Capítulo 4.

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Adael comenzó a recorrer las calles de Longuetown de forma distraída, pero con su Haki de observación activo. Lo primero que tenía que hacer era conseguir un trabajo, aunque era más fácil decirlo que hacerlo.

Las personas no lo contratarían, principalmente por cómo lucía en estos momentos. La suciedad se podía quitar con un buen baño y podía tomar prestadas algunas ropas, pero el problema principal era por su constitución.

La desnutrición y heridas no erran un problema, no estaba seguro de si era un efecto secundario de los experimentos o simple genética, pero el hecho es que sanaba mucho más rápido que un humano común. El lío era que no fue sino hasta los 15 que se le desarrollaron los músculos. Mientras tanto su cuerpo era, por el momento, delgado. Parecía como si no pudiera hacer ningún trabajo extenuante, a pesar de ser más fuerte, veloz y resistente que muchos adultos.

Justo cuando se estaba comenzando a frustrar miró hacia arriba. Sentía como si hubiera recibido una señal del cielo...literalmente era un cartel colgado fuera de un establecimiento con el que estaba familiarizado y hacia el que había caminado de forma inconsciente: El Bar Gold Roger.

Cuando era Smoker, al atrapar a todos los piratas que merodeaban por aquí ocasionó sin querer la caída del negocio del viejo, ya que su clientela era en su mayoría piratas. En esta vida no planeaba hacer eso. Sería un marine lo suficientemente fuerte como para hacer lo que le viniera en gana. Ya estaba deseando que llegara el momento en que alcanzara un alto rango.

Oh~Sengoku querrá arrancarse la barba de puro estrés, se encargaría personalmente de ello. Y tal vez, solo tal vez, si tenía algo de suerte molestaría a Akainu lo suficiente como para que le dé un paro cardíaco.

En ese momento el bar estaba lleno hasta reventar, pero pudo colarse entre la gente e instalarse en una esquina discreta. Al menos ya no estaba impresentable. Había dado una última vuelta por ahí antes de entrar. En el transcurso de las últimas 2 horas había aprendido a controlar un gran chorro de agua, tardando solo 10 minutos más en dominar la intensidad.

No es que sea presumido pero...Si hay talento, hay talento. Luego solo tuvo que rob...cofcof tomar prestados un jabón y algunas ropas de una tienda de artículos diversos en la que la dueña estaba convenientemente ocupada intercambiando miradas con el tendero de al lado...así que técnicamente no fue su culpa. Si no quiere que le roben pues que vigile bien sus cosas.

Aunque a diferencia de lo que Adael creía, alguien se había percatado de su presencia.

Raoul había notado al chico nada más entrar. Al parecer intentaba ser lo más discreto posible pero no parecía darse cuenta del tipo de aura que desprendía. Se había hecho cargo de este bar durante años y vió todo tipo de personas. Algunos eran alegres e ignoraban felizmente los peligros que les aguardaban al cruzar la Montaña Inversa. Otros eran algo más cautelosos y precavidos pero que no tenían una fuerza de cuidado. También estaba el pequeño grupo de los que regresaban con sus sueños de gloria y fama destrozados al no tener lo suficiente para sobrevivir al Grand Line.

Y luego estaba el último grupo. Estos hombres componían la minoría de la multitud, pero nunca podrían pasar desapercibidos. Llevaban en sus cuerpos cicatrices que demostraban los combates de los que habían salido victoriosos y tenían cuerpos fuertes con músculos de acero forjados en batalla.

Este niño, a pesar de ser alto, no parecía excesivamente fuerte. Pero nadie que tuviera un instinto básico de supervivencia se metería con él a la ligera. El aura que rodeaba su cuerpo, estaba bañada en sangre. Con solo estar de pie inconscientemente imponía una especie de presión que parecía decir mantente lejos.

Sacrificando mi futuro, cambiaré su pasado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora