•Narra Carmen•
Sigo todas las instrucciones de L al pie de la letra. Encontré la entrada a la alcantarilla sin ningún problema. Ahora sólo falta encontrar el canal correcto. Creo que esa será la parte más complicada de todo el plan. Sinceramente, tengo miedo por lo que me pueda encontrar a partir de ahora en estas alcantarillas. No sé exactamente dónde se encuentran los chicos, y no creo que sea muy complicado encontrarse con algún caminante por el camino. Después de todo, esos bichos están por todas partes hoy en día.
Escucho gruñidos al fondo de la gran tubería en la que me encuentro. No creo que sea buena idea acercarme más. Decido poner el C4 aquí. Empiezo a montar varios paquetes de explosivos con bastante rapidez, ya le he cogido el tranquillo a esto. Quién me iba a decir que algún día sería artificiera.
Salgo corriendo de la tubería, lista para apretar el botón que iniciará la explosión. Debo admitir que estoy algo emocionada.
Salgo al exterior de la alcantarilla y saco el walkie-talkie. Presiono el botón para poder hablar.
-Soy Carmen, todo está preparado. Espero a la señal.-Espero unos segundos a que L responda.
-Soy L, cuando quieras pulsa el botón, estamos listos.-Me preparo. Antes de iniciar la explosión, me detengo un segundo a pensar en si estamos haciendo las cosas bien. Todo está resultando muy fácil y muy rápido, no estamos acostumbrados a este tipo de cosas. Pero cuando pasan, se agradecen.
No lo dudo más y aprieto el botón, haciendo que un gran ruido, acompañado de un pequeño terremoto, salga de la alcantarilla.
Caigo al suelo por la fuerza de la explosión. Si yo estoy arriba y el impulso me ha tirado, L y Niall deben estar hechos trizas.
•Lejos de allí•Narra Eva•
Diana y yo bajamos las escaleras hacia el piso de abajo. Todo el mundo está en silencio, esperando que alguien les diga lo que hacer. Diana toma la iniciativa antes que yo y habla.
-El pequeño ejército que tenemos ahí fuera ha querido beneficiarse de nuestros compañeros. Los mismos que ahora mismo se están jugando la vida para erradicar a una amenaza. Nosotros no podemos quedarnos aquí sin hacer nada.
- Y ¿Qué vamos a hacer?-Pregunta un alexandriano.
-Deberíamos salir a luchar. A apoyar s nuestros compañeros. No podemos quedarnos aquí de brazos cruzados.-
Nadie dice nada, por lo que decido intervenir.-Mi grupo se está jugando el cuello por salvar a vuestra gente. Lo mínimo que podríais hacer es ayudar.-El silencio invade la sala.-Bien, el que no quiera que no venga, pero yo voy a ir a ayudar a mis amigos.
Salgo de la casa, y me dirijo para hablar con el general. Diana me sigue.
-No hace falta que vengas, ya hiciste bastante dándonos este sitio.
-Quiero ayudaros, no estuvo bien que obligase a Carol a crear la vacuna si no quería. Y por ello su padre ha muerto...-La miro de reojo. Se nota que se ha estado culpabilizando de ello.
-No se preocupe, su padre era un capullo.-Diana no dice nada, pero sé que eso la ha sacado una estúpida sonrisa.
Llegamos a dónde queríamos, de lo que no nos hemos dado cuenta es de que nos ha seguido más de la mitad del grupo de Alexandrianos detrás.
-General,-dice Diana- queremos ir a ayudar a nuestros compañeros, y tenemos entendido que usted sabe donde se encuentran...-El general la mira un segundo y luego sonríe de medio lado.
-Ya pensábamos ir allí. No se preocupen, saldremos en diez minutos.
-¿Pensaban ayudarlos?-Pregunto algo sorprendida.
-No, a ayudarlos no. Lo que sucede es que la Cura andante se ha llevado todas las vacunas y las necesitamos si queremos que el fuerte sea seguro.
Ya veo que el egoísmo sigue reinando en este planeta.
-Ahora, vayan a coger armas suficientes. Esto es una guerra , no les recomiendo ir desarmados.
•Lejos de allí•Narra Daryl •
Seguimos corriendo por los interminables pasillos de este sitio. No esperaba volver a encontrarme con todos aquí, pero me alegro de que estén bien. Me gustaría saber si Carol escuchó la grabación que, supuestamente, le llevaron. Sé que ahora no hay tiempo para eso, pero necesito decírselo en algún momento.
Todos se paran en seco delante de unas puertas. Ya noto el aire fresco, sólo falta salir de aquí. Mi hermano se pega a la puerta, Marta saca su pistola y apunta a esta, el resto sólo nos apartamos y miramos los gestos de estos dos.
Merle abre la puerta y Marta no deja de apuntar. No hay nadie protegiendo la puerta, eso es demasiado raro, pero no pienso pararme a preguntar. Salimos fuera, pero justo en ese momento notamos un pequeño terremoto.
Es lo suficientemente agitado como para despertar a Mélody y hacer que comience a llorar.
-No me jodas...-Oigo a Merle quejarse por lo bajo. Carol me pasa a Mélody rápido.
-Poneos a salvo, yo los distraeré un poco.
-¡¿Qué?! No, no, y no. Ni de coña voy a dejarte aquí.
-No es una petición, Daryl, necesitamos que alguien lo distraiga y su objetivo soy yo. Así que lo más obvio es que me persiga a mí.
-¿Y si te cogen? No te voy a dejar otra vez...-Digo en voz baja.
-Daryl, tú nunca me has dejado.-Alzo la cabeza y en ese mismo instante me da un corto beso en los labios.-Ahora hazme caso de una puta vez.-No me deja discutirla ya que vuelve dentro del edificio.
-Se ha vuelto una palabrotera desde que está contigo, hermanita.-Se burla mi hermano.-¡Vamos!-Salimos corriendo, buscando un lugar donde poder ponernos a salvo de esos hijos de puta.
•Narra Niall•
-Soy Carmen, todo está preparado. Espero la señal.-Oigo la voz de Carmen por el walkie-talkie. Voy a contestar, pero antes de darme tiempo, L me quita el aparato y habla él.
-Soy L, cuando quieras pulsa el botón, estamos listos.- Le miro con cara de mala hostia y él solamente alza los hombros, como si tratase de quitarse culpa.-Yo que tú me alejaba de aquí.-Se pone en pie y se aleja del conducto de la tubería. Para cuando salvo corriendo, la explosión comienza y salgo por los aires un par de metros desde donde estaba.
Un pitido resuena en mis oídos. No pensé que una explosión pudiese llegar a ser tan potente. L se ha caído de culo por el estallido. Al menos él ha sido más listo que yo y se ha tapado las orejas.
-Carmen ha debido poner más cartuchos de los que eran...-Se queja L, tratando de levantarse. El milagro de todo esto es que aún pueda oír algo.
La puerta de nuestra "carcel" se abre y entra alguien. No llego a distinguir quién es. En ese mismo instante, escucho a alguien correr por la alcantarilla. Me imagino que es Carmen, pero no tengo ni idea de quién es el que acaba de entrar.