Gracias por cuidar de mi.

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Al llegar a los baños pude darme cuenta que la puerta principal había sido forzada, ya que una de las bisagras se encontraba rota. Al entrar al lugar me temí lo peor, pero para mala o buena suerte, no me encontré a nadie.

— ¿Jimin? — observé en todas direcciones, pero no había forma de que alguien se escondiera en uno de los cubículos. No había nadie, se habían ido.

Mi cuerpo estaba acelerado, mi pecho subía y bajaba con rapidez, aún así cerré mis ojos y me dediqué a analizar el cóctel de aromas que me rodeaban.

Descarté aromas de lobos que habían estado acá hace mucho, eliminé el olor característico de los baños masculinos y el tenue aroma de la vela aromática que siempre se encontraba encendida, la cual su única función era ocultar sin éxito el olor fétido de los deshechos. Cuando por fin ubiqué la esencia de Jimin, abrí mis ojos y de inmediato corrí, persiguiendo aquel rastro.

— ¡Hey, no corras! — me gritó un profesor con el que había chocado, sin embargo, no había tiempo que perder, simplemente lo ignoré y seguí mi camino.

El rastro de Jimin me llevó a un callejón entre dos edificios, a metros de distancia podía escuchar una pelea.

Me detuve de golpe al ver la espalda de un gran lobo negro, estaba rodeado de los cuerpos inconscientes de otros Alfas transformados.

— ¿Dónde está Jimin? — le pregunté, reconocería ese aroma fétido en dónde fuera.

TaeHyung giró su peluda cabeza, mirándome con sus característicos ojos negros.

El Alfa giró su cuerpo y se levantó a cuatro patas, mostrándome que tras él se encontraba un Jimin hecho bolita.

Me apresuré a arrodillarme frente a mi amigo, notando cómo su uniforme había sido rasgado y forzado.

Con mis manos temblorosas le tomé el rostro delicadamente, entonces él me miró. Un alivio inimaginable invadió mi cuerpo cuando hizo eso.

— Jung... Kook... —  susurró Jimin una vez me reconoció.

— ¿Estás bien? No te preocupes, ya estoy aquí... — no pude ocultar mis lágrimas, mi voz se hizo un hilo.

— Jungkook, quiero ir a casa... — me pidió, su cuerpo temblaba.

Asentí y lo cargué en mis brazos. Al darme media vuelta, me topé de frente con el lobo negro, quien veía mis movimientos atentamente.

— Gracias. —  le ofrecí, para después pasar de él.

Sin embargo, sabía que no me dejaría ir tan fácil. Él alzó su enorme cola, cortándome el paso.

Solo recibió unos rasguños. Pero habría terminado mucho peor si no hubiera estado aquí. Dijo lo evidente.

— Y ya te di las gracias. -— insistí, mi voz era relajada, pero mis feromonas no se encontraban del todo tranquilas.

Sabía que era lo que quería, pero no sé lo permitiría.

Tu cómo su mejor amigo debiste protegerlo. Comenzó, yo apreté mi agarré al uniforme de Jimin. Odiaba ese discurso. Pero no eres ni siquiera capaz de eso. Solo eres un estorbo.

Y de un salto desaparecido de mi camino, subiendo al segundo piso del edificio a mis espaldas.

Yo me quedé quieto por un par de segundos, tan solo temblando. Temblando de ira, de impotencia, de autodesprecio.

Observé el rostro de mi ángel, parecía que por fin había cedido al cansancio emocional y la adrenalina, perdiendo la conciencia. Suspiré un poco y me decidí por salir de este callejón manchado de sangre.

STIGMA ~•Un Beta defectuoso•~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora