Capítulo 3: Hated Bonds

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Principios de octubre de 1987

Cansado.

Muy cansado.

Excesivamente cansado.

Así es como se siente Harry todo el tiempo. Sus parientes han aumentado las tareas ahora que tiene 7 años. Mientras que antes hacía parte del trabajo diario en la casa, ahora está haciendo todo el trabajo en la casa. Y está muy cansado.

Harry ha estado sentado fuera, al sol, arrancando malas hierbas durante al menos un par de horas desde que terminó el colegio. Habló un rato con la serpiente que vive bajo los rosales, pero el sol había empezado a ponerse y la serpiente volvió a su agujero donde hacía más calor. Habló con las últimas hortensias y dalias, que probablemente no durarán otra semana, pensó con tristeza, echando ya de menos sus brillantes colores. Y atendió a los primeros crisantemos, que ya estaban saliendo de sus pequeños brotes y floreciendo. No le respondían como las serpientes que iban y venían del jardín de la tía Petunia, pero la brisa hacía que sus brillantes flores le saludaran mientras el sol besaba sus bonitas caras, haciéndole sentir que comprendían sus problemas.

Tía Petunia finalmente lo llamó cuando el sol se había puesto por completo, y Harry estaba temblando de frío. Se miró la ropa para asegurarse de que no tenía suciedad u hojas que quitarse antes de entrar. No los tenía, lo cual le alegró, ya que sólo quería entrar donde hiciera calor, pero no sabía cómo, ya que había estado regando, desbrozando y podando durante al menos 4 horas. Había notado en la primavera que algunas de sus ropas parecían soportar su trabajo exterior mejor que otras. Podía pasar todo el día con algunas de sus prendas y no tenían ni una mota de suciedad o una mancha. No entendía cómo era posible, pero lo agradecía igualmente, ya que le facilitaba la tarea de lavar la ropa, al no tener que ponerla en remojo antes de lavarla.

Pero esta noche, aunque quería volver a entrar donde hacía calor, sabía que no sería una buena noche. No preveía cenar, y estaba bastante seguro de que acabaría encerrado en su armario antes de que todo terminara. 

Harry y Dudley habían regresado al colegio desde hacía unas semanas, y Dudley había impedido que Harry hiciera amigos... de nuevo. A sus profesores les seguía cayendo bien, pero seguía sin tener a nadie con quien salir. Por eso Dudley y sus amigos habían acorralado a Harry en el recreo y habían intentado pegarle y patearle varias veces. Harry se asustó, ya que sabía que Dudley podía golpear... con fuerza. Pero cuando se giró rápidamente para ver si podía escapar, se encontró con que no estaba mirando los cubos de basura y de reciclaje que había detrás del colegio, sino que se encontraba de pie en el tejado. Se acercó con cautela al borde, y miró hacia abajo, viendo a Dudley y a sus amigos hablando por encima de la profesora, que se había acercado a ver qué hacían todos detrás de la escuela. La bonita señorita Williams estaba muy confundida por la historia que los chicos le estaban contando sobre algo relacionado con el primo de Dudley, Harry, y cómo éste se había escondido junto a los cubos de basura y había desaparecido de repente. 

La señorita Williams se había preocupado y empezó a buscar a Harry, que había querido permanecer escondido hasta que el grupo de Dudley se marchara con la esperanza de que los Dursley no se enteraran de esta nueva cosa extraña que había hecho, cuando Piers Polkiss se dio cuenta de que los miraba desde arriba. Piers había señalado y gritado -¡Está ahí arriba, señorita Williams!- y ella se había sorprendido al verlo en el tejado.  Sobre todo porque el único acceso a la azotea desde el exterior estaba en el otro lado del edificio, y era imposible que hubiera llegado hasta allí sin que alguien lo viera. 

Después de servir la cena, de la que, como había sospechado, no tomó parte, y de limpiar cuando la familia terminó, el tío Vernon lo arrastró al salón.

HARRY POTTER AND THE MAGIC OF BONDSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora