HARRY POTTER AND THE MAGIC OF BONDS

Capítulo 37: Freeing Bonds

Noviembre de 1993

Y entonces la hermana pequeña de los gemelos había empezado a intentar hablar con Hadrian .

Pensó que había logrado sacudirse cualquier sentimiento positivo que Ginny pudiera haber albergado cuando no se había acercado a ella ni le había hablado después del incidente de la Cámara el año anterior. Pensó que había demostrado con éxito que no estaba interesado en ella. Pensó que su actitud fría la disuadiría.

Pero estaba claro que no sería así.

Los gemelos le trajeron la primera noticia del continuo enamoramiento de su hermana pequeña. Su madre le había contado a la niña historias sobre el "gran Harry Potter" desde que nació y le había hecho creer que ambos estaban destinados el uno al otro. Después de que Hadrian supuestamente la "rescatara" de la cámara, la cosa no había hecho más que empeorar. Los dos habían hecho todo lo posible por disuadir a su hermana durante el verano, incluso decirle que él no estaba interesado en hermanitas asquerosas, pero el continuo apoyo de Molly y su larga fundación anularon todos los esfuerzos de los gemelos.

Cuando Hadrian mencionó que la notaba aparecer al azar para hablarle, Hermione también intentó ayudar. Como ambos compartían casa y sus dormitorios estaban uno al lado del otro, la chica se encargó de hablar con Ginny. Pero todas sus sabias palabras sobre el libre albedrío, la elección, e incluso lo incómodo que la menor hacía sentir a Hadrian, cayeron en saco roto.  Ginny se mantuvo firme en su creencia de que Hadrian sólo necesitaba pasar tiempo con ella y entonces él también sabría que estaban hechos el uno para el otro.

Por suerte, los de segundo año no tenían muchos ratos libres, ya que aún tenían clases más largas en las que intentaban asentar toda la teoría necesaria para los años posteriores, y los pocos que tenían coincidían principalmente con los de tercero, que estaban en clase. En el descanso entre las clases y la cena y después de la cena y el toque de queda, Hadrian y sus amigos solían tener suficientes deberes, clases con los Slytherin y podían retirarse a sus dormitorios para escapar de las apariciones aleatorias de la chica pelirroja. 

Pero cuando simplemente no soportaba estar en el castillo, Hadrian a veces se escapaba al claro del thestral y a las ocasionales visitas con el grim al que llamaba Padfoot. Después de varias visitas, decidió buscar a Draco y pedirle su opinión sobre la criatura mágica. Las advertencias de su familia resonaban en su mente, pero el grim no le había hecho nada y había tenido oportunidades más que suficientes. Se preguntó si había piezas de la historia que los Malfoys se estaban perdiendo, y si Draco sería capaz de percibir algo ahora que manejaba mucho mejor su vista del aura.

Así que un viernes, después de comer, Hadrian tiró de Draco con él cuando salió cuidadosamente del colegio oculto bajo la capa de invisibilidad de su familia para asegurarse de que Ginny no pudiera seguirlo. Una vez ocultos tras los árboles, se quitó la capa y los dos chicos se dirigieron al claro. Como siempre, Hadrian  tenía algo de carne fresca para los animales, y guardó un filete y un muslo de pavo grande para el sombrío que esperaba ver.

No mucho después de su llegada, la criatura mágica saltó al espacio soleado, aullando alegremente. Se detuvo y miró atentamente al muchacho rubio, pero cuando Draco no hizo ningún movimiento hacia el animal, ni siquiera para coger su varita, la criatura avanzó lentamente. Y cuando Draco empezó a acariciar al enorme perro lobo, éste le sacó la lengua y se dejó caer como siempre hacía con Hadrian.

Los dos chicos intercambiaron una rápida mirada, pero se sentaron a hablar de las clases y de los entrenamientos de quidditch de Draco durante casi una hora. El grim devoró la comida ofrecida y continuó recostado contra sus piernas, compartiendo los encantos calentadores que los chicos tenían en toda su ropa de invierno.