61. PERÚ (PARTE III)

17 0 0
                                    

Pasaron quince días desde que llegamos al país de la peruanita. Días de mucho sol, playa y arena en las ciudades del norte, tardes con los mejores ponientes que he podido presenciar en el famoso oasis ubicado en el suroeste del Perú. Una ciudad embellecida por hermosas dunas de arena que se elevan hasta cien metros de altura y con una laguna cristalina de por medio notándose desde lo más alto la bonita ciudad de Huacachina. Simplemente no me quería ir del Oasis donde celebramos un mes más juntos, estar allí es no querer desaprovechar la oportunidad de estos hermosos paisajes. Una experiencia inolvidable para ambos. Así también, las noches en Barranco en la capital Lima. Un barrio bohemio lleno de arte y mucha cultura, sus calles estrechas y empedradas combinaba tan bien con la arquitectura colonial y ni qué decir esa vista que le acompañaba frente al océano pacífico. Días, tardes y noches que sin duda he disfrutado a lado de mi peruanita. Solo faltaba visitar dos ciudades más y este viaje terminaría. Todo transcurría como lo había planificado, pero nada es perfecto en esta vida ya que no contaba que mi panorama estaba a punto de cambiar, al pisar tierras incaicas.

Cuzco, Perú.

Continuaba nuestra travesía, ahora nos encontrábamos en la sierra central de este bello país. Un paisaje completamente distinto, adornado de montañas y animales mamíferos de la zona como las famosas llamas luciendo como algodones de azúcar muy acariciables. Una arquitectura con estilos incaicos y coloniales; con construcciones autóctonas a base de grandes piedras una sobre sí. Por otro lado, no se sentía mucho calor; todo lo contrario, un clima templado por el día, pero por las noches la temperatura bajaba los diez grados. Para ser honesto resultó soportable. Como británico que soy, estoy acostumbrado que el clima de este lado de Perú sea parte de la primavera en mi país.

Después de un largo día en el centro del cuzco llegamos al hotel que había reservado nuestro guía turístico. Monasterio, lugar donde junto a la peruanita pasaríamos los cuatro días restantes. Este sitio de descanso es uno de los mejores de la ciudad, la perfecta combinación del arte barroco y cultura, con pasillos donde resplandecía distintas obras de arte históricas junto a las suaves notas de los instrumentos de aire que transmitía una música relajante. Un patio al aire libre donde podría contemplar a tejedoras de la zona cuyas vestimentas coloridas son las especialistas de los hilos en colores. Sin duda un refugio de paz que necesita un turista después de un largo día de excursión.

Tomamos asiento en una de las mesas que se encontraban en el centro del patio alumbrando por arcos de luces formando una espectacular iluminación bajo el cielo oscuro estrellado. Un hombre se nos acercó para atendernos, pedimos dos tazas calientes de cacao y pan dulce. Mientras esperábamos, Atenea no dejaba de conversar lo maravilloso que será conocer el día de mañana, Machu Picchu. Según comenta, en su viaje de promoción de la secundaria vino con sus compañeros una semana antes de terminar la escuela. Por más que quería concentrarme; mi atención hacia ella no estaba del todo presente. Mi vista deambulaba en las otras personas que se encontraban cercas, entre peruanos y extranjeros al igual que yo. Mis pensamientos se encontraban aún en las noticias de Inglaterra, que vi por el internet al llegar aquí. El atentado que se produjo frente a la fiscalía de la nación donde falleció un hombre cuyo nombre fue Marcus Ly.

Ese suceso levantó mi sospecha que el sujeto haya podido estar relacionado con el caso de Calvin, al ver a mi hermano en algunas fotografías donde intentó salvarlo después que esa camioneta explotara.

—Nick ¿estás bien? —me preguntó preocupada la peruanita al traernos nuestro pedido y ni siquiera darme cuenta. Vuelvo a la realidad luego de percatarme como no dejaba de analizar cada gesto de mi rostro. Bebo un poco de la taza de cacao que para decir verdad fue el mejor chocolate caliente que he probado y limpio mis labios.

—Todo bien. —miento seguro, no iba a causar problemas durante este viaje. Solo quería disfrutar del lugar, de la compañía de mi peruanita y de este delicioso taza de chocolate.

LIBERTAD DEL AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora