•Narración externa•
Los meses transcurrieron, para gran mayoría no era importante. Pero para otros significaba una cuenta atrás, la cual indicaba la muerte o la vida de una persona. Las patrullas de búsqueda comenzaron a menguar cuando pasó más de una semana desde que Carolina desapareció. Las esperanzas se disolvían por cada día que pasaba. Daryl comprendía una cosa: si ella no quería ser encontrada, no la encontrarían. El cazador salió de su casa una mañana más, se paró en el porche, como otras mañanas atrás, y miró por la calle. Todo parecía igual de tranquilo que unos días antes. Todos en sus puestos de trabajo y algunos niños jugando por la calle.
-¡Que te pires!-Gritó alguien desde una de las torres. Era Leire. Daryl se acercó con la ballesta al hombro y medio bufando.
-¿Ahora qué pasa?-Le preguntó desde las puertas. Ella se asomó por la ventana de la torre.
-Un imbécil que quiere entrar a la ciudad.
-Venga guapa, abreme. No pienso haceros daño, además una chica me dijo que viniera.-Eso hizo saltar un resorte en Daryl.
-¡Ábrele!-Le ordenó.
-Pero...
-¡Abre!-Le repitió. Ella abrió la puerta y un hombre de más de cuarenta años entró en la ciudad. Daryl se quedó petrificado. No podía ser. Al hombre le faltaba una mano y se notaba que no había pasado hambre.
-Pero mira quién es... Mi hermanita Darylina está viva. Y yo que pensaba que esos bichos te había comido hace meses.
-¿Quién te ha mandado hasta aquí?-Le preguntó secamente.
-Vaya, hermanito, acabo de llegar y ya me estás acribillando a preguntas.
-¿Quién te ha mandado hasta aquí?-Repitió, firme.
-Unos tíos me secuestraron y estuve allí unos días. Me querían dar de comida para los muertos y de repente esa chica salió de la nada y comenzó a dispararles. Los mató a todos, me desató y me dijo que viniese en esta dirección, que encontraría un lugar seguro con muros y comida. Y llegué hasta aquí.
-¿Cómo era esa chica?-Preguntó algo nervioso y desesperado.
-Una de pelo castaño, de unos diecisiete o dieciocho años. La muy guarra parecía estar embarazada.-Dijo riendo.-Eso sí que es jodido en estos días.-Daryl se tensó y agarró a su hermano por el cuello de su camisa.
-Vuelve a decir algo así y...
-Espera espera, hermanito, ¿La conoces?-Daryl no respondió, tan sólo lo miraba desafiante.-Joder hermanito, con cada año que pasa te buscas nuevos problemas.-Dijo sin borrar una sonrisa mezquina de su cara. Leire bajó de la torre y se quedó mirando la escena algo acobardada.
-¿Quién es?-Preguntó refiriéndose al recién llegado.
-Sólo el gilipollas de mi hermano.
-Ya le he oído chillar, me refería a su nombre.
-Yo soy Merle Dixon, encanto.-Le guiñó un ojo. Leire puso los ojos en blanco y miró seriamente a Daryl.
-Debería hablar con Diana, que le de una casa y un trabajo antes de que me arrepienta de haberle abierto la puta puerta.
-Pero qué lenguaje.-Dijo Merle, Leire volvió a poner los ojos en blanco y subió hasta su puesto.-Ya me hablarás sobre esa amiguita tuya, ¿No?
-Cuando ella vuelva no quiero que te acerques.-Le amenazó.
-Pero bueno, cualquiera diría que te importa.
-Dejame en paz, ahora vamos a buscar a esa bruja.-Guió a su hermano hasta la casa de Diana, donde tuvo que pasar por la pequeña “entrvista” de siempre y después le sería asignado un trabajo y un hogar.