurriría mañana en la mañana. Ambas se quedaron hablando hasta tarde sin darse cuenta de la hora.

La pelinegra se había levantado, se duchó y fue a la cocina a prepararse un poco de café. Aun Sam roncaba sobre su sofá de cuero negro, Lena negó rociando un poco de agua sobre la morena que se despertó espantada.

—Dijiste que saldrías temprano y ya casi es mediodía.

—Oye, ¿sabes cuántas horas he dormido desde que me volví abogada?

𝑪𝒂𝒔𝒂𝒅𝒂 𝒐 𝒆𝒏 𝒃𝒂𝒏𝒄𝒂𝒓𝒓𝒐𝒕𝒂 | 𝑆𝑢𝑝𝑒𝑟𝑐𝑜𝑟𝑝 𝐴𝑈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora