Capítulo Veintinueve

29 4 0
                                    

EVA

Mis ojos se abren por fin, para ser iluminados por la luz del sol, que invade el cuarto, de la misma manera que las dudas que crecen en mi mente. ¿Dónde estoy? Es una habitación muy lujosa, como las del castillo de mi padre, acaso estaré en… 

—Despertaste —resuena una voz—. Te estaba esperando.  

Dice alguien frente a mi. Un hombre anciano, con una pronunciada barba blanca. Su aspecto no es como lo pintan en Belford, ahí luce como un demonio de piel pálida, pero no me cabe duda que es él. Zar, el infame rey de Charmintong. 

—¿Qué es lo que quieres? —bramo enérgica, y mi cuerpo salta de la cama, mis ojos arden en llamas, junto con mis manos que se preparan para atacar. Se atrevió a venir sin su guardia real, ahora pagará las consecuencias de subestimarme.  

—Eva —dice como un susurro—. Te esperé por mucho tiempo. 
—¿Qué demonios quieres? No preguntaré otra  vez. —en mis manos resplandece la furia que me corroe, una palabra más y lo haré añicos. 
—Entiendo tu furia. Pero si te calmas te lo explicaré todo. 

Tendrá que explicárselo a mis rayos. Sentarme a dialogar con un hombre que extorsiona a un ogro para secuestrarme, y que además está en guerra con mi padre hace veinte años es algo absurdo, ni aunque estuviera demente.  

Ataco de inmediato, con la brava rapidez de un destello. Pero él recibe los rayos en sus manos, los concentra y los convierte en una simple chispa. No sabía que también es un mago. Y por lo que veo posee mucho mana.  

—Eva, no deseo pelear contigo. —me dice tras un suspiro, con una voz pacifica. 
—¿No? ¿Entonces por qué me secuestraste? ¿Por qué atacas a mi pueblo hace veinte años? ¿Por qué no nos dejas en paz? —mi garganta se estremece, entre gritos a toda voz. 
—Porque eres mi hija. 

… 

Sus palabras provocaron un fuerte eco en su interior, entrando por sus oídos y desmoronando todo su ser. 

—Estás loco. —responde—. Tengo un padre, y es Amato, el rey de Belford. 
—Amato te arrebató de mis brazos cuando apenas estabas en el vientre de tu madre. 
—No te atrevas a hablar mal de mi padre. 

EL cielo se oscurece, como una noche apocalíptica, iluminada por relámpagos de espanto, concentrándose sobre el palacio donde la princesa está cautiva. Eva provoca que una multitud de rayos asesinos escapen de sus manos, y viajen aleatoriamente por toda la habitación, de esta forma el rey no podrá prevenir el golpe.  

Sin embargo, él se mantiene impasible, mirando a los ojos furiosos de Eva. Uno tras otro, los rayos comienzan a impactar contra él, pero para la sorpresa de ella, su figura se disuelve, volviendose arena.  

Eva queda boquiabierta al identificar ese hechizo, de sustitución y de reemplazo. No cualquier mago podría hacerlo, requiere mucho mana y habilidad. Ni siquiera ella misma podría lograrlo. No imaginó que fuera un rival tan poderoso, capaz de asimilar la materia que lo rodea.

—Verdad plena, Eva. 

Dice su voz a metros de su espalda. Ella voltea enérgica y lo ve emerger desde el polvo y la arena, convirtiéndose en carne y hueso revestido de piel. 

—Sabes de lo que hablo. —dice de nuevo. 
—Verdad plena es un hechizo de magia vudú. —responde—. Lo usamos para interrogar a los prisioneros. Supongo que estarás sugiriendo que lo use en ti.  

Dice con el ceño fruncido, manteniendo la distancia entre ellos. La colera la indave, pero se dio cuenta que sus ataques son inútiles, sus poderes están en niveles completamente diferentes. 

—Así es. —responde—. Un hechizo que afecta a mi mente, impidiendo que pueda mentir. Si aun no te enseñaron a hacerlo, puedo mostrarte como… 
—No necesito que me muestres nada, conozco ese hechizo. —responde tajante.  
—Entonces tomaré asiento esperando hasta que menciones esas palabras y las utilices en mi. 

Él se sienta de forma tranquila, ignorando toda la tensión que cubre la atmosfera, dejando caer su cabeza, esperando a Eva, quien se acerca con confusión, y con espanto. Teme a la posibilidad que tienen sus palabras de ser reales Coloca sus manos trémulas a la altura de la cien del rey, y respira muy profundo, intentando apagar el incendio que la invade.  

—Por la habilidad de esta maga, la capacidad de mentir te es quitada. Tu lengua será usada como arma de verdad y de justicia, para desmentir a todos los males que nos aflijan, mi poder te condena. Ahora habla. 

De las manos de Eva emana un tenue rayo de luz, que toca la frente del rey. Ahora comenzará su relato. 

El Destello y La SombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora