—No dejo de contemplar la manera cómo miras el acuario. —dejó escapar una risita graciosa combinada con asombro. Pasado la celebración de mi cumpleaños, Nick me propuso ser su acompañante a un breve recorrido por algunos lugares de Kensington que desconocía y que mejor lugar uno que no había visitado, el acuario más famoso de la ciudad. Ahora estaba comenzando a pensar si es que fue correcto decirle a Nick que nunca había asistido a uno.
—Gracias por burlarte. —sin dejar mi admiración por el túnel donde estábamos, rodeados de cristales y con variedades de pececillos nadando encima de nosotros.
—Atenea, solo es una bromita. —me sonrió, —Lo último que me gustaría es despertar una guerra entre tú y Poseidón.
Señaló hacia la estatua más grande de Poseidón junto a su magnífico tridente que se encontraban adornando en uno de los acuarios.
— Cuenta la leyenda griega, al finalizar la guerra entre ellos dos, los ciudadanos escogieron a la diosa Atenea como su patrona.
—Le consideraban su luz, capaz de iluminar las noches más frías.
Nick dio pasos al costado mío para reposarse en el muro de piedras.
—¿Recuerdas la noche donde todos me buscaban y tú me encontraste? —con su mirada fija en los pececillos payasos que nadaban en círculos.
—Lo recuerdo. —volteo despacio para verle.
—Tú fuiste esa luz.
Siempre fui de la idea que las personas que aparentan ser fuertes y de condiciones altamente estables no podrían tener problemas. Es más, le creía imposible hasta que conocí a Nick Crown. No resistí en ponerme en su lugar por todo lo que ha vivido y sigue viviendo, el otro lado de la moneda con la historia de Heather donde algunos medios informativos lo pintan como el causante de su muerte. Pero si realmente lo fuese, ¿por qué lloraría de la manera como lo hizo conmigo? A tal punto de no aguantar las lágrimas y acompañarlo en su dolor. Nick no solo amó a Heather como cualquier hombre enamorado podría llegar amar a su musa, sino que además iban a tener un hijo. Ahora entendía, su manera tan cariñosa con los niños si tan solo todo fuese distinto, ese ángel tuviera entre dos o tres años y aseguraría que Nick hubiera sido un buen padre. Sin embargo, aquí estaba, recostado sobre mi hombro lamentando ese trágico suceso que le arrebató a los dos amores de su vida. Quedándose aún en el recuerdo de esa noche y que difícilmente pueda escapar.
—Lo siento no debí ponerme así. —se separó de mí limpiando con mesura su rostro.
—Tranquilo. —le tomé suavemente del rostro, —Recuerda siempre que puedes encontrar una luz por más oscura esté la noche.
—Puedo verla.
Nos quedamos mirando en silencio, ni siquiera podía decir algo respecto a lo último. Esos ojitos azulados y la fina línea que separaban nuestros rostros no me ayudaban a pensar con claridad. De mi interior nacía un sentimiento de querer darle un pequeño beso, pero las circunstancias que sucedían en estos momentos me lo impedían. Con discreción me alejé un poco de Nick, no quería malograr este momento con un acto que ni siquiera es correcto más aún él teniendo una enamorada.
—Creo que debería irme. —se escuchó un poco avergonzado, —Gracias por todo peruanita.
—Espera. —le detuve en la puerta de mi habitación, —¿Dónde vas?
—A cualquier lugar que no sea mi casa.
—Quédate. —mi voz de súplica le sorprendió, no quería que se vaya, no en ese estado. No podía dejarlo. —Por favor.

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LIBERTAD DEL AMOR
Novela Juvenil[Drama/Romance] [Concluido][Booktrailer disponible] Todos en algún momento hemos escuchado sobre agencias de trabajos en el extranjero. Au Pair, es un claro ejemplo de eso. La famosa agencia de niñeras, que se encargan de brindar el servicio de cuid...