Ojos amarillos.

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~Narrador omnisciente~

Su larga cola barría el polvo bajo sus patas, paciente, inmerso en la oscuridad que le rodeaba. Encadenado y solitario, esperaba dormido el momento perfecto.

De pronto, el silencio que le acompañó por años se detuvo, lo que lo hizo alzar sus orejas. Estás mismas extremidades revolotearon un poco al escuchar el latir de un corazón, no estaba acostumbrado a aquello que llamaban “ruido”.

Aquel palpitar era cada segundo más estruendoso. El animal alzó la cabeza, interesado cada vez más en lo que pasaba en el exterior; la sola acción tan simple de levantarse le provocó una contractura en la espalda, se vió obligado a sacudirse para deshacerse de la molestia.

El latido era ensordecedor, el ritmo era tal que hacia temblar el suelo bajo la bestia y sobre su cabeza brillaba una luz de misteriosa procedencia. Sus gruesos labios se alzaron en una tenue sonrisa, mostrando sus colmillos.

Todas sus sospechas se habían confirmado al ver aquella luz, jamás creyó estar vivo para ese momento dorado.

Sus enormes patas se movieron una tras otra, quebrando en pequeñas partes el suelo que le sostenía, seguía aquella luz que simbolizaba su salida. Mientras más se acercaba a ella, aquel latido se hacía más presente.

Cuando su sombra desapareció tras la luz, el latido se detuvo por completo.

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~Narra Jungkook~

¡Entró en paro! — escuché una voz distorsionada y lejana a mi alrededor.

— ¡Traigan la camilla, ahora  — ordenó una voz femenina pero demandante.

A partir de allí solo podía darme cuenta de lo que hacían con mi cuerpo, ya que sus voces eran tan confusas que no les entendía.

Sentía una presión constante y rítmica en el pecho, creo que me estaban reanimando.

Pero... ¿Por qué reanimarme? Me siento cómodo aquí, no siento dolor y mi cuerpo es ligero. ¿Realmente sería tan malo morir aquí?

— ¡20! — anunció una mujer a la par que la presión en mi pecho se detuvo.

Es bueno por fin conocerte. Escuché una voz gruesa cerca de mi oreja y de frente me pareció ver unos brillantes ojos amarillos. La presencia de esa entidad me fue tan repentina que mi cuerpo cobró la vida que estaba por perder, mis ojos se abrieron he inconsciente me levanté del suelo.

Comencé a toser, al alejar mi mano de mi boca me di cuenta que había escupido sangre. El dolor insoportable apareció en mi estómago, cosa que me hizo retorcerme.

— Acuéstate, vamos a llevarte al hospital más cercano. — me ordenó la paramédico.

Negué rotundamente a su propuesta.

— No... No, estoy bien... — insistí, queriendo tomar mi motocicleta he irme de aquí.

— Estás muy herido. Fuiste arrollado por un auto y tosiste sangre, podrias tener una hemorragia interna y si no te llevamos al... — comenzó a decirme, pero yo, aún con el dolor infernal, me levanté sobre mis dos pies.

— No autorizo que me lleven a ningún lado... — cubrí la herida abierta de mi estómago con una mano, mientras que con la otra hice todo lo posible para poner en pie a mi moto.

STIGMA ~•Un Beta defectuoso•~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora