57. PERÚ (PARTE I)

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Perú, un país mágico en todas sus letras. Una costa, sierra y selva cautivadora. Capaz de hacerte viajar por miles años atrás con tan solo una visita y sentirte satisfecho de una travesía inimaginable por la cultura de sus maravillosos lugares. Cada rincón de este país es único y rico en historia destacando sus monumentos, arquitectura y su naturaleza mixta. Con un radiante sol y un mar cristalino en la costa, montañas con hermosos nevados en su sierra y la increíble Amazonía de su selva. Tres diferentes ecosistemas en un solo país. Era como juntar tres países europeos y aun así no conseguir esos paisajes tan hermosos que te da cuando visitas, Perú.

La odisea inició maravillosamente bien, una travesía de más de diez horas de trayecto de continente a continente. La compañía de Atenea a mi lado resultó indispensable en este viaje; mi idea de visitar este país no lo hubiera imaginado sin la peruanita. Tantos lugares alrededor del mundo que he podido conocer hasta en mis 25 años, sin darle la oportunidad a Sudamérica me alegraba mucho el hecho de que Perú sea el primer país que visitaba.

Tumbes, Perú.

Aterrizamos la madrugada del viernes a la ciudad más pequeña del territorio peruano, así lo indicó Enea cuando nos dirigíamos al hotel que nos íbamos hospedar. El cambio tan radical del clima, fue algo muy notorio. Llegar de Inglaterra con temperaturas bajo cero a un lugar donde el aire es sumamente caliente y los rayos del sol muy acentuados por la misma estación. Lo que más llamaba mi atención eran las carreteras hasta llegar a nuestro destino, las vías que se situaban en las inmensas lomas en el cual se podía observar desde lo más alto el inmenso mar del pacífico y el olor de la rica brisa que hace mucho no acariciaba mi rostro resultando ser muy relajante.

Llegamos al hotel donde nos quedaríamos tres noches antes de ir a la ciudad de la peruanita que estaba a cuatro horas en el jet. Había organizado tan bien este viaje con ayuda de una agencia que me recomendó ir en orden con respecto a las ciudades por lo que iríamos de norte a sur y por último hacia el este donde se encontraba la Amazonía peruana. Bajamos del bus del hotel el cual nos había recogido en el aeropuerto para finalmente nos traigan al hermoso lugar. El guía turístico no se equivocó cuando nos recomendó este lugar de hospedaje, el hotel Royal Decameron un destino que lo tenía todo en un solo lugar; un servicio excelente, una comida deliciosa y una variedad de actividades para todos los gustos. Lo que más llamó mi atención las inmensas piscinas todas conectadas en uno mismo, el espacioso comedor donde te podías servir una gran variedad de comida peruana y mi habitación que compartiría con Atenea sin duda tan grande con vista al mar.

—Te has quedado impactado desde que llegamos a Perú. —comentó al acercarse a la terraza de la habitación donde me encontraba.

—Viviría aquí toda la vida. —sin dejar de contemplar el hermoso paisaje que se visualizaba desde nuestra habitación.

—Lo mismo pensé la primera vez que vine aquí cuando cumplí quince años.

—¿Ya conocías este lugar? —volteo a verla.

—Sí, vine con mis papás por mi cumpleaños.

—Qué casualidad que ahora el destino te haya traído nuevamente, pero conmigo. —acercando mi mano con la suya. No me había percatado que habían pasado varios segundos sin dejar de ver a mi peruanita vestida aún con la ropa que había viajado, ese buzo que estaba seguro que podría quitarle la ropa de un solo saco por el sofocante calor que se sentía en este lado del Perú. Poder imaginármela en ropa de verano o en un bikini realmente deseaba verla en esos momentos.

—¿Por qué me miras así? ¿Estoy despeinada? —se volteó para arreglarse ese hermoso cabello negro.

—Estás muy hermosa. —le acerqué hacia mí para que me mirara. Sus labios muy cerca de los míos mientras le acomodaban el mechón de cabello detrás de su oreja. Y antes que diga una palabra, me acerqué a darle un beso. Sus labios de Atenea son tan hermosos con esa forma arco de cupido, carnosos y húmedos realmente me fascinaba besarlos poder sentirlos con los míos. Mientras que en Inglaterra esa parte de su cuerpo me hacía dar un poco de calor aquí en Perú desencadenaba el freno de mis deseos más insaciables.

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