Capítulo 17: Familiar Bonds

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Domingo, 23 de junio de 1991

Suspiro.

Hoy era el cumpleaños de Dudley. Hadrian nunca había perdido la costumbre de despertarse con el sol, que casi le habían inculcado durante su estancia anterior en esta casa, así que, aunque sus ventanas eran falsas y reflejaban el tiempo que hacía fuera, se despertaba con el sol. Se levantó, completó sus abluciones matutinas y salió de su baúl para esperar a que su tía lo "despertara" y lo liberara del armario.

Iba a la deriva en su paisaje mental, cortesía de la dedicada instrucción de Severus en Oclumancia durante los dos años anteriores en preparación para el contacto con Dumbledore, cuando la estridente voz de Petunia rasgó la tranquila quietud matutina y unos fuertes golpes en la puerta del armario lo sacaron de sus pensamientos.

-¡Arriba! ¡Arriba! ¡Arriba! ¡Es el día especial de Dudder! LEVÁNTATE!-, gritó, y un chasquido silencioso indicó que el armario se había abierto.

Hadrian volvió inmediatamente a su antiguo espacio mental y en voz baja dijo -Sí, tía Petunia-.

Se dirigió a la cocina y empezó a sacar ingredientes de la nevera para poder empezar el desayuno. Había seguido cocinando mientras estuvo en casa de los Malfoys y su repertorio de desayunos había aumentado. Se decidió por tostadas francesas sencillas y crepes con relleno de chocolate, sabiendo que a Dudley le gustarían las opciones dulces, beicon, huevos y tostadas para la sensibilidad normal de tío Vernon, y una ensalada de frutas variadas para tía Petunia, para que al menos hubiera algo sano en la mesa. Sirvió zumo de naranja, preparó café y té y tenía platos humeantes de comida esperando en la mesa cuando Dudley y Vernon bajaron.

Vernon le gruñó a Hadrian -¡Péinate!-. Sabía que era la queja preferida de Vernon cuando no encontraba otra cosa que menospreciar y sonrió para sus adentros.

Hadrian había cogido unos cuantos bocados de huevo, un trozo de beicon y una de las crepes mientras cocinaba ya que no había nadie más en la cocina, así que cuando Petunia le entregó un pequeño cuenco de fruta y le ordenó que se acercara a su taburete del rincón para desayunar no puso ninguna queja. Dejó que el sonido de la familia desayunando y de Dudley lloriqueando por la cantidad de regalos que le habían hecho lo invadieran hasta que oyó su nombre y la conversación que seguían manteniendo sobre qué hacer con él ese día, ya que la señora Figg se había roto una pierna la semana anterior. Hadrian tenía muchas ganas de hablar y decir que se quedaría en el armario, pero sabía que hablar sólo le valdría una paliza. Así que se sentó en silencio, esperando, mientras decidían que no le permitirían quedarse en casa ("Volaría la casa", había dicho Vernon con sorna), sino que iría con ellos y Piers Polkiss al zoo. Lavó obedientemente los platos después de terminar su fruta y se vistió con la ropa vieja de Dudley para la excursión, lanzando un sutil "no me notes" que haría que todo el mundo, excepto su familia, pasara por alto su presencia.

Dudley y Piers intentaron meterle en problemas durante el trayecto en coche, pero Hadrian se limitó a ignorarles y finalmente le dejaron en paz, sin poder hacerle enfadar. Cuando llegaron al zoo, los ojos de Dudley se fijaron en un carrito de helados y Vernon se alejó a trompicones para comprar un helado a la familia. No compró nada para Hadrian, y el encanto que éste había utilizado aseguró que nadie supiera realmente que estaba allí. Hadrian se apartó un poco, buscó en el bolsillo su bolsa de Gringotts y sacó un par de billetes muggles para comprarse agua, pues el día ya empezaba a ser caluroso. Siguió a los Dursley dentro y alrededor de las exhibiciones de animales e intentó, sobre todo, no estorbar.

Hasta que llegaron a la casa de los reptiles. Pudo oír el siseo de las serpientes en cuanto entraron en el lugar. La mayoría silbaban por cosas sin importancia, como el próximo ratón o la temperatura de sus lámparas de calor, y algunas dormían. Hadrian recorrió lentamente la sala, disfrutando del aire acondicionado y de la ausencia de gente en el edificio. Sintió un pequeño tirón y se detuvo ante una serpiente azul brillante particularmente bonita, con una franja blanca alrededor de las escamas azul más claro de su parte inferior, y leyó la tarjeta pegada a la pared

HARRY POTTER AND THE MAGIC OF BONDSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora