Encuentros.

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Ambos caminaron durante días. Se cuidaban mutuamente. Daryl cazaba mientras Carolina le indicaba los sitios "seguros" donde podían descansar. El último sitio donde llegaron fue a un instituto. Despejaron un par de clases y descansaron en una de ellas durante algunas horas.

Un disparo les hizo salir de su trance.-¿Has oído eso?-Dijo la chica asustada.

-Sí, pensaba que no había nadie aquí.-Recogieron sus cosas y siguieron el sonido a través de los pasillos. Tras estar buscando un buen rato; encontraron en uno de los pasillos a una chica alta, de pelo rizado y con gafas que estaba siendo atacada por un caminante. Llevaba un revolver en la mano derecha e intentaba pegar al caminante con él en la cabeza. Una de las flechas de Daryl se incrustó en el cráneo del muerto haciendo que cayese al suelo.

-¿Te ha mordido?-Le preguntó Daryl apuntándola con la ballesta a punto, estaba bastante alarmado.

-No, no me han mordido. Gracias por el disparo.-Sonrió y se percató de que había alguien más detrás del hombre que la había ayudado.-¿Quién va contigo?-Carolina salió de detrás de su amigo y se quedó petrificada al ver a su amiga.-¡Carol!

-¡Eva!-Las dos se abrazaron, dejando a Daryl atónito.

-¿Ya os conocíais?-Les preguntó a las chicas.

-Sí, ¿dónde están Carmen y Leire?-Preguntó, olvidándose de su compañero, temiéndose lo peor.

-No te preocupes, están bien. Aquí solo quedamos nosotras tres. Venid.-Eva comenzó a caminar por todo el pasillo hasta acabar en un aula.-Cuando los Caníbales llegaron estábamos en medio de clase de matemáticas, todos se quedaron mirando a ese bicho. Pero yo cogí un boli y se lo clavé en el ojo. Después de eso, todo fue un caos. Adri y Raúl se marcharon, como tantos otros. Perdimos a mucha gente durante la invasión. Pero nosotras sobrevivimos.-Abre la puerta del aula y enciende las luces.-¿Y tú? ¿Cómo has llegado a esto?-Dice volviéndose hacia Carolina.

-Bueno, a mi madre la mordieron cuando volvía para casa. Daryl la mató.-Eva miró al hombre que acompañaba a su amiga y asintió conforme.

-Fue lo mejor. Bien, podéis descansar un rato mientras yo voy a por Carmen y Leire.

-No has sabido defenderte antes. Será mejor que vaya contigo.-Se ofreció Daryl.

-Puedo yo sola, no necesito ayuda.

-Eso es lo que tú dices.-Se acercó al umbral de la puerta y pareció acordarse de algo.-¿Puedes quedarte sola?-Le dijo a Carolina.

-Sí, pero préstame un cuchillo. Por si las moscas.-Él asintió y le tendió su cuchillo. Ella lo agarró con fuerza y sus dos amigos se marcharon de la habitación, cerrando la puerta detrás de ellos.

Varios minutos después, la puerta del aula volvió a abrirse. Carolina salió disparada al ver a todas sus amigas.-No sabía si estabais vivas o no...-Dijo entre lágrimas mientras se separaba de sus amigas que acababan de llegar. Carmen había cambiado muchísimo desde la última vez que se vieron. Ahora llevaba el pelo más corto que antes y lo tenía recogido. Leire por en cambio seguía igual que antes. Con su preciosa sonrisa dibujada en la cara.

-Menos mal que estas bien. Pensamos en ir a tu casa a buscarte, pero no era seguro.-Le dijo Carmen entre sollozos de alegría.

-No te preocupes. Hicisteis bien en quedaros aquí.-Les sonrió y se acercó a coger algo que tenía en su mochila. Se lo tendió a sus amigas y estas se quedaron perplejas.

-¿De donde la has sacado?-Dijo Eva cogiéndolo con sumo cuidado. Estaba asustada, al igual que el resto.

-Lo encontramos en una armería que desalojamos hace tiempo. Puede ayudarnos para algún caso especial.

-Carol...-Le susurró Daryl que estaba detrás de ella.-No deberías haberla cogido.

-Nos puede venir bien en caso de que vengan muchos.

-Por el momento la guardaremos, pero lo más seguro será que la dejemos por ahí.-Gruñó como respuesta.

-Esta bien.-Dijo Carolina un tanto deprimida. Volvió a guardar la granada en la mochila y se la colgó del brazo izquierdo. Daryl era quien le había pegado esa manía tan mala de la posición de su brazo. Él solía llevar su ballesta en ese brazo y Carolina de verle todos los días a todas horas había cogido su mismo hábito.-¿Qué vamos ha hacer ahora?-Preguntó dudosa.

-Podemos descansar aquí hasta mañana. Después, nos marcharemos de aquí.-Explicó Daryl mientras se acomodaba en el suelo. Carolina lo miraba extrañada.

-Pensaba que tú harías la primera guardia.

-¿Por qué?

-Porque tú eres el adulto.-Dijo tirandole su mochila a la cara. Este se levantó del suelo, malhumorado, y cogió su ballesta para apuntar con ella a la puerta.-No te preocupes yo haré la segunda guardia.-Le explicó Carolina mientras se tumbaba donde antes lo había hecho Daryl. La manta que cubría a la chica olía a sangre y tabaco. Era el inconfundible olor a Daryl Dixon al que tanto se había acostumbrado. Carmen, Leire y Eva se acostaron a su lado y durmieron varias horas.

 Unas horas después, Eva despertó y vio que Daryl apenas se había movido de su posición. Se acercó a él.-¿No tenía que relevarte Carol?

-Déjala que duerma, estoy bien.-Dijo sin falta de girarse.

-Pues no lo parece. Deja, ya vigilo yo.-Dijo tocándole el hombro para hacer que se moviera. Cosa que pareció molestarle.-Vete a descansar, no puedes vigilar tú siempre.

-Me da igual. No me moveré de aquí.

-Daryl, ¿Por qué haces esto?-El hombre pareció replantearse un poco la respuesta.

-Por ella.-Dijo señalando con la cabeza el hueco don de Carolina descansaba.-No le queda nada, su padre se marchó sin más, dejándola tirada.-Explicó.

-Ya veo, pero eso no quiere decir que no puedas descansar. Si para mañana quieres estar fresco deberías dormir un poco.-Le sonrió y él se movió para dejarla que vigilase . A Daryl no le parecía bien, pero no discutiría con una niña más tiempo. Se tumbó en la mesa del profesor, lo que le parecía de lo más cómodo. Mientras notaba como sus parpados se cerraban miraba a la chica que acababa de relevarlo de la guardia.








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