Capítulo 21.

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Un año completo desde que se despidieron de Sanji, Reiju y Zeff. Adael los había dejado con un programa completo de entrenamiento, eso además de la ayuda de Zeff, aseguraría que se volvieran bastante fuertes en el futuro. Lo bastante como para callarle la boca a esos payasos de sus hermanos y al imbécil de su padre.

Aunque por supuesto aún se enviaban bastantes cartas entre sí.

Ahora, nuestro protagonista se encontraba con su tripulación en la que debe ser una de las islas  más conocidas del Grand Line, Sabaody. Tenían una misión que les había detenido allí durante alrededor de una semana y se encontraban a punto de partir.

Hace a penas dos días salió en los periódicos del ataque a Tierra Santa llevado a cabo por Fisher Tiger y su tripulación. El propio Sengoku los llamó personalmente para darles las noticias, que fueron recibidas por gritos de alegría y risas por parte de todos...Sengoku no se lo tomó muy bien.

La misión no fue exactamente complicada pero les tomó algo más de tiempo para poder completarla con responsabilidad... No tubo nada que ver las partidas de póker con Crocus y Rayleigh, o el gran parque de diversiones, o que Adael fuera incapaz de negarse a los ojos de cachorro que pusieron todos los de la tripulación para poder quedarse un poco más.

Pero finalmente podían partir ya.

Se encontraban caminando hacia el barco cuando escucharon una conmoción. Se acercaron para ver, solo para quedarse paralizados. Se encontraba un grupo de personas alrededor de un gyojin encadenado en el suelo.

Adael lo reconoció. Era Arlong, el que se encargó de hacerle la vida un infierno a Nami. Apretó el puño. Debería darse la vuelta. Ese hombre no se merecía ningún tipo de ayuda.

Arlong se sentía más humillado que nunca antes. Tenía que encontrarse con su capitán unas islas después de pasar Saboady para poder seguir acompañando a algunos de los esclavos rescatados de Mary Goise, pero en el camino se encontró con una pequeña niña sirena que al parecer estaba a punto de ser subastada.

No pudo quedarse quieto y fue a ayudarla. Logró derrotar a los tipos que la retenían, pero rápidamente se unieron otros. Mientras corría tuvo tiempo de esconder a la chica mientras los distraía, pero en el proceso lo atraparon.

Ahora se encontraba arrodillado delante de esas personas, que se burlaban y lo miraban con asco a él y su raza.

Vió con impotencia cómo uno de ellos le acercaba un fierro al rojo vivo. Cerró los ojos para no ver cómo era marcado como si fuera un maldito animal por esos que tanto detestaba.

Todos los humanos eran iguales.

De repente una gran pulso de Haki del Conquistador se extendió entre la multitud, empujando a la gran mayoría e hiriendo gravemente a los que estaban atormentado al encadenado.

El gyojin abrió los ojos para ver cómo un grupo de personas se ponían enfrente de él, pero no parecía que fueran a hacerle daño, sino más bien..como si lo estuvieran protegiendo.

_ Tienen exactamente dos segundos para correr, si no quieren ver de lo que soy capaz -dijo el que parecía ser el líder, con una voz que le causo un escalofrío a los presentes.

Efectivamente la multitud no tardó mucho en disolverse. El grupo se giró entonces para encararlo y fue ahí que Arlong pudo verlos bien. Sin duda eran un grupo muy llamativo. Una chica de diecitantos a la que reconoció como la antigua niña demonio, Nico Robin, ahora conocida como Bellator D. Robin. Un chico de unos 13 o 14 años con un sombrero de manchas de leopardo. Un esqueleto, un esqueleto?...En fin...Un hombre alto y rubio con un extravagante abrigo de plumas negras, y finalmente, el líder.

Era un muchacho incluso más llamativo que los que lo acompañaban. Con un cabello gris-plata y esas aterradoras cicatrices en su cincelado pecho. Y también por sus ojos. No pudo dejar de verlos, hasta que sintió cómo lo desataban.

_ Qué hacen? -habló por primera vez. Completamente sorprendido.

_ Liberarte. Por cierto, mi nombre es Trafalgar D. Water Law, pero puedes llamarme simplemente Law -,respondió tranquilamente mientras le quitaba las cadenas.

- Pero por qué me liberaron a mí? Puedo atacarlos en cualquier momento.

_ No lo harás -respondió Adael tranquilamente - Te ayudamos, como mismo lo haríamos por cualquiera que estuviera en problemas. Tengamos o no la misma apariencia aún compartimos sentimientos y nuestra sangre sigue siendo roja. Con eso es más que suficiente.

Y era cierto. No importa lo que hizo en su otra vida. Nadie merecía llevar una vida de esclavitud. Además quizás aún estaba a tiempo de mostrarle que no debía culpar a todos los humanos por lo que le hicieron unos pocos.

Todos merecían la oportunidad de cambiar...menos Teach y Akainu pero ellos eran otra historia.

Arlong abrió los ojos en grande, mientras se frotaba las muñecas. Era la primera vez que escuchaba a un humano decir algo así. Y podía ver a simple vista que esas palabras, las decía de corazón.

_ Bueno -habló Robin -tenemos a alguien de confianza que puede llevar a esa pequeña a Isla Gyojin -dijo señalando el lugar donde se ocultaba la sirenita.

............

Ahora estaban otra vez en el barco. La pequeña estaba siendo transportada hacia Isla Gyojin por Rayleigh. Arlong solo aceptó ésto porque era bien sabido que el antiguo Rey de los Piratas fue un gran amigo y defensor de los gyojin.

_ Maldita sea!!Ya era hora de salir de ahí. Estaba más aburrido que una almeja -se quejó Adael.

_ Habla el que fue el primero en subirse a todos los juegos -rebatió Law.

_ Mira quien fue a hablar. El señorito " No me quiero ir hasta que no gane el primer premio en los juegos" -se burló el mayor.

_ No es cierto -se apresuró a quejarse el menor.

_ Que sí.

_ Que no.

_ Que sí!!!

_ Que no!!!

_ QUE SÍ!!

_ QUE NO!!

_ Quieren una segunda opinión? -preguntó tímidamente Rossi.

_ TU TE CALLAS/ TU TE CALLAS -le gritaron ambos.

_ Vamos, no te enojes Nii-san. Nosotros sabemos muy bien que no te dedicaste solo a los juegos mecánicos -comentó Robin -Después de todo, creo que Marco -Nii-san estuvo aquí hace unos 4 días, no es así, Brook?

_ Así es. Lo vi con mis propios ojos. Aunque yo no tengo ojos, Yohohoho -río Brook.

Todos se rieron de la cara roja y los balbuceos incoherentes del Vicealmirante intentando explicarse.

Arlong no pudo retener una pequeña sonrisa. Ellos se ofrecieron a llevarlo a la isla donde se reuniría con su tripulación y había aceptado. No sabía si fué porque lo rescataron o por las palabras del capitán, pero quería confiar en ellos.

En los días que siguieron, la opinión inicial de Arlong solo mejoró. No eran personas comunes. Podía ver claramente que todos se querían y apollaban entre sí y con los demás que no estaban con ellos, pero pertenecían a su familia.

Le hablaron sobre cómo se conocieron todos y también sobre las pequeñas travesuras que cometían, a veces, sólo para divertirse viendo cómo el Comandante General se tiraba de los pelos por puro estrés.

Comieron juntos e incluso le mostraron sus cosas favoritas o pasatiempos. Nadie lo miró con asco, miedo, odio o precaución. Lo trataron como si realmente fueran iguales, como si de verdad no existiera entre ellos nada más que una diferencia física, que al final no les resultaba tan importante. Fué la primera vez que se sintió aceptado y a gusto entre un grupo de humanos.

....

Tal vez, solo tal vez...su reina tuviera razón y en un futuro no muy lejano, los humanos y los gyojins estarían hombro con hombro, en hermandad.

Sacrificando mi futuro, cambiaré su pasado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora