Capítulo 24.

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Han pasado 2 años y Adael estaba dirigiéndose solo hacia el Moby Dick. Sus subordinados y hermanos no sabían lo que tenía planeado pero entendían que necesitaba hacerlo solo.

Adael no quería tener que hacer esto. No quería romperle el corazón a su padre, pero en su última visita decidió que no podía esperar más. Vió cómo ese hombre tan imponente e inamobible, poco a poco decaía. Cada vez necesitaba más medicamentos, más enfermeras para cuidar de él y más métodos para alejar el dolor con la esperanza de que alguno funcionara y lo curara de esa. enfermedad.

Pero Adael sabía que nunca pasaría. Joder, incluso estaba empezando a perder el cabello. Por eso decidió que no esperaría más. No le importaba lo que tuviera que hacer, se pondría de rodillas de ser necesario para convencerlo de ver la verdadera cara de Teach.

Finalmente divisó el Moby, aunque todavía estaba algo lejos. Antes de que se acercase más envió un leve pulso de Haki del Conquistador a una persona en específico del barco. Era un truco que se le ocurrió a Law, que servía para llamar la atención de alguien sin alertar a los demás a su alrededor.

En poco tiempo, vió una gran ave fénix de brillante turquesa que se dirigía a su dirección. Cuando lo alcanzó y se transformó, el hombre rubio que salió de entre las llamas no dijo nada. Solo se dirigió directamente al marine y lo abrazó protectoramente  contra su pecho. Las diferencias de alturas no eran tantas, así que a pesar de que Adael tuvo que inclinarse un poco, aún les resultaba bastante cómodo a ambos.

Marco estaba preocupado. El peliplata no había dicho nada extraño en la llamada que les hizo hace tres días sobre su inminente visita, pero él conocía a su pareja. Algo lo molestaba, y pudo constatar con solo mirarlo a los ojos, que sea lo que sea que le pasara, era grave.

Pero no dijo nada. Solo dejó que el más joven se aferrarse a él y esperaba poder brindarle algo de consuelo. A pesar de la situación, una pequeña parte suya se sintió muy orgullosa. Su pequeño marine era alguien orgulloso y que acostumbraba a llevar todas las cargas solo. No se permitía apoyarse en nadie ni necesitar de nadie. De nadie, excepto de él. Solo él conocía al chico tierno y solo él tenía el privilegio de ser el único con el que el otro compartiera sus preocupaciones y temores.

Su familia, amigos y subordinados conocían a Adael como su protector, su hermano, su hijo, su amigo, su capitán... pero solo él, Marco, conocía por completo su corazón. A pesar de permanecer separados largos períodos de tiempo, con solo las cartas para comunicarse, nunca dudaron el uno del otro, nunca dejaron de quererse, nunca dejaron de confiar.

Así que esperó.

Adael estaba tranquilo. Al principio era un manojo de nervios. Llevaba una semana sin dormir bien, pero a pesar de que sabía que los que lo rodeaban lo querían y se preocupaban por él, no les contó nada. No porque no confiara en ellos, sino porque era su naturaleza intentar mantener a todos a salvo. Pero ahora, estando en los brazos del otro hombre, por primera vez en mucho tiempo, se sentía libre, seguro, sin presiones. Con Marco podía comportarse como lo que era, un hombre joven, centrado solo en el ahora y no en el mañana.

Es por eso que decidió que si había alguien en el mundo a quien podía contarle toda la verdad, ese era Marco. Así que después de un tiempo se separó, lo tomó de la mano, lo llevó a la habitación del pequeño barco en el que viajaba y se sentaron uno frente al otro. El rubio le tomó la mano y lo miró a los ojos con una ligera sonrisa para darle confianza.

Adael respiró profundo y habló. Le contó todo. Lo que pasó en su vida anterior, su encuentro con el fantasma de Roger, lo que pasó en esta vida y lo que sentía, sobre la situación, sobre su familia y sobre él. Cuando terminó no se atrevía a mirar al otro a los ojos y se obligó a continuar.

Sacrificando mi futuro, cambiaré su pasado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora