—Bien —Aún intentaba recuperar su respiración —, ahora sí. Tu y yo, vamos a hablar —me informó con el seño fruncido.
“No pienso permitir esto. No quiero admitir que soy un tipo celoso aunque se que soy un tipo celoso, así que como todo hombre debo mantener mi orgullo sobre todo, así tenga poco.”
[¿Qué poema chino es ese?]
¡Significa que yo no pienso admitir mi derrota!
—Rosh, diles que me suelten —exigí.
Él, aunque estaba sorprendido, pareció indignarse por mi atrevimiento.
—¡Te dije que tú y yo tenemos que hablar y eso haremos! ¡No me dez ordenes cómo si tuvieras alguna clase de poder en este momento! —sentenció sin importarle lo que decía.
—¡Tu y yo no tenemos nada que hablar, Rosh! ¿¡Cuántas veces quieres que te lo repita!? —exclamé, volviendo a intentar zafarme del agarre de las suricatas, descubriendo en el proceso que son más fuertes de lo que creí.
[Es el poder del fandom.]
—¡Cállate, no pienso repetir la historia! ¡Así que vamos a hablar así sea a la fuerza! —gritó.
—¡Vete al diablo! —solté sin pensar por la forma tan mezquina en la que se dirige a mi, aunque eso hizo que se enojara más.
Se agachó frente a mi para tomarme de la franela, aún las suricatas me tenían preso y me dolía el cuerpo, en especial el hombro porque Rosh jalo la tela presionando la herida.
—¡Repite eso, vamos! ¿Por qué me maldices? —cuestionó irritado.
—¡Ahg-. —callé el quejido lo mejor que pude y me concentré en la situación. Eso que dijo me hizo pensar las cosas, ¿Repetir la historia? ¿Eso qué tiene que ver? Él es el que se esmera en hacer un conflicto de algo de debió haberse quedado en el olvido —. ¡Es que tú... Eres un mentiroso!
—¿Qué? —cuestionó molesto —. ¡No soy ningún mentiroso! ¡Tu eres el mentiroso! —exclamó, apretando más mi ropa haciéndome doler más la herida.
¿Que yo qué?
—Ahmmm... —No quiero que sepa que estoy herido severamente, pero carajo esto duele —. Me lleva —mascullé —. ¿¡Y en qué te mentí!?
—¡Oigan, viene un maestro! —gritó alguien, y de pronto las suricatas me soltaron y terminamos por caer al piso, por suerte Rosh me soltó y puso sus manos en el piso aguantándose para no presionarme contra el suelo, pero me rozó la herida y eso sí que dolió, aunque no estábamos muy lejos del piso.
Todos se miraron, Rosh y yo incluidos, y como si fuera algún tipo de código implícito, todos los que estábamos en el piso nos levantamos y salimos corriendo con los demás que ya estaban de pie.
Fue increíble ver cómo en ese momento, a nadie le importe yo, porque hasta codazos me dieron, pero las suricatas, esas sí seguían protegiendo a Rosh cómo su muralla personal, fue entonces que me les adelante y corrí lo más rápido que me permitían mis piernas. Me lleve una sopresa al darme cuenta que logro correr más rápido y por más tiempo que antes, tanto que logré aventajar al grupo y correr solo delante de ellos, incluso el dolor de la herida quedó relegado.
[Siento que podríamos ganar las olimpiadas.]
Vale la pena soñar.
—¡Hey! ¡No te me vas a escapar! —gritó Rosh, comenzando a perseguirme, liderando a su grupo de suricatas y algunos otros chicos que no sé si nos siguen para ver el desenlace o qué.
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Esta Vida Mía [Borrador] [BL/COMEDIA]
Novela Juvenil¿Qué tan tragicómica y rara puede ser la vida de un adolescente estadounidense de clase media? Pues mucho. ...