Capítulo 3.

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Adael abrió los ojos solo para tener que cerrarlos casi inmediatamente debido al fuerte dolor de cabeza. Estuvo unos minutos sin moverse hasta que finalmente pasó.

Se sentó cuidadosamente y miró alrededor con cautela. Lo que vió fueron unas paredes de cartón viejo con un techo muy bajo. Ya tenía una leve sospecha sobre en dónde se encontraba. Al salir, se encontró a mitad de lo que parecía ser un callejón desierto. Cuando volteó y vió su refugio todas sus dudas quedaron resueltas.

Estaba en una de las calles más pobres de Longuetown. Si no se equivocaba en estos momentos acababa de cumplir los 13 y habían transcurrido unos 7 meses desde que fue rescatado de ese lugar. Durante ese tiempo se había escapado del sitio de recuperación donde fue dejado por los marines que lo encontraron desmayado en medio de aquella masacre.

Sobrevivió hasta los 15 viviendo en las calles, royendo basura y haciendo algunos trabajos ocasionales. Cuando pasaron 3 meses de cumplir los 16 se enteró que la Marina estaba reclutando gente e inmediatamente se inscribió. Hasta el día de hoy no sabía que lo había motivado a hacerlo. Tal vez era el débil recuerdo de su fallecida madre, o quizás el agradecimiento hacia aquellos hombres que lo sacaron de ese infierno. La cuestión es que lo hizo y así continuó viviendo.

Tardó un rato en poner en orden sus pensamientos. No había tiempo para eso, lo más importante ahora era comenzar a hacer planes. Debían faltar alrededor de 8 meses hasta la ejecución de Roger. Por supuesto, pensaba estar presente. Aunque ahora no lo supiera, el hombre le había concedido la oportunidad de forjar un mejor futuro para muchas personas.

Términó por salir del callejón. Tal y como lo recordaba, su salida daba directamente a una de las calles principales de la ciudad. Caminó con cuidado, en estos tiempos Longuetown era uno de los sitios con más tendencia criminal de todos los Blues.

Las personas que caminaban a su alrededor de vez en cuando le lanzaban miradas. No era de extrañar, estaba sucio, golpeado y con claros síntomas de desnutrición, además de su extraño cabello gris casi blanco heredado de su madre, así que por supuesto no pasaba desapercibido.

Pero había algo extraño. Tardó un momento en darse cuenta pero las miradas que le daban no eran de lástima, repugnancia o desprecio como en su vida pasada. Parecían curiosas, sorprendidas y en algunas ocasiones casi... maravilladas?

Extrañado se detuvo en el escaparate de una tienda luego de asegurase de que estaba cerrada. Tenía mucha experiencia con vendedores abusones que expulsaban a cualquiera con una apariencia poco presentable. Se aseguró de no tener a nadie mirándolo demasiado antes de observarse en el reflejo del cristal.

Lo primero en que se fijó fue en la ropa raída. No pudo evitar hacer una mueca de disgusto. Necesitaba encontrar un trabajo cuanto antes, aunque eso lo vería después. Luego miró el resto de su cuerpo. Tenía puestos algunos parches y vendas sucias, pero la piel expuesta estaba plagada de cicatrices.

Recordaba cómo obtuvo cada una de ellas. Algunos días las palizas y los experimentos eran tan brutales que los líquidos medicinales no fueron lo suficientemente fuertes para sanarlo. Sus ojos se oscurecieron al pensar en eso.

Un momento...sus ojos? Pero qué...

Con razón lo miraban así. Nunca había visto ojos como los que ahora eran suyos. Le recordaban un poco a ...la fruta que le dio Roger.

Esto tal vez se debía a algún extraño efecto secundario como pasa de vez en cuando con algunas de las frutas tipo logia. La Moku Moku por ejemplo, le tenía fumando dos puros todo el día. Menos mal que era de humo, de lo contrario hubiera muerto por cáncer de pulmón.

Sacrificando mi futuro, cambiaré su pasado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora