||53. Y Así Llegamos Al Domingo, Parte 2: Tenemos Que Hablar ||

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Lo que ocurrió fue que poco después de que Rosh y yo nos conociéramos, tuvimos una excursión en la escuela para, según los maestros, reforzar la amistad y unión entre los compañeros al principio del año, o una pendejada así, además de aprender en un viaje recreativo sobre la fauna salvaje.

El viaje fue a un pequeño zoológico donde había espacios para que los niños pudieran interactuar con algunos de los animales libremente y tenían en aquel momento, y por tiempo limitado, un bebé tigre rescatado que pronto sería llevado a otro zoológico mejor equipado donde también había más tigres, ya que en el zoológico al que íbamos no había tigres ni leones por lo que era algo único; Rosh y yo estábamos muy entusiasmados por ver a ese tigre, puesto que en aquel momento, curiosamente, ninguno de los dos había ido a un zoológico y nos fascinaba la idea de un felino peligrosísimo en una forma tierna y vulnerable, así que por supuesto que íbamos a ir.

El problema surgió cuando nos enteramos de que, por temas de presupuesto, varios grados y salones irían al zoológico el mismo día y al mismo tiempo, y, entre ellos, estaba la clase de Alexander y sus amigos. Rosh y yo pensamos seriamente en no ir, pero éramos jóvenes y la oportunidad de ver a ese bebé tigre no sabíamos si se volvería a repetir, por lo que, incluso contra lo que fuera, decidimos ir, ya que Alexander no podía hacer que no disfrutáramos de nuestra infancia... ¿Qué íbamos a saber nosotros que si podía? Y bastante...

Él nos amenazó, en varias ocasiones, para que no fuéramos, pero igual Rosh lo encaró y le dijo que iríamos y que se tenía que aguantar. Obviamente, eso molesto a Alexander y nos aseguró que la pagaríamos en la excursión; cosa que, aunque nos asustó, no nos importó porque Rosh y yo nos prometimos que nos cuidaríamos la espalda mutuamente. Por desgracia, el día de la excursión, amanecí con un dolor en la garganta y una tos terrible que luego se transformó en gripe. Mi madre me negó ir a la excursión por seguridad y para no contagiar a los otros niños, así que, literalmente, con dolor, y después de un corto llanto, le pedí a mi madre que llamara a la de Rosh para decirle que no iría personalmente.

Como se esperaría de Rosh, su respuesta fue que si yo no iba él tampoco iría, pero, con la poca voz que tenía en aquel momento, le dije que no debía dejar de divertirse por mí y que debería de ir. Y aún me acuerdo perfectamente de lo que me dijo por teléfono:

—¡Entonces iré y le tomaré una foto para que lo veas!

«Ahora que lo pienso, ¿Dónde está esa foto...? Sé que la debo tener por algún lado...»

Miré alrededor de mi cuarto reflexionando en dónde la pude haber dejado. Estoy seguro de que él me la dio, era un tigre bebé muy bonito, aunque se notaba que había sido rescatado, y yo la guardé, pero... ¿Dónde?

«Ahora deberé buscarla

Rosh se movió un poco, llamando mi atención, por lo que creí que se había despertado, pero solo se estaba acomodando mejor. No pude hacer más que suspirar aliviado, por ahora lo prefiero dormido, así, por lo menos, nos evitamos la incomodidad.

Aproveché para ver el teléfono.

«Son casi las dos de la mañana, ¡Diablos! Y me pesan los ojos. Gracias al cielo es domingo, si no estaría en problemas

Le quité los auriculares y detuve la música. Ya no hay ruido alguno, así que no debe haber problema. Cuando mucho, puedo escuchar la respiración de Rosh y los crecientes latidos de mi corazón; espero que él no, seguro consideraría que es arritmia.

Me estoy empezando a colocar algo nervioso, no solo porque ahora puedo concentrarme en el hecho de que él está durmiendo abrazado a mí, en mi cama, los dos, solos, en la oscuridad, con su hermosa carita en mi pecho, sino también porque jamás pensé que ocurriría este evento y menos bajo estas circunstancias, eso, y que no sé qué voy a decirle cuando despierte. Carajo, esa va a ser una conversación incómoda, lo sé.

Esta Vida Mía [Borrador] [BL/COMEDIA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora