Kim Kyo no llamó en ningún momento desde que llegué a casa para que la recogiera de la cena que tendría con su hermano. Debo decir que, me sentía un poco nervioso desde que me mencionó que iría a verle. Creo que Kim Kyo no puede estar en un lugar encerrado con sus hermanos por mucho tiempo sin que pueda romperse. Era un nervio demasiado frágil para ella del cual yo le daba todo el tiempo del mundo para que se sintiera tranquila y poder hablarlo.Los temas familiares, yo sabía, de primera mano, que eran los más complicados de lidear. Para mí, eran como un grano en el trasero tener que hacerlo. Mencionar a mi padre, mi madre biológica y a mi madrastra, sin nombrar siquiera a mis hermanos en una misma ecuación... joder, no.
Me costaba un poco entender cómo es que aún habían ese tipo de familias con los que no podías contar ni un segundo. Mi familia, por más disfuncional que era, siempre ponía se ponía ante todo primero.
Destapé mi tercera cerveza justo en el momento que escuché el pitido típico de la puerta al ser abierta. Gracias a que mi sala estaba conectada con la puerta principal, pude ver cómo el cuerpo de Kim Kyo ingresaba a casa. Verla me relajó, pero, verla también me puso tenso. Así que, analicé su postura, más en concreto, revisé sus ojos.
Coloqué la cerveza en la mesa de café y me acerqué a ella. No llevaba mis anteojos y me había quitado las lentillas, de lejos no podía ver bien.
Ella rió cuando cogí su rostro en mis manos ―. ¿Qué haces, loco?
Ella rió. Mi cerebro solo pudo captar eso. Dejándome a saber que no estaba triste. Sus ojos estaban normales, con un poco de ojeras por estar trabajando en sus proyectos, la piel brillosa y sana de siempre y un poco corrido el rímel por haber estado sobre su rostro todo un día. Su cabello estaba suelto, a diferencia de cómo se veía en la mañana que la dejé en la escuela.
―Te extrañé ―medio mentí. Quiero decir, sí, la extrañé, pero esa no fue la razón por la cual la cogí así.
Sonrió y se quitó la otra bota con la mano ―. ¿Bebiste?
―Unas cuantas cervezas ―mi aliento debía oler a alcohol, el suyo también lo hacía un poco ―. ¿Tú?
―Un par de copas de vino.
Me imaginé que necesitaría la ayuda posible para estar con sus hermanos. Me sentía ansioso, necesitaba detalles. De ser posible, poder ver todo lo ocurrido desde su mente como lo harían en las películas de ciencia ficción.
Seguí a mi novia hacia el sofá, en donde se dejó caer, se cubrió con la manta que teníamos en el apoyabrazos y luego cogió la cerveza que yo recién había abierto. Le dio un largo trago, el cual le hizo hacer una mueca graciosa y después suspiró. Sacó su mano de la capa que hizo con la manta antes de golpear el lugar a su lado. Entendí su indirecta sin mucho problema.
―Seokjin hizo un trato para que yo pueda recuperar mi finiquito ―murmuró ella, con voz dulce, incluso, podría decir que emocionada. Me sentí feliz al respecto.
―Espera, ¿cómo que hizo un trato? ¿Tu hermano con tu padre?
Ella asintió, sus ojos se abrieron como si también fuera una sorpresa para ella ―. Lo sé. Me costó creerlo. Pero, no, no fue con mi padre; fue con Baekhyun.
Todas mis ilusiones se fueron a la mismísima mierda nada más escuchar aquél nombre. Mi mueca cayó en el segundo cero que sentí una presión en el pecho.
―Baekhyun ―repetí.
―Mhm, el amigo de la infancia, ¿lo recuerdas? Os presenté el otro día.
Recuerdo cómo es que te miraba ―. Sí, lo hago. ¿De qué es el trato?
―Ah, no es nada. Quiere que, cuando se nombre al heredero de la firma Kim, el cual será Jin, obviamente ―la obviedad en sus palabras durante lo último, era dolorsa ―. Me asegure de hacer algo al respecto.
Fruncí el entrecejo ―. ¿Cómo que hacer algo? ¿No quiere que Jin sea el presidente?
―Seokjin no es una buena persona la mayor parte del tiempo a la hora de hacer negocios, no tiene, ¿cómo se dice? Una mente fría.
―Amor, tu hermano es el chico más frío que he conocido en mi vida.
Ella sonrió, aún cuando sus mejillas se colocaron ligeramente rojizas por el mote ―. Siempre se va por la primera tangente, nunca hace negocios de verdad.
―Ya y, ¿acaso tú sí?
―Hacemos la compra juntos, ¿lo recuerdas? ¿Quién logró que el señor del puesto de frutas nos vendiera los melones con un cuarenta de descuento?
Tenía razón. Un día, Kim Kyo y yo fuimos a hacer la compra en el mercado que está por aquí cerca. Ella se había empeñado a bajarle el precio a unos melones, por comprar tres. Su argumento era: ¿quién le compraría tanta fruta como nosotros? Tomando en cuenta que en nuestra casa siempre están mis hermanos debíamos tener el frigorífico lleno.
―Bueno, entonces, llevaré mis wones a otro puesto en donde prefieren mantener a un cliente contento y leal, que vendrá siempre a comprar, que a dónde no ―ese había sido su argumento final.
Las comisura de mis labios se bajaron en una sonrisa de cabeza dándole la razón. Ella sonrió feliz.
―Odio los negocios, pero, también soy una artista, sé lo que valen las cosas. Puedo verle potencial a todo.
―¿Y eso qué tiene que ver con la presidencia y tu finiquito, a Jin haciendo un trato con Lee? ―pregunté.
―Cuando mi hermanos sea el presidente, que lo será pronto, quiere que yo siempre esté en las juntas y escuche todo.
Junté el dos más dos ―. O sea, quiere que seas tú quien tome las decisiones.
Asintió ―. Así yo no tengo que estar metida en una oficina todo el tiempo, puedo hacer lo que quiera y tendré todo lo mío.
―Es un sacrificio, después de todo.
Se encogió de hombros ―. Pero no uno tan malo. Trabajar para Baekhyun no es malo. Él nunca es malo conmigo.
―Ya ―dije por último, viendo cómo ella se terminaba mi cerveza.
Cuando la terminó, aplastó la lata con una mano y estiró los brazos por sobre su cabeza ―. Ha sido un día largo, ¿nos vamos a la cama? Tengo mucho sueño.
Asentí al tiempo que ella se salía de la manta. Se puso de pie, tirando de mí en el proceso. Cuando notó que estaba un poco callado, su entrecejo se frunció. Me preguntó que si qué ocurría.
―Estoy pensando en los pros y los contras de esa negociación.
―Ay, Jungkookie, no hay mucho qué pensar. Además, no es algo que tengamos que pensar en estos momentos ―sus brazos se colocaron alrededor de mi cuello. Los vellos de esa zona se erizaron. Cada vez, le era más fácil estar cerca de mí ―. Preocupémonos de eso en el futuro, ¿vale? Aún falta para ello.
No pude resistirme por mucho tiempo, teniendo en cuenta que Kim Kyo había aproximado sus labios con los míos y, conforme hablaba, estos rozaban. Sentir su aliento a alcohol me gustaba demasiado, mucho más de lo que me gustaría admitir en voz alta. Hice presión en sus belfos un momento.
―¿Sabes? Yo no tengo nada de sueño ―anuncié de pronto, cogiéndola por las piernas para que las enredase alrededor de mi cintura ―. Nada, nadita de sueño.
―¡Jungkook! ―fue lo último que exclamó entre risas antes de que mis labios impactaran con los suyos de nuevo.
Tenía razón, no había razón para sentirme impaciente, después de todo, aún había tiempo para ello.
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Hard to love | ʲᵘⁿᵍᵏᵒᵒᵏ
FanfictionA lo largo de mi vida, he conocido personas que solo me han utilizado para algo en concreto. Ya sea para prestarles dinero o porque necesitan a alguien que haga las cosas que ellos no quieren hacer. Me es difícil confiar en las personas, pensé que...