Chapter 5 ; cliché

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Me reí

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Me reí. La verdad es que lo hice, en el momento que llegamos al edificio donde vivía Jimin y que sabía que Jungkook también lo hacía.

―Vas a quedarte aquí y no saldrás hasta que yo llegue ―había dicho Jungkook antes de salir por la puerta y ponía seguro.

Así que, aquí estaba, en el piso de un desconocido que posiblemente era el matón de la escuela. Me pregunté muchas veces qué diablos hacía haciéndole caso, pero cuando llegué al frigorífico decidí que sería la mejor idea del mundo. Aunque, primero tuve que ducharme para de verdad no coger un maldito resfriado.

Tras haberme bañado, robando una bata de color negro que había detrás de la puerta del baño, salí de la habitación para buscar dónde estaba la secadora.

―Qué chico más raro ―murmuré cuando me di cuenta que Jeon tenía muchas cosas que olían demasiado bien para la ropa. Poniendo más de tres hojitas de esas de olor que van en la máquina, encendí la secadora para que mi ropa estuviera seca.

Encontrando un recipiente con lo que parecía ser lasaña, decidí que podía robar un poco de comida. Si se molestaba conmigo, lo mejor que podía hacer era hacerme el loco. En el peor de los casos, me sacaba a patadas de su piso y si eso pasaba, pues enfrente se encontraba el piso del amigo de mis hermanos.

Para cuando me dejé caer en el cómodo sofá que Jeon tenía en su sala, busqué con la mirada en dónde podría estar el control y me sorprendí cuando lo vi frente a mí, en la mesa que estaba a un costado del sofá. Junto a otros tres, uno de lo que presumía ser una bocina, uno de quién sabe qué y otro de una consola. Taehyung tenía una igual, así que me daba una idea.

Con la televisión encendida, viendo si tenía la aplicación para ver dramas. Me sentí ofendida cuando no la encontré, así que, me tomé la liberdad de descargarla y después, poner mi cuenta. Odiaba los malditos comerciales. Una vez que encontré un drama nuevo que quería ver, le di a play.

Estaba a la mitad del segundo capítulo, cuando escuché que la puerta estaba siendo abierta. No me tensé, pero sí me puse un poco nerviosa. ¿Jeon se molestará cuando me encuentre en bata, con su lasaña terminada en la mesita de café y yo usando su televisión?

En el momento que se tumbó a mi lado, con los ojos cerrados, me di cuenta que a lo mejor ni se dio cuenta. Iba a decir cualquier cosa, lo que sea, pero tuve que contener el aliento cuando me di cuenta que su rostro estaba un poco mallugado. Pero si así no se veía cuando lo vi por última vez.

―Veo que te has duchado ―dijo con voz áspera, aunque no gélida.

―No podía pescar un resfriado ―murmuré yo, sin saber qué hacer ―. ¿Tienes un botiquín?

Moría por preguntarle qué le había pasado, aunque no quería tentar a mi suerte y mejor me quedé callada. Esperaba que no me echara aún. Lo mínimo que podía hacer por salvarme de la lluvia, era curar sus heridas. Por una vez en mi vida, agradecí que mis hermanos nunca cuidaran de mis heridas, por lo que sabía a la perfección que esos cortes tenían que ser curados de inmediato sino quería quedar con marcas.

―En el baño donde te duchaste, en el mueble detrás de la puerta ―me sorprendió que me dijera en dónde se encontraba, así que, tras escucharlo salí de la sala para ir hacia donde me había indicado.

Cuando regresé, Jungkook se encontraba en la misma posición en la que lo había dejado, sin embargo, ahora no tenía su cazadora puesta, solo su hoddie.

―Puede que esto arda un poco ―le advertí, luego de haber mojado una motita de algodón con alcohol.

―Solo hazlo con... ―se calló cuando sintió el líquido quemar la herida. Yo sabía el dolor y ardor que estaba sientiendo, así que solo quité la mota y comencé a soplar para que seque más rápido ―. ¿Curas muchos rostros golpeados?

Por lo menos me había dicho más o menos lo que le había pasado: le habían dado una paliza.

―No. Pero... ―no sabía si decirle, aunque tampoco es como si fuera la gran cosa ―. Cuando era niña, me caía mucho, así que, tenía que apañármelas. Tengo las rodillas y las palmas hechas mierda por ello.

Sin abrir los ojos, dirigió su mano hacia la mía, por instinto la quité. Pero él, no se quedó tranquilo hasta que la cogió y fue cuando finalmente abrió los ojos. Su mirada analizaron mis paldas, un poco mayugadas con muchas pequeñas cicatrices. La más grande, era una de la cual, medía cerca de cinco centímetros de longitud. Se veía gruesa, porque solo atiné a colocarme una benda alrededor.

―¿Cuándo te hiciste eso? ―preguntó al tiempo que pasaba la yema de su dedo sobre la herida ya cerrada, me dio cosquillas, intenté quitar la mano, pero él lo impidió.

―Tenía diez años. Una cría me empujó, yo tenía una botella de cristal en la mano ―le expliqué ―. La enfermera casi se desmaya cuando me ve con todo ese montón de sangre, solo atinó a ponerme una benda.

Él chasqueó la lengua ―. ¿Y tus hermanos?

―¿Cómo sabes que tengo hermanos?

―Digamos que son famosos. Y las chicas de la escuela son muy ruidosas, más cuando se encuentran en la fila de la cafetería.

Mis ojos se abrieron de par en par, ¿me estás diciendo que él estaba presente cuando mi estúpido hermano me expuso como familiar? Maldito, mil veces maldito Taehyung.

Bufé.

―¿No os lleváis bien? ―preguntó curioso, yo ya había terminado de limpiar sus heridas.

―¿Has visto a mis hermanos?

Él asintió ―. Vale, lo pillo. Debe ser horrible ser tú.

―Solo finjo que soy adoptada o mejor, hija única ―bufé, él volvió a cerrar los ojos y recargó su cuello sobre el respaldar del sofá. Pronto me sentí incómoda con su bata ―. Creo que mi ropa ya está seca, voy a ir a cambiarme.

Sin esperar respuesta, tiré lentamente de mi mano, cosa que él dejó ir.

Al cabo de un momento, finalmente regresé con mi ropa puesta. Olía de maravilla. No podía creerlo. No podía dejar de oler las mangas de mi jersey, mientras caminaba por el pasillo hasta llegar a la sala. Ahí me encontré con que Jungkook tenía el ceño fruncido mientras miraba su móvil.

Sin querer entrometerme, cogí los platos sucios que había dejado y caminé a la cocina como si me encontrase en mi propia casa. Al poco tiempo, escuché cómo él seguía mis pasos.

―Te comiste mi cena ―me reprochó ―. La había hecho la vecina de enfrente por mí.

Conocía este piso como la palma de mi mano, no había ninguna viejecita dulce cruzando la puerta. Viré los ojos.

―Seguro que solo le sonríes y te hace otra.

―¿Ya celosa tan pronto? Permíteme invitarte a una cita primero, ¿no crees?

Terminé de fregar los pocos trastos y después me sentí culpable. Tenía razón, me había comido su cena, tan placenteramente que ahora tenía que hacer algo. Solté un bufido mientras me recargaba en la encimera y me secaba las manos.

―Miré tu refri, no tienes una mierda de comida ―murmuré, después comencé a caminar hacia el sofá en donde había visto mi móvil ―. ¿Qué quieres de comer? Puedo pedir un delivery.

Jungkook pareció pensársela un momento, después se encogió de hombros ―. Pizza, con extra de peperoni y orillas rellenas de queso.

Viré los ojos, eso eran como tres mil wones extras.

Hard to love | ʲᵘⁿᵍᵏᵒᵒᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora