Cap. 22: Amistad... o celo

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Pasaron ya 2 meses desde que Qin Shi Huang se quedó por el lado de los humanos y su cambio más notable... fue su actitud.

Ya no era el Qin alegre que todos conocían, ahora, simplemente se le veía serio o calmado, rondando así de vez en cuando por los pasillos.

En todo ese tiempo, Simó trato de consolarlo, llevándolo a su habitación o quedándose a dormir con él, pero simplemente no lograba hacer que Qin mantenga su sonrisa; hubo veces en dónde Simó despertaba a media noche y lo encontraba parado cerca a su ventana pidiendo perdón a Perséfone y a Hades mientras veía la luna, no obstante, cuando su amigo se daba cuenta de aquello, sin decir nada volvía a la cama y comenzaba a cerrar los ojos para dormir, sin darle más importancia al asunto cuando amanecía.

Hasta ahora, Simó soportó esas actitudes calmadas y tristes, pensando que su amistad lo ayudaría a recuperarse, pero ahora, simplemente estaba cansado y agobiado, ya que este Qin Shi Huang, comenzó a fastidiarle y de cierta forma, eso lo hacía sentir terrible.
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—Qin, fue suficiente— fueron las palabras que salieron de la boca de Simó en ese mismo instante mientras veía al emperador acariciar a su pequeño perro Siberiano.

—¿Eh?...— el emperador no comprendía lo que pasaba ahora, así que siguió acariciando al pequeño perro mientras seguía el ritmo de la conversación —¿Sucede algo Simó?— preguntó.

—¡Sí!, después de que regresaste a tu habitación y de que le pidieras una disculpa al Sr. Tesla, no haz vuelto a ser el mismo— dijo Simó mientras se acomodaba en el sofá para estar viéndolo seriamente desde el costado.

—No sé de qué hablas amigo jaja...— la sonrisa de Qin era falsa y eso fastidio mucho al francotirador.

—Hablo de Hades...— dijo seriamente Simó antes de continuar —Desde que me contaste que le admitiste tus sentimientos y el rechazo que te dió, déjame decirte que no haz vuelto a ser el mismo. Siempre te digo que puedes confiar en mí si tienes algún problema, pero simplemente veo que te lo guardas ¡y eso me preocupa!— exclamó —Qin, te lo digo de nuevo y no me voy a cansar en decírtelo, yo confío en tí, me haz ayudado a superar crisis muy intensas, demasiado conflictivas y muy confusas, pero ahora... déjame ayudarte, déjame saber... ¿qué te ocurre amigo?—

Las palabras suplicantes de Simó dejaron mudo a Qin, su amigo estaba muy preocupado por su bienestar y eso lo entendió muy bien, pero cierta parte de él... no quería mostrar cuán dolido estaba, ¿protección?, ¿molestia?, ¿orgullo?, no podía decifrar muy bien sus pensamientos, sólo sabía que esto debía acabar y para eso tenía que volver a la normalidad, no ahora, sino cuando saliera el sol nuevamente.

Así que ya decidido, dejó al cachorro a un lado y miró a su amigo con una de sus sonrisas, sin fingir, sólo dándole su más sincera gratitud.

—Perdón por preocuparte Simó y descuida, el Qin que conoces volverá mañana— tranquilamente se levantó de su asiento, pero en eso siente como la mano de su amigo agarra su muñeca, así que esta vez volteó a mirarlo.

—¡Idiota!— Simó estaba enojado —¡no me refería a eso!, tú... ¡idiota!— el francotirador sabía perfectamente que otra vez el emperador se protegía por un muro de palabras, así que sin darle tiempo para reaccionar, lo jaló y lo tumbó en el sofá, para está vez estar encima de él y confrontarlo, con sus manos a los costados de su cabeza y sus brazos extendidos para dar cierta distancia entre ellos.

—Simó... no es necesario que...— pero fue interrumpido.

—Oh... si es necesario— habló seriamente Simó —tanto tú y yo, ¡ambos!, somos un desastre...— Simó le quitó la venda a Qin y continúo hablando mientras miraba fijamente a esos ojos estrellados —tanto tu alfa como el mío... aman a otras personas...— esto sorprendió a Qin.

Patinando en hielo (Hades x Qin Shi Huang) (Yaoi/BL Snv)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora