Capítulo 14.

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Los 2 meses restantes ambos chicos se volvieron incluso más unidos. Trabajaron muy duro, todas las mañanas y tardes se iban a correr por los alrededores del cuartel, realizaban ejercicios de fuerza, velocidad y felixibilidad además de practicar el mejorar sus reflejos.

Después de un mes y medio, Rocinante finalmente pudo aprender no solo Soru, sino también Tekkai, Geppo y Rankyaku. Al parecer ese era su límite pero ambos se encontraban satisfechos. Era un hecho bien conocido que el Roku-shiki no puede ser aprendido por cualquiera e incluso si aprendes, saber solo 2 ya se considera un gran logro. La cantidad de ataques que obtuvieras dependía no solo de tu propio talento, sino también de la habilidad de tu maestro para enseñarte.

En el medio mes restante se dedicaron a mejorar el uso de las técnicas que ya conocían. Además que Adael, estaba iniciando poco a poco a Rocinante, en los principios básicos del Haki. Si iba a enseñarle, entonces no lo haría a medias.

Ahora los dos amigos se encontraban charlando en su lugar habitual. Después de su primer encuentro, el claro del bosque se convirtió en cierto modo en su base.

_ QUE ACASO ESOS IMBÉCILES NO PUEDEN DEJARNOS EN PAZ? -un grito como ese hubiera enviado al más gallito a correr en la dirección opuesta.

A este punto, Rocinante ya estaba acostumbrado.

_ Vamos, ya sabes que no pueden evitarlo. Después de todo, todo el mundo sabe que eres el mejor de los candidatos..Eso sin contar tu relación con Garp -respondió con calma.

_ Ya lo sé. Pero es que ni siquiera se molestan en intentar ser amables. Simplemente creen que pueden ordenarme y que yo haré lo que dicen, como si fuera un perro? -objetó frustrado.

Rocinante iso una mueca. Eso era verdad. En la última semana el rumor de su entrenamiento ya había recorrido toda la base. No era que antes no supieran del entrenamiento de Adael, pero el que ahora le estuviera enseñando era otra cosa.

En la mente de la mayoría de los reclutas, si eras fuerte por tu cuenta estaba bien. Pero si te convertías en el maestro de alguien más, entonces ya era una ventaja injusta y debías enseñarles a todos. Algo estúpido pero cierto. Ya perdió la cuenta de la cantidad de chicos que vinieron a exigirle a Adael que los entrenara.

Idiotas. Su amigo nunca permitiría que le obligaran a hacer algo que no quisiera. E incluso si se lo pidieran amablemente, no era tan tonto como para mostrarles sus tácticas. Rocinante sonrió. Sabía que Adael lo entrenaba, porque lo consideraba su amigo. No sabía exactamente cómo pero de algún modo se ganó el cariño del otro chico y por su vida, nunca traicionaría esa confianza.

Las palabras del otro lo sacaron de sus pensamientos.

_ No intentes ponerles excusas, Rossi. Son unos completos idiotas. Dilo con todas las palabras que lleva. Ya me gustaría que Marco y los demás estuvieran aquí, a ver que tan valientes son después de eso -dijo Adael con satisfacción.

Rocinante reprimió la risa. Adael le había confiado el secreto de su familia. Al principio se sorprendió pero pasó muy rápido. Le encantaban las historias de las locuras que cometían. Adael le enseñó el código de las cartas que le escribían, por si acaso estas eran interceptadas. Al parecer el chico, les había contado sobre él, porque también comenzó a recibir algunos obsequios como ropa abrigada para el invierno, comida deliciosa y recuerdos de islas que los barbablanca visitaban. Incluso le mandaban cartas preguntándole cómo estaba, si comía bien, que no se pasara con los entrenamientos y que descansara bien.

Se sintió bien volver a contar con una familia. No se equivoquen, amaba a su hermano y a Sengoku, pero hace mucho que no tenía esta sensación de pertenencia.

Sacrificando mi futuro, cambiaré su pasado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora