Capítulo Ocho

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EVA

Dios, que grande era esa cosa, ¿cómo puede tener todo eso entre sus piernas, acaso no le pesa? ¿La de Clario será igual, o más grande? Nunca había visto un miembro, las doncellas y princesas del castillo debemos permanecer puras hasta la boda, que regla tan tonta, tan pronto me libere de este encierro cambiaré esa ley.

Ahora toca recorrer este castillo, no es tan grande como el de mi padre, pero quizá encuentre algo para matar al monstruo. Será difícil, es inmune a la magia, y los magos somos débiles cuerpo a cuerpo. Podría derrumbar el castillo, pero sería inútil, dudo matarlo con eso, y tendría que alejarme bastante para no ser victima de la explosión, y él no permitiría eso.

Podría envenenar su comida, si estas armaduras encantadas no estuvieran en cada rincón. Bueno, ya se me ocurrirá algo. Este lugar tiene al menos cuatro torres de vigilancia, ya es la cuarta con la que me topo. Muy bonitos marcos de ventana y … ah, ahí está él.

Cortando leña, mientras yo estoy aquí arriba, hace que manipular un hacha tan pesada parezca cosa de niños, la descarga con su fuerza y parte al leño en dos sin que lo vea venir. Su espalda se marca con cada uno de sus movimientos, y la adornan pequeñas gotas de sudor. ¿Por qué no dejo de mirarlo? Aunque podría hacer algo para molestarlo.

El Destello y La SombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora