Chapter 3; Kyoki's revange

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Con una sonrisa de oreja a oreja, mirando cómo es que mis hermanos se encontraban en la sala de la casa haciendo sus cosas por igual, me acerqué y les lancé cada una de las cosas que habían en mi mesa de trabajo y que las admiradoras habían dejado

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Con una sonrisa de oreja a oreja, mirando cómo es que mis hermanos se encontraban en la sala de la casa haciendo sus cosas por igual, me acerqué y les lancé cada una de las cosas que habían en mi mesa de trabajo y que las admiradoras habían dejado.

―¡Pero qué carajo! ―bramaron los tres al unísono al sentir las cajas caer sobre sus cabezas ―. ¡Kyoki!

―¿Podríais hacer que vuestras novias dejen de joderme la existencia? ―masqué molesta mientras me sentaba en uno de los sofás individuales y comía de las frituras, las únicas cosas de los montones que podía comer. Qué triste era ser alérgico al chocolate.

―Ugh, pero qué molestia ―se quejó Seokjin con una mueca de asco ―. Estos si quiera son chocolates caros.

Viré los ojos, claro que él sería un interesado, después de todo era un mimado.

―¿Crees que recibir obsequios es algo malo? Espera tener a todas las chicas detrás de ti sin importar todo lo que haces ―se quejó Namjoon mientras se colocaba bien las gafas sobre el puente de su nariz.

―¿Sabes cuántas chicas se metieron al ensayo y estaban grabando? Son un puto grano en el culo ―ahora fue turno de Taehyung quejarse.

Volví a virar los ojos ―. Ay, pero qué duro es ser vosotros.

―Kyo, ¿por qué no nos haces un favor y te vas a tomar por culo? ―mascó Jin, mientras lanzaba otra caja de chocolatinas sobre la mesa ―. Mira, que te obsequio esto. Tómalo como una botana para el camino.

Alzando el dedo medio, me levanté del sofá y caminé hacia las escaleras. La verdadera razón por la que había venido a la casa, era porque necesitaba unas herramientas que no había llevado a mi dormitorio.

Fue cuestión de tiempo para estar en mi vieja habitación, esta estaba igual que siempre. Aunque no esperaba menos, sabía que ninguno de mis hermanos entrarían a este lugar ni aunque les pagaran y ellos, por dinero, hacían muchas cosas. Justo debajo de la cama, era donde sabía que encontraría mi caja de herramientas.

―¿Qué mierda? ―me pregunté cuando no la encontré ―. Si estoy segura que la puse aquí la última vez que vine.

Caminé hacia mi armario y me metí en lo más profundo, tanto que pensé llegaría a Narnia. Pero nada.

Solo quedaba una opción, uno de los idiotas sí que se había metido aquí para husmear.

―¿Quién de vosotros, idiotas, entró a mi habitación? ―masqué gélidamente detrás del sofá, con las manos sobre los hombros de Seokjin y Namjoon.

―¿Para qué carajos entraría a tu dormitorio? ¿Qué podrías tener tú que yo necesite? ―mascó Jin. Puntos por la honestidad de mierda que siempre tiene. Miré hacia Namjoon.

It wasn't me―se quejó.

Así que me quedó la última persona, la cual sí que sería un poco estúpido como para poder entrar en mi lugar. Aún cuando yo ya no vivía en esa casa, era mi santuario y tenían estríctamente prohibido entrar ahí.

Tae chasqueó la lengua ―. Vale que he sido yo, joder. Pero que ha sido solo porque Jiminie me ha pedido un poco de ayuda con algo.

―¿Acaso no pudieron comprar una puta caja de herramientas? ―me quejé ―. Que la pasta os sobra.

―Estábamos aquí, no íbamos a ir hacia la tienda donde las venden solo por eso, qué pereza ―le restó importancia ―. En fin, si quieres tu preciada caja, deberás ir a con él. Que se la ha llevado.

Debes estar de coña. Es por esto que odiaba a mis hermanos, de verdad. Bufé. La verdad es que no valía la pena enojarme más por esta situación. Taehyung, ni en un millón de años, solucionaría esta mierda. Por supuesto que no. Si quiera me llevaría al piso de Park para que pueda recoger mis cosas y después dejarme en mi dormitorio.

Así que, para ahorrarme horas de enojo, mejor salí de la casa en dirección a complejo del estúpido de Park.

Fue cuestión de tiempo para que yo llegase hacia el complejo de Jimin. La verdad es que este vivía demasiado cerca a la universidad, gracias al cielo, por lo que solo tenía que tomar un único autobús, después de aquí: me encargaría de caminar las pocas cuadras que quedaban para llegar a mi dormitorio. Qué más podría hacer: contar la caminata como ejercicio. A fin de cuentas, hacía mucho tiempo que no me ejercitaba. Qué va. Yo no lo hacía demanera apropiada.

Presentándome al portero, pues nunca había venido a este complejo, me di cuenta que en realidad Jimin no era tan chupabolas como mis hermanos. Que sí, estábamos en un edificio caro, pero era algo que incluso yo hubiera comprado.

Tras una sonrisa de lo más falsa, hice mi camino hacia el piso que me había indicado. Esto, claro, después de llamar a Jimin para preguntarle si me conocía de algún lado. Más le vale que tenga la mínima idea de porqué me encontraba aquí o sino lo mataría.

Justo cuando las puertas se estaban cerrando, una mano las detuvo. Por inercia, me acerqué hacia el tablero y presioné el botón para que las puertas se abrieran. Aunque, el haberme estirado de esa manera, solo me dejó más cerca de la persona que había detenido el asensor. Y qué desagradable sorpresa al darme cuenta que se trataba del mismísimo Jeon Jungkook.

El chaval no dijo nada al respecto, ni un puto gracias. Así que yo, solo pasé de él. Si él iba a hacerlo conmigo, entonces yo también lo haría. Total.

Si quiera me fijé qué piso había oprimido, en su lugar, me concentré en los mensajes inexistentes que tenía en la bandeja de entrada. Joder, cómo añoraba tener un grupo de amigos con quiénes poder distraerme.

Guardé el móvil en mi bolso y recargué mi cabeza en la pared que se encontraba detrás de mí, deseando con salir de este espacio de una vez por todas.

―Piso veintidós ―anunció una voz. Mi piso.

Fingiendo por completo el ser paciente, esperé a que las puertas se abrieran. Y a mí se me antojaron que estas fueron demasiado lentas en su trayecto.

Sentía la mirada de Jeon sobre la puta nuca, poniéndome los pelos de gallina.

Cuando estas se abrieron por fin, salí sin dudarlo.

No sin antes escuchar un ―: Buenas noches, Kim Kyoki.

Sorprendida, me di media vuelta tan rápido, que nuestras miradas chocaron. El bastardo estaba sonríendo como si la situación le fuera divertida. Incluso, hizo un movimiento con los dedos justo cuando las puertas se estaban cerrando.

El muy imbécil.

Hard to love | ʲᵘⁿᵍᵏᵒᵒᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora