Capítulo Treinta y Tres

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Eva y Eclipse abren los ojos y se encuentran en un lugar desconocido, rodeados de blanco, sin nada a la vista, más que sus caras repletas de desconcierto y silencio.

—Creo tener una idea de donde estamos. —dice Eva.
—Yo también, creo tener una, pero no estoy segura. —responde Eclipse.
—¿Qué es lo último que recuerdas? —pregunta Eva.
—Estábamos peleando, diezmando a las tropas con nuestro poder, hasta que de repente mi vista se tornó borrosa, y todo se oscureció.
—Exactamente lo mismo me pasó a mi… —hace una pausa, donde toma un gesto pensativo—. Creo que caímos en el hechizo llamado “mundo mental”.

Ambas sabían de lo que se trataba eso, tan poderosa como inevitable. El mago encierra las conciencias de sus adversarios en una pequeña habitación en su mente, siendo esta impenetrable y sin salida aparente.

—No imaginé que Zar era un hechicero tan poderoso .—menciona Eclipse.
—Yo tampoco pude preverlo. —responde Eva con cierta resignación—. Y no cuento con la habilidad mágica suficiente como para salir de aquí.
—Creo que hay una manera…
—¿Cuál?
—Como bien sabes, el mantra puede controlar la oscuridad de todo lo que nos rodea, incluso la oscuridad que mora en la mente del rey. Pero con eso no será suficiente para romper el hechizo, necesitaré ayuda de tu mana, con tu poder podríamos conectar nuestra conciencia atrapada, con nuestros cuerpos yacientes.

Eva solo lo piensa un momento, en el que mira sus pies, y luego vuelve a mirar a Eclipse.

—Es una locura. —dice—. Una hechicera y una bruja no pueden combinar su poder.
—Claro que pueden, pero les hacen creer que no, solo para excluirnos. —responde Eclipse.
—¿Cómo puedo creerte, tu trataste de matarme?
—Tu me atacaste en primer lugar.
—Claro, porque lastimaste a Erick.
—Porque entendía que era tu captor no tu… amigo. Fui contratada por tu padre, mi misión es llevarte sana y salva hasta Belford, y eso es lo que haré.

Eva toma otro segundo para mirar a su alrededor, realmente no tiene otra opción más que intentarlo, además Erick debe estar en serios problemas, peleando contra todo ese ejercito él solo.

—Está bien, lo haremos —dice luego de ese segundo que pareció eterno.
—No perdamos tiempo, dame tus manos —responde Eclipse, y sin esperar respuesta se acerca a ella, y las toma—. Ahora concéntrate.

Ambas cierran sus ojos, pegando casi frente con frente, Eva siente las manos de la bruja, no son como las de ella, suaves, sino que tiene algunos cayos, y hasta parecen resecas.

De pronto percibe como el mantra la rodea, haciendo surgir la oscuridad  de esa prisión mental, abre los ojos, y ve como todo lo blanco se desmorona, para dar paso a lo oscuro y lo cadavérico, un temblor se produce en su cuerpo, viendo como la oscuridad tomaba forma de grotescos seres, similares a demonios.

—No temas —le dice Eclipse—. No dejaré que la oscuridad te lastime, mi misión es protegerte.

Respira profundo, y no le queda más que refugiarse en sus palabras, para volver a concentrarse, conectándose con el mantra, haciendo que sus poderes se unifiquen, sintiendo como rompen en pedazos esa prisión.

—Tal vez te juzgue antes de tiempo. —dice Eva—. No olvidaré esto, pelearé a tu lado, hasta salir de aquí.

Tan pronto terminan esas palabras, sus conciencias salen fuera de ese espantoso hechizo. Lamentablemente era demasiado tarde para las dos. Cuando sus ojos se abren los soldados ya habían colocado los grilletes en sus muñecas.

—Suéltenme malditos —brama Eva, siendo inmovilizada por los soldados.

Intenta evocar sus poderes, pero es inútil, usaron piedra lunar para forjar esas cadenas, las que pueden inhibir el poder mágico, como la brujería. Y también son mucho más resistentes que cualquier tipo de piedra.

—Eva, Eva. —clama Erick, que lucha contra los soldados, a pesar de los grilletes y los golpes.
—Erick —brama ella de manera aguda, siendo llevada por los soldados, sin lograr poner algún tipo de resistencia.
—Llévenlos al calabozo. —vocifera el rey, mirando con el corazón partido como debe aprisionar a su hija después de haber peleado tanto por ella.

El futuro por ahora es incierto, y está por escribirse.

El Destello y La SombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora