A lo largo de mi vida, he conocido personas que solo me han utilizado para algo en concreto. Ya sea para prestarles dinero o porque necesitan a alguien que haga las cosas que ellos no quieren hacer.
Me es difícil confiar en las personas, pensé que...
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La noche estaba próxima en caer. Algo que me ponía de los nervios porque lo único que quería hacer desde hacía unos días, exactamente desde que Kim Kyo se fue a vivir a mi piso. Pues ahora, tenía una urgencia por llegar a mi resinto y acostarme con ella en la sala para ver películas que al principio se negó a ver, pero que finalmente acepta que fueron buenas. O tal vez para terminar de comer un poco de ramen con kimchi, su favorito.
Pero no. Yo tenía una responsabilidad que se llama Unholy y tenía que atenderlo, por lo menos al inicio, porque también tenía una pelea más tarde. Pelea en la que sabía que Kyoki estaría, según las palabras de mi hermano: él llevaría a mi amuleto de la suerte.
No había tenido una pelea desde aquella vez que salí por primera vez con ella, ya hace dos meses y la verdad es que, me sentía un poco nervioso por ella.
Un mensaje llegó a mi móvil mientras yo estaba firmando algunas cosas relacionadas con el negocio, sacándome de mis pensamientos. Se trataba de Kyoki, avisaba que estaba en su descanso y preguntaba si había comido algo.
Estaba respondiendo cuando pronto alguien tocó la puerta, al alzar la mirada, me encontré con Yugyeom, el bartender que tenía en la barra.
―Tío, lo siento por molestar, pero afuera hay un señor que pide hablar contigo.
―¿Te dijo su nombre? ―pregunté alzando una ceja, concentrado en responderle a mi chica.
―Kim no se qué, dijo que era el padre de Kyoki.
Esas palabras me tensaron. Por mucho. Respiré profundo antes de levantarme de mi lugar e ir hacia donde mi amigo me indicaba.
¿Qué demonios quería ese sujeto como para venir a mi bar?
No tardé mucho en llegar justo a la barra, en donde las múltiples luces de color neón morado y azul le daban una ilusión demasiado abrumadora. Para cualquiera, menos para mí. Conocía a los sujetos como él, mi padre me enseñó a lidear con ellos desde que era demasiado joven y más aún cuando le comenté que quería abrir mi propio negocio.
―¿Quería hablar conmigo? ―pregunté, haciendo que él dejara de ver la decoración que tenía para centar su atención en mí.
Sonrió de lado ―. Debo decir que me sorprendes, cuando mencionaste que corrías un bar, pensé que sería uno de esos baratos donde los pobres van a gastar su dinero. No que serías el dueño de un bar tan prestigioso.
―¿Viene para hablar de negocios? Si es así, quiero decirle que no me importa nada de lo que me ofrezca. Ya puede retirarse.
La verdad es que no lo toleraba, no desde que vi la manera en que había abofeteado a Kim Kyo frente a mí. Debo admitir que me sentí demasiado culpable el haber permitido que aquello ocurriera, pero estaba tan sorprendido por tal violencia hacia su propia sangre, que me quedé helado. En mi casa jamás había visto ese tipo de comportamiento, solo en las peleas y era una zona en donde no esperas abrazos precisamente.
