Capítulo Veinte

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EVA

-Es muy placentero que acabes adentro de mi. -Digo sobre sus labios, agotada, pero satisfecha.

Realmente se siente delicioso, y como somos de diferente especie, puede terminar en mi interior las veces que quiera, no hay riesgos de embarazo.

Entre las doncellas del reino, hay un tópico de conversación cuando estamos en intimidad, para que nadie pueda oírnos, y se trata de sexo. Ahí ellas cuentan algunas fantasías, y también ciertos detalles de la relación con sus maridos.

Entre ellas mencionan el sexo oral, no suelen hacerlo si ellos no están dispuestos a devolverles el favor. En este caso, él ya me lo hizo, si no lo hago sería una ingrata, y una princesa no puede darse ese lujo.

Lo acuesto en la cama, beso su boca, y se me ocurre un recorrido que pondré en práctica. Mis labios caminan por su cuello, bajan a los pectorales y saborean todo su tórax, hasta llegar a la entrepierna.

-¿Qué vas a hacer princesa? -Pregunta pícaro.

-Ya veraz. -Respondo con una sonrisa traviesa.

Tomo su miembro con la mano, el que está algo flácido por haber acabado hace un momento, veamos si puedo revertir su estado. Lamo todo el largo, oyendo un leve suspiro escapar de sus labios, estoy amando darle placer.

Veo sus testículos, parecen dos esferas, muy bonitas. Comienzo a lamerlas, mientras mi mano sube y baja por su largo, masturbándolo. Succiono una, después la otra, sintiendo como su polla se pone dura, lo que me indica que lo estoy haciendo bien.

Subo de nuevo a la punta con una lamida, es rica. Esta punta está bien gorda, y roja, perece un mazo, además brilla al estar lubricada, con solo verla así se me eriza la piel.

Me la meto en la boca, intentando no rosarla con los dientes, las chicas me dijeron que eso les molesta, que intente no hacerlo, otra recomendación fue que lo mire a los ojos, y eso hago, levanto mi vista, y lo veo, mientras mi boca sube y baja por su polla.

Él me sonríe, algo pícaro, supongo que disfruta de lo que ve, la imagen de mi boca tragando su polla mientras lo miro. Otro consejo fue que levante mi culo, para que puedan verlo, no parece mala idea.

Empino mi cola en lo alto, hasta se la muevo de un lado al otro, sin dejar de hacer mi mejor esfuerzo tragando su verga.

-Eva. -Dice en un jadeo, esto le agrada tanto como a mi, me excita su placer.

Empiezo a chuparlo con más energía y entusiasmo, quiero que esta polla me de su jugo. Me la llevaría hasta la garganta si pudiera, pero no logro hacerlo, es muy ancha.

Mi mandíbula presenta cierto dolor, pero no me importa. Erick, usa mi boca para tu placer.

-Eva, estoy cerca.

Qué gentil, las mujeres del castillo me decían que sus maridos no les avisaban, solo las sostenían de la nuca y eyaculaban cada gota lo más a adentro posible, él por lo menos avisa. No imaginé usar los consejos de mis confidentes con él, pero quien podría resistirse a semejante animal.

Tras un leve suspiro, él acaba en mi boca, deseo saborearlo, así que no aparto mi boca hasta que dejan de salir gotas. Al terminar la limpio con la lengua, ya que suelen chorrear, ese fue otro consejo.

El Destello y La SombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora