•Narra Carolina•
Caminantes. Eso era lo único que veía a mi alrededor, no me atacaban tan solo me miraban y se movían hacia todos lados. Procuré buscar a Leire, a Eva, a Carmen, a Adri y a Raúl. Pero ninguno de ellos estaba en la casa, todos los seres que estaban en nuestro hogar eran caminantes. Seguía buscando hasta que decidí salir fuera, todo era igual, una calle oscura llena de muertos. No había conseguido avanzar a penas y para cuando quise darme cuenta ya estaba en la puerta de Alexandría. Una figura me resultó familiar y decidí ir tras ella, era Daryl. Estaba fuera de Alexandría, igual que el resto, cuando él me vio estaba a punto de desplomarse en el suelo. Intenté gritar su nombre pero lo único que salió de mi boca fue un extraño gruñido. Daryl me miraba asqueado y sorprendido a la vez. Sacó su pistola y h con esta a mi cabeza, el pulso le temblaba y parecía estar a punto de apretar el gatillo, pero la mano le tembló y disparó a mi abdomen en vez de a mi cabeza. El disparo me dolió pero ese dolor se marchó pronto. Volví a mirarle y pude ver como había temor en su alma. Eva colocó su mano derecha en su hombro y dijo: «Ya lo hago yo», dejó a Daryl un par de pasos detrás de ella y apuntó a mi cabeza con decisión. «Lo siento» fue lo último que escuche justo antes de morir.