17.FERIA

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ATENEA

El reloj marcaba las seis de la tarde, el anochecer del viernes iniciaba y mañana será mi cumpleaños. Para ser sincera es la primera vez que no sentía mucha emoción en una fecha tan importante, será porque estoy lejos de casa y mi familia no se encontraba cerca. Si bien no cuidaba a los niños los sábados, tampoco tenía planeado salir a ningún lado. Apenas le comenté a Caroline, pero al parecer no le tomó mucha importancia. Por otro lado, Harrison se encontraba tan ocupado en la universidad que seguro lo habrá olvidado así que iba ser la primera vez que iba a pasarlo sola, o bueno no tan sola porque tenía a los Wilson y los niños.

Hacía videollamada con Elena mientras preparaba unos wafles para cuando regresen los Wilson que habían salido al centro junto a sus hijos.

—Es el primer cumpleaños que no podremos estar juntas. —dijo entristecida Elena desde el otro lado, se encontraba almorzando. —¿Ya tienes pensado cómo la pasarás?

—Supongo que dormir todo el día. —vertiendo la masa en la waflera.

—¿Por qué no sales con Harrison? —sin duda mi amiga de la escuela no podrá estar conmigo, pero está enterada de todo lo que pasa por aquí. Eso es consecuencia de las recurrentes videollamadas que realizamos.

—Está ocupado en la universidad. —mirando hacia la ventana. Quedándome quieta al ver a Nick caminando de la compañía de Iza. De pie frente a un automóvil negro reluciente. Al parecer estaban conversando antes de despedirse.

—¡Atenea! —chilló Elena. —¡Hazme caso!

—¿Qué pasa? —enfocándome en la cámara.

—¿A quién veías por la ventana? —curioseando.

—Es que pasó el británico. —dije entre dientes.

—¡El principito! —emocionada. —¡Quiero verlo!

—Está con su enamorada.

—¡No! ¡Qué pena!

—¡Atenea! —chilló como una niña pequeña.

Volteo la cámara y lo enfoco a través de la ventana de la cocina. Elena ordenaba que aumentara la calidad del zoom, lo que no sabía es que hacía lo mejor posible no sólo para que pueda ver a Nick conversando con Iza en la puerta del carro oscuro. Sino para que no me vieran, camuflándome entre las pequeñas cortinas lo mejor que puedo.

—¡Está guapísimo! —gritó de repente. —¡Principito, aquí está tu belleza latina!

Intento tranquilizar a la descabellada de Elena, sin hacerme caso, trato de bajar el volumen del móvil resbalándose hacia afuera de la ventana.

Caray, tenía que pasarme de nuevo.

Había lanzado una palabrota por el susto, no percatándome que la pareja había volteado a verme. La chica apenas entendía lo que sucedía, retractándose en ese rostro de pocos amigos, pero no podía decir lo mismo del rubio que delineaba una sonrisa en su rostro.

—Buenas tardes vecinos. —saludo con disimulo mostrando una sonrisa de diente a diente y así no puedan notar mis ganas de salir corriendo. Nick levantó la mano como respuesta a mi saludo y la chica apenas asintió con la cabeza. Salí de prisa, a pesar que estaba avergonzada por la tontería que había hecho por culpa de Elena. Ahora tenía que encontrar mi celular que cayó entre los pequeños arbustos. Metía mi mano entre las pequeñas hojas violáceas, sintiendo sólo el césped, busco con desespero hasta que unos gritos por parte de Elena me guiaron a un pequeño hueco de tierra donde se encontraba muy al fondo.

—¿Se te perdió algo? —quedé pasmada mirando a mi amiga que se encontraba aún en línea, ambas nos quedamos en silencio. Quería esconder el celular, sin embargo, Elena rápidamente escribió por mensaje que no cortara la llamada y tratara de enfocarlo con disimulo, aquello que no hice bien hace un rato.

LIBERTAD DEL AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora