•Una semana después•
Carolina seguía con fiebre, todo su cuerpo irradiaba calor. Era insoportable estar en la habitación con ella. Apenas reaccionaba cuando la hablaban y ya no miraba a sus amigos de una forma normal, sólo los miraba como si fuesen un plato más. Su padre les decía siempre lo mismo.-Es normal, sufre los síntomas aunque estos no lleguen a cambiarla. No sabe lo que hace con exactitud.-Pero, por muchas palabras y descripciones que el hombre les pudiese dar, los chicos no se confiaban del todo. Al final de la semana todos los miembros del grupo decidieron no visitarla. Ni siquiera Daryl la había ido a ver, nadie sabía que le podía suceder al cazador para que se comportara así con la chica. Pero los problemas empezarían dos días después. El grupo de ojeadores había salido a altas horas de la madrugada y no se habían despedido de nadie como solían hacer en los últimos días, Eva se despertó tras oír el sonido de la puerta principal cerrarse. Se levantó y bajó corriendo las escaleras para saber quien había cerrado la puerta. No encontró a nadie en la oscura sala de estar en la que se encontraba.-Perfecto, ahora ni se despiden.-Murmuró en voz baja. Volvió a subir las escaleras y un sonido proveniente de la habitación de Daryl hizo que se detuviera frente la puerta. Agarró despacio el pomo y abrió la puerta, la habitación estaba tan oscura que no podía ver nada.-¿Eva...?-Murmuró alguien desde la cama, la chica que estaba en la puerta forzó sus ojos para intentar averiguar quien había hablado.
-¡Carol!-Dijo ella alegre al saber que su amiga se había recuperado. Se acercó a la cama para ver si, Carolina, estaba bien.-¿Estás mejor?
-Sí, me duele un poco el hombro, pero no es nada.-Dijo acariciando con suavidad el hombro vendado.
-Te han mordido, lo más normal es que ahora mismo ni estuviese aquí.-Sonrió y ,al recordar las palabras que Adri le había dicho el día anterior, se le borró la sonrisa.-Vas a tener que irte.-Susurró.
-¿Qué?-Preguntó sin entender.
-Adri...Sara quiere venir a vivir aquí, al igual que Maia, y creen que como tú no nos contaste lo de la vacuna...creen que deberías irte tú.-Sentenció de golpe. A Carolina le costaba creer las palabras de su amiga.
-Y ¿Dónde iré?
-Diana te dará una casa a parte,para ti y para tu compañero.
-¿Quién?
-No lo han decidido aún, como comprenderás nadie quiere marcharse pero no habrá otra opción. Mañana lo decidiríamos.
-Y tú tampoco quieres venir, ni Carmen, ni Leire.-Entendió.
-Sí, pero es porque no queremos dejar al resto atrás. Mañana te lo explicaremos mejor.
-Bueno,será mejor que descanse, al parecer mañana será un día duro.-Dijo recostándose en la cama mientras veía como Eva salía de la habitación y cerraba la puerta detrás de ella. A Carolina le costó conseguir conciliar el sueño después de saber lo que le esperaba a la mañana siguiente, solo conseguía soñar con la misma pesadilla que la de aquel día. Después de unas cuantas horas dando vueltas en la cama decidió salir a cazar algo, tan solo por despejarse. Bajó sin hacer ruido las escaleras y tras salir de su casa se dirigió hacia la armería de Alexandría. Como no había nadie decidió dejar una nota para que supieran que se había llevado prestado. Posiblemente le costaría controlar el fusil a causa de su herida, pero ella solo quería salir de aquel lugar, ya no lo sentía como su hogar. Caminó por las oscuras calles de Alexandría hasta las puertas donde Sasha le abrió el camino.
-Gracias.-Dijo sonriente intentando tapar su preocupación. Salió de Alexandría y comenzó a vagar por el bosque que se alzaba delante de la pequeña ciudad.