Capítulo 36

131 17 4
                                    

Era un hermoso y soleado día. Un cielo despejado, aves cantando, el sonido de las olas del mar golpeando la costa mientras cada persona continúa con sus quehaceres del día a día.

Y en un cuartel de la marina, podemos encontrar al Almirante de Flota, Sengoku, intentando por vigésimo quinta vez convencer a ese joven testarudo cambiar su decisión.

_ Señor, por favor no insista. Entrenar con el Vicealmirante Bellator es mi decisión final y no cambiaré de opinión -dijo pacientemente un joven vestido con traje y sombrero, a pesar de haber estado casi una hora repitiendo lo mismo.

_ Pero Lucci, por favor hazme caso. Existen mejores elecciones -dijo Sengoku. No pensaba rendirse -No quiero ni pensar en lo que será de tí hasta que vuelva a verte.

_ Esta es mi elección, señor. Por favor, confíe en mí -por primera vez en toda la conversación, Rob Lucci empezaba a mostrar algo de impaciencia, mientras acariciaba la cabeza de su paloma mascota, Hattori, intentando calmarse.

Qué diablos le pasaba al Almirante de Flota? Ni que se fuera a volver pirata o algo así.

_ Confío en tí, en quien no confío es en Adael -dijo el hombre - No lo conoces. Él es... Malvado. Insiste e insiste, hasta que se termina metiendo en tu cabeza, obligándote a hacer cosas que normalmente no harías. Y lo que es peor, nunca puedes saber cuándo ni cómo se le ocurrirá aparec..

Sengoku fue interrumpido en su apasionado discurso, del cual Lucci había ignorado más de la mitad, cuando la puerta de la oficina se abrió de forma bastante estruendosa.

_ BUENOS DÍAS CRIATURAS DEL SEÑOR, ESPERMAS GANADORES, PRODUCTOS FINALES DE LA PASIÓN SALVAJE DEL CONDÓN ROTO!!CÓMO AMANECIERON?!!

Precisamente.

Adael había entrado gritando a la oficina, como rey del mundo, mirando con burla al enojado marine.

_ Si van a hablar mal de mí avísenme. Sé cosas terribles que les podrían interesar.

_ Que acaso en la jungla salvaje donde creciste, no te enseñaron a tocar la puerta? -dijo el hombre, con los dientes apretados.

_ Así me tratas después de que vine a ayudarte? -dijo Adael con fingida indignación.

_ Ayudarme en Qué? Te mandé a llamar aquí porque soy tu superior y tú un subordinado. Entiéndelo ya. No puedes seguir con esta actitud. Un día voy a perder la paciencia y..

_ Entonces, tu eres ese muchacho Rob Lucci de quien tanto he oído hablar, cierto? -interrumpió Adael, mirando directamente a los ojos del más joven por primera vez desde que llegó.

Lucci le sostuvo la mirada con calma. Aunque solo él sabía que el sudor frío había comenzado a recorrer su espalda. Sintió como Hattori se tensaba levemente sobre su hombro, como si estuviera lista para alzar el vuelo en cualquier momento y la verdad, no la culpaba.

El hombre frente a él tenía una sonrisa amigable en su rostro y todo su cuerpo se encontraba relajado, pero Lucci no se dejó engañar.

Él era un depredador y como tal, tenía instintos muy superiores a un humano normal. Y ahora mismo, todos esos instintos le decían que retrocediera, que anduviera con cuidado y cautela. Porque por muy fuerte que fuera...el Alfa no era él.

Aún así, una pizca de emoción crecía cada vez más hasta el punto en que a duras penas pudo mantener bajo control la sonrisa que quería aparecer en sus labios.

No se había equivocado. Bellator D. Adael era muy, muy interesante.

_ Es un honor ser reconocido por el Vicealmirante más famoso del Gobierno Mundial -dijo con respeto -Efectivamente, mi nombre es Rob Lucci. Tal vez no lo sepa pero un reducido grupo de reclutas talentosos de todos los CP han sido elegidos para ser entrenados personalmente por oficiales de alto rango y me sentiría honrado de que me aceptara en su barco.

Sacrificando mi futuro, cambiaré su pasado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora