Capítulo Catorce

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ERICK

Entro por el balcón, y dejo a la princesa en su lecho. Se ve calmada, supongo que no desea que la regañe como si de una niña se tratase, y yo tampoco quiero hacerlo.

—Erick —me dice— Tu brazo.

Está hinchado y rojo, ahora entiendo porque sentía una pequeña molestia desde que salimos del bosque. Fue el maso del Glorus, cuando me interpuse en su fatal camino. No necesito la falsa compasión de nadie, seguiré mi camino hacia la puerta.

Siento como sus dos manitos toman la mía, y ni siquiera la percibí acercarse. Volteo, y con su mirada tan tierna parece una niña, aunque me demostró que no lo era, tuvo mucho valor al enfrentarse así a esas bestias.

—Me salvaste la vida.
—También te secuestré.
—¿Por qué lo hiciste? —Se acerca a mi.— ¿Qué te ofreció el enemigo que es tan preciado para ti?
—¿Por qué piensas que te lo diré?
—Porque no soy tu enemiga. Habla conmigo.

Su mirada parece interpelarme y recorrer mi interior, como si fuera un libro abierto. Por qué debería contarle la verdad a esta joven, con eso no cambiaré su destino, aunque haré que me comprenda, quizá sea lo que busca, entenderme.

—Está bien, sabrás la verdad, por medio de mi propia boca.
—Por favor, siéntate en mi lecho, conmigo, necesitas descansar después de tal batalla que llevaste a cabo.

Aun sostiene mi mano, con sutileza, llevándome hasta su cama, donde tomo asiento, y me encuentro otra vez con su mirada. Esos ojos, tan redondos, marrones, y brillantes, que me están derritiendo el interior, avivando esa parte que creía perdida.

—Te lo contaré…

El Destello y La SombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora