Prólogo

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Sábado, 2 de agosto de 1980.

-Oh, me siento mucho mejor ahora que se ha solucionado lo de la reordenación-, le dijo Lily a James a la mañana siguiente. -Nuestra casa está protegida con las bendiciones de Lammas, y muy pocos saben nuestro paradero. Odio que Harry tenga que estar tan encerrado, pero supongo que es lo suficientemente joven como para no darse cuenta. Tal vez debería estar más preocupado por ti-. se burló Lily.

-Lo sé, Lily-flor, a mí también me quita un peso de encima-. replicó James.  Sabía que estaban repitiendo las cosas que habían dicho la noche anterior después de que el Maestro de Salas se fuera, pero era un alivio tan grande ahora que las protecciones estaban levantadas. El pequeño Harry estaba protegido con la fuerza de los pabellones de Lammas, y todos estaban a salvo.

-Y sabes que te sentirás aún mejor después de esta noche-.

-¡Claro que sí, James!- replicó Lily con un toque de preocupación. -Sé que queremos y confiamos en nuestros amigos, pero todo ayuda. Estaba tan preocupada cuando Dumbledore nos dijo que podíamos ser un objetivo debido a la profecía- continuó, claramente preocupada, -pero ahora, con las protecciones de Lammas, me siento un poco más tranquila. Y me sentiré aún mejor cuando sepa que, en caso de que nos ocurra algo, ¡Harry seguirá estando protegido de ese loco!-, finalizó apasionadamente.

-Tienes razón, como siempre, Lily-flor- respondió James con una sonrisa tranquilizadora.

-Naturalmente-, dijo Lily, marchándose a preparar el desayuno.

Disfrutaron del desayuno y pasaron un día tranquilo jugando con el bebé, leyéndole, relajándose y disfrutando de la compañía del otro. Justo antes de la cena llegó Sirius para ver a su precioso ahijado. Pudo cogerlo en brazos y ver cómo intentaba sonreír. Había encontrado unos adorables peluches para Harry esa misma mañana y estaba emocionado por ver la reacción de Harry ante ellos. El grim, el ciervo, el lobo y la rata fueron presentados con muchas risas por parte de James y Lily, y se acurrucaron junto a Harry cuando se quedó dormido después de la cena.  Harry sólo tenía unos días, pero ya Sirius haría cualquier cosa por él, y por eso estaba en casa de los Potter esta noche. Realizarían un ritual, uno que no se hacía a menudo debido a la naturaleza extrema de los requisitos para la protección total. Las versiones menores de este ritual eran algo más comunes, pero seguían sin realizarse con regularidad debido a la naturaleza imprecisa de las amenazas. No se lo dijeron a nadie, y decidieron que era mejor así. Eran tiempos de guerra, y cuanto menos supiera la gente el tipo de protecciones que tenía el pequeño Harry, mejor.

Una vez que terminaron de comer y el crepúsculo comenzó a caer, su chimenea parpadeó en verde, alertando de la llegada de su último miembro.  Griphook, su duende jefe de cuentas vinculado, salió con paso firme de las llamas, quitándose el hollín al salir.

-Buenas noches-, dijo Griphook mientras observaba a los presentes.

-Que tu oro crezca siempre, Griphook-, respondió James.

-Y que sus enemigos sufran, Lord Potter. Como ha pedido, los acontecimientos de esta noche se han mantenido en el más estricto secreto. Nadie sabe que he venido aquí esta noche para realizar un ritual para usted-, declaró Griphook con brío.

-Le agradecemos su discreción-, respondió Lily. -James, Sirius y yo le agradecemos que haya aceptado ayudarnos en este asunto-.

-¿Están preparados?-.

-Sí-, respondieron los tres mágicos-.

-¿Conocen los requisitos para promulgar la protección de Sangre completa-.

-Sí-, respondieron de nuevo.

-Entonces comencemos-, dijo Griphook.  Habían determinado que la sala de estar era el corazón de esta casa y albergaba la mayor concentración de magia. Allí, Griphook distribuyó veintiún manojos de brezo blanco y hamamelis para formar un gran círculo ritual. Se utilizaron siete manojos para cada protector que participaba en el ritual, y representaban la protección y la magia a la que se recurría para el ritual. 

HARRY POTTER AND THE MAGIC OF BONDSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora