Capítulo 35

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Chopper nunca había sido querido.

Desde que nació, siempre vió como los demás renos lo apartaban debido a su extraña nariz azul y su madre lo había alejado desde el momento en que dejó de necesitar de su leche para vérselas solo.

A pesar de nacer capacitado para sobrevivir al frío, no podía acurrucarse con las otras crías para sentir el calor y la comodidad de su familia en los meses más duros y debido a que fue destetado demasiado pronto era más pequeño y débil.

En las migraciones de su rebaño para buscar comida se quedaba retrasado al grupo y a veces tardaba varias horas en encontrarlos. Cuando daba con ellos no lo hechaban pero tampoco le daban la bienvenida. Si regresaba con vida, a nadie le importaría. Del mismo modo, si se perdía para siempre, nadie se preocuparía.

Desde luego, su madre no lo haría. La había visto con su nueva cría. Cuidándolo, alimentándolo y dándole todo el cariño y cuidado que nunca le dió a él.

Fue en una de sus búsquedas diarias de comida que encontró una fruta extraña. No dudó un segundo en comérsela y a pesar de sentir su terrible sabor, continuó hasta no dejar nada. Llevaba días sin probar alimento.

Pocos minutos después comenzó a sentirse extraño. Sus pensamientos se aclararon y además se encontró caminando sobre sus patas traseras.

Con su cabeza repentinamente clara, finalmente pudo darle sentido a todo lo sucedido en su corta vida, que antes no podía entender. Especialmente, el por qué su rebaño lo abandonó.

A pesar de todo, decidió regresar a su manada. Dándose una oportunidad más de ser recibido y aunque no tenía esperanzas o espectativas, todavía le dolió su rechazo.

Dolió mucho más que las heridas que le inflingió el líder para hecharlo.

Corrió lo más rápido que pudo.

Como un reno joven no podía recordar muchos sitios, pero con sus nuevas habilidades podía orientarse fácilmente en el bosque.

Recordaba especialmente, un lugar al pie de la montaña con criaturas que caminaban en dos piernas como él. Anteriormente había visto cómo los adultos siempre se mantenían alejados de ellos.

Esas criaturas eran peligrosas para su especie, eso lo sabía pero el ahora se parecía más a ellos que a su familia por lo que no deberían rechazarlo, cierto?

Siguiendo su instinto cambió su apariencia por una que se pareciera aún más a ellos y con el corazón lleno de la inocente confianza de la que sólo un niño era capaz, se mostró ante ellos.

Otra vez sus esperanzas fueron destrozadas. Nada más verlo comenzaron a gritar.

Monstruo?

Él no era un monstruo. Recordaba a las madres de esas criaturas de dos piernas hablándole a sus crías cuando caminaba una vez entre las casas al amparo de la oscuridad.

Los monstruos eran malos. Tenían colmillos y garras enormes como los lobos y les gustaba aterrorizar a todos.

Él no era así. No tenía colmillos ni garras y no quería asustarlos, quería que alguien lo ayudara a entender que estaba pasando y si era posible, que lo acogieran.

No quería pasar más inviernos solo, separado de los demás.

Entonces, aunque estaba asustado se acercó un poco más. Tal vez una vez que vieran que no tenía garras o colmillos verían que no era un monstruo.

De repente sintió un dolor horrible recorrerlo. Nunca había sentido tanto dolor en su vida. Se sostuvo el lado derecho y vió que sangraba.

Miró hacia arriba.

Sacrificando mi futuro, cambiaré su pasado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora