Como esperé, fue cuestión de tiempo para que las chicas comenzaran a acercarse a mí y pedirme favores como: llevarle chocolates a mis hermanos ―cosa que me hubiera encantado quedarme, pero yo era alérgica―, pedirme el número de alguno de ellos, pedirme que se los presente o que hable maravillas de ellas.Era agotador.
―Fuera ―escuché la voz átona de alguien, quien solo podía ser el mismísimo Jeon Jungkook. Llamando la atención de las chicas que me acosaban ―. Están en mi lugar.
―A-ah, claro, ya nos íbamos ―soltaron las chicas con miedo al darse cuenta que se trataba de Jeon quien había hablado.
Casí sonreí de solo verlas correr despavoridas. Casi.
Ignorando la manera en que ellas habían desaparecido de mi vista, continué con mi trabajo en la escultura que tenía que entregar para el final del mes. Había estado tan estresada con el tema de las acosadoras de mis hermanos, que no había tenido la inspiración que tenía al principio y ahora me encontraba un poco atrasada.
―Que no se repita.
Cruzando la mirada con Jungkook, le miré confundida ―. ¿Perdona?
Su mentón apuntó hacia la dirección por donde las chicas se habían alejados ―. Que dejes que tus amigas se acerquen a mi zona de trabajo.
―Ellas no son mis amigas ―solté con amargura.
―Me importa una mierda, solo que no se repita.
Le miré como si una segunda cabeza le hubiera salido en su cuello. Pensando que solo estaba delirando, probablemente le estaba sentando un poco mal el hecho de inhalar tanto pegamento, pasé de él y mejor decidí concentrarme en mi escultura de nuevo.
Tenía que pensar realmente qué hacer con el pequeño cuerpo a medias que tenía. ¿Qué tal si uso un poco de metal? Tal vez podría soldar unas alas o algo... nah, es algo demasiado básico, incluso creo que lo vi en un drama.
Chasqueé la lengua antes de gruñir.
Será mejor que vaya a fumar un poco para despejarme.
Dejando los materiales en la mesa de trabajo y acomodándome el mono, que tenía para no dañar mi ropa, sobre mi cintura gracias a las mangas, salí del taller. Bajé las escaleras que había en la parte alta y pronto saqué la cajetilla de cigarrillos para encender uno.
Mi trasero cayó sobre el primer lugar que encontré vacío y pronto me encontré viendo cosas sin sentido en mi móvil. No pasó mucho tiempo, cuando pronto escuché unas risas a lo lejos que llamaron mi atención.
―Ay, pero por favor, Sera, te lo hemos pedido un millón de veces: dame el número de tu hermano ―pidió una chica con el cabello tan rubio, que me preguntaba cuántas decoloraciones podría soportar.
Llevé mi colilla a los labios, inhalando el humo mientras escuchaba con atención. ¿Dónde habré escuchado aquello antes?
―Pe-pero es que, mi hermano es un poco especial para las cosas con su número y él...
―¿Acaso te pregunté eso? Te dije que me dieras su número, sin rechistar. ¿Acaso eres tonta? ―y, ¡zaz! Con la palma abierta, la rubia golpeó a la otra chica que solo atinó a hacerse pequeña en su lugar.
―¡Yah! ―grité, llamando la atención de todas ellas. Por suerte, no se parecían a las chicas que me molestaban por mis hermanos ―. Aquí estás, te he estado buscando por todos lados, ¿dónde te metiste?
La tal Sera, me miró con ojitos de cachorro lastimado, chasqueé la lengua mientras lanzaba la colilla de mi cigarro a los pies de la rubia. Mi movimiento, la obligó a hacerse hacia atrás, qué exagerada.
Para mejorar mi actuación, pasé mi brazo con pereza sobre los hombros de Sera. La chica se hizo pequeña de nuevo, pero yo solo sonreí de manera amigable, una sonrisa que no había hecho desde hacía mucho tiempo atrás.
―Será mejor que nos vayamos, muero de hambre ―murmuré con un mohín en los labios ―. Vamos.
Empujé el pequeño cuerpo de la chica debajo de mi brazo y nos saqué de ahí. Nada más salir de la visión de las acosadoras, me alejé como si ella fuera plaga. Y sin decir nada, comencé mi camino hacia el taller, aunque mi intención quedó a medias cuando sentí que alguien me cogía del brazo.
―Espera ―escuché su voz tímida ―. Quisiera agradecerte por...
―Ah, no hay de qué. Solo pasa de ellas o dile a quien sea que sea tu hermano que las mande a tomar por culo de frente, así te dejan en paz.
Sera asintió sin decir nada, sus mejillas ligeramente teñidas de un color rojizo. Sin esperar algo más de su parte, simplemente asentí e hice mi camino de vuelta al taller.
De pronto, me sentía molesta.
¿Es que acaso nos encontrábamos aún en el cole como para que las chicas siguieran acosando a otras? Me preguntaba seriamente qué tan bueno sería que tomasen terapia para bajarle un poco a su intnsidad u obsesión por las cosas.
―Kim Kyoki ―y hablando de acosadoras. Escuché cómo es que alguien llamaba mi nombre y quise golpearme con el muro nada más de darme cuenta que se trataba de una de las obsesionadas con uno de mis hermanos ―. No, no te escondas, ya te vi.
―No ―sentencié antes de que ella hablase de nuevo.
Ella abultó su labio inferior ―. Anda, Kyoki, te compro un almuerzo por toda una semana.
Me recargué en la encimera de la mesa, mientras llevaba una de mis manos al mentón y la otra la dejaba en mi cadera, haciéndome la interesante. Como si estuviera pensando realmente su propuesta. Que venga, tener el almuerzo por toda una semana, era un ofertón, pero...
―No.
La chica pataleó. Si quiera recordaba su nombre ―. Anda, solo tienes que darle esto a Namjoon sunbae y lo demás me lo dejás a mí.
―Ya te dije que no sé quién es el tal Nanhon ―me hice la desentendida, mientras me colocaba bien el mono. Tenía que comenzar a trabajar si quería entregar esta escultura a tiempo.
―Joder, tía, que no te estoy pidiendo demasiado, solo que le des estos chocolates a tu hermano.
―Es alérgico al chocolate ―mentí.
―¿Por qué eres así conmigo? Eres demasiado mala ―lloriqueó, lo que terminó con mi paciencia.
Acercándome a ella, cogí la caja de chocolates que me tendía, con un poco de brusquedad. Después, me acerqué lo más posible a su oído y susurré con la voz más gélida que pude encontrar en mí.
―Porque a ninguno de mis hermanos les interesa salir con chicas tan vacías y mierdilla como vosotras.
Mis palabras parecieron calarle de alguna manera. No sabía si sentirme mal por ella porque había sido demasiado dura o porque en realidad ella se sentía tan poca cosa que creyó cada una de mis palabras. Sea como sea, no era mi problema.
Suspiré con tranquilidad cuando noté que ella se alejaba de mí con los ojos aguados.
―Patético ―susurré antes de ponerme a trabajar de nuevo.
Al darme media vuelta, mi mirada cruzó con la de Jungkook, quien al parecer tenía una sonrisa bailando en la comisura de sus labios. Mirad eso, he hecho reír al matón de la escuela.
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Hard to love | ʲᵘⁿᵍᵏᵒᵒᵏ
FanfictionA lo largo de mi vida, he conocido personas que solo me han utilizado para algo en concreto. Ya sea para prestarles dinero o porque necesitan a alguien que haga las cosas que ellos no quieren hacer. Me es difícil confiar en las personas, pensé que...