LIBERTAD DEL AMOR

24. ¿LIBRE?

NICK CROWN

Enjuago mi rostro por última vez, cepillo mi cabello rubio y arreglo mi corbata negra. Una última vez miro al espejo y dejo atrás cualquier recuerdo de la noche anterior o cualquier tema relacionado con Atenea. Si bien estar con ella me hizo entender que necesito ser feliz, solo o con alguien, voy a cumplir lo que me prometí. Eso significaba enfrentar al tirano de mi padre, aunque me cueste decepcionar el legado familiar o perder todos los lujos a lo que estoy acostumbrado.

Cameron, como siempre vestido tan elegante esperándome en la puerta de la oficina de mi padre sin decir algo respecto a la noche anterior y Tomas del mismo modo. Estábamos los tres listos y preparados para el comunicado de nuestro padre.

El sonido del taco de su zapato de cuero, fue como el de un mismo personaje gore a punto de matar a su víctima. Carlos, traía una máscara que cubría todo el triángulo nasal por el fuerte golpe que le provoqué. Una huella clara que desde ahora en adelante ya no seré más su estúpido hijo sumiso al que siempre decía qué hacer o controlar como se le diera en gana. Sobre todo, que pase lo que pase jamás deberá insultar el nombre de la mujer que una vez amé y seguiré amando hasta que mi cuerpo se consuma.

-Qué bueno que los vea a los tres juntos unidos como los Crown que son. -mirándome fijamente. -Esto que ven aquí...

Mostrando la máscara en su rostro.

-No es más que un rasguño. -dijo con sarcasmo, - Sólo una prótesis facial para reubicar el tabique dislocado de mi nariz.

Mis hermanos no hicieron un comentario alguno, asimismo me puse más firme de lo que pretendía sin agachar la mirada y capaz de afrontar lo que esté por venir. Esta vez, será diferente.

-Pero sí es una muestra clara que durante todo este tiempo no fui un buen padre para mis hijos, pero sobre todo para Nick. -esos grisáceos ojos manipuladores nuevamente encima de los míos. -Hijo, perdóname.

-Y volvamos a ser los de antes.

Por un momento quise creerle, pero ya no existía un antes. Ese chico que le tenía miedo e incapaz de afrontar sus problemas, desapareció.

-Perdóname tú a mí. -carraspeo con fuerza, -No debí reaccionar así.

-Yo te perdono hijo. Ahora más que nunca trabajaremos como familia, nos enfocaremos en la empresa, uniremos alianzas...

-Pero eso no quiere decir que volveré a trabajar para ti.

-¿Disculpa? -el arrugado rostro se tornó confundido.

-Lo que escuchaste. Presentaré mi carta de renuncia a la empresa y terminaré con Iza.

Mi padre apenas intentaba asimilar lo que había dicho, así como también podía ver el asombro de Cameron hacia mi persona y la pequeña sonrisa de orgullo de Tomas.

-¡Ja, ja, ja! -de un momento a otro su única respuesta había sido lanzar fuertes carcajadas en el estudio como un mismo demente.

-¿No entiendo cuál es la risa? -continúo serio.

-La gran estupidez que estás diciendo. -se detuvo, -Si fueras más inteligente te darías cuenta que si eso pasa dejarás de existir para mí. Lo sabes, ¿No?

-¡Papá! -le interrumpió el menor.

-¡Cállate, Tom! -le gritó dejando atrás la falsa imagen del padre bueno.

-¡No le grites! -confrontándolo nuevamente.

-¡Tú haces eso y te juro que te arrepentirás toda tu miserable vida! -ordenó.

-Ya me arrepentí una vez al hacerte caso y no entregarme a la justicia. Yo iba ebrio esa noche, yo conducía ese auto, yo soy el único causante de la muerte de mi prometida y madre de mi hijo. Así que no, no me arrepentiré de nada.