Capítulo Cuarenta y Dos

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En la cocina la comida está servida. Erick ocupa la punta de la mesa, Eva a su derecha, quien apenas sostiene el tenedor, guardando una expresión de nerviosismo. Eclipse se encuentra en el lado izquierdo, con una gesto más pícaro ante la mirada de Eva.

—¿Todo bien? —pregunta Erick notando cierta tensión entre ellas.
Ambas asienten diciendo que si, pero sus miradas vuelven a chocarse, como si guardaran un secreto. Los sentimientos furtivos de Eva traen a su memoria, una y otra vez, aquel recuerdo; su mente navega entre el cálido vapor del agua hasta llegar a la bañera, ahí ve una vez más como Eclipse la besa en los labios, y luego se retira, envolviendo su figura en una toalla, mientras abre la puerta con una sonrisa traviesa.

Eva se quedó entonces en el agua tibia, jabón y con un lado de su persona que no sabía que existía. O más bien un portal, mostrando más dudas que certezas, como deseos. ¿Podrá acaso elevarla al clímax la piel de otra mujer?. Pero jamás engañaría a Erick bajo su propio techo, ¿él estaría dispuesto a consentir ese acto a través de una charla o lo sentiría como una brutal falta de respeto? ¿Qué tanto lo conoce para plantearle algo así? ¿Sería muy grave que escaparan del castillo y se entregaran al deseo bajo la luz de la luna y la sombra del bosque?

Estas, entre otras preguntas chocan en su cabeza, emergiendo así sus vacilaciones. Por otro lado, la comida de su plato se evapora, comió por inercia y para disimular que está bien. Al terminar la cena abraza los hombros de Erick, para encaminarse a la alcoba principal, acercándose a la primera noche que tendrán juntos como pareja.

Mientras sube, voltea un segundo para mirar a Eclipse. Aunque tiene dudas entiende que no es el momento para desatar esa pasión en su vida, ahora debe concentrarse en él.

Después de tantos pesares y tanta guerra, al fin estarán juntos, en la misma cama, sin ningún temor, nadie vendrá a buscarlos, no habrá ninguna fuerza intentando separarlos, sólo ellos dos, y una alcoba matrimonial. La puerta se cierra y ver la espalda de Erick una vez más hace que trague saliva. Él todavía no la tocó y está a punto de hacerla temblar.

Entonces voltea, y ella lo mira a los ojos, sintiendo que la tomaba con la mirada, se acerca para rodearlo con sus brazos, abriéndolos tanto como puede, provocando que sus labios choquen en un beso que los eleva hasta el infinito. En su boca disipa todas las dudas, y sólo puede pensar en él. La sube a upa, y ella sin demora enreda las piernas en su cintura, entre besos la lleva hasta la cama, donde la arroja como si no pesara.

La mira por un segundo, observando como sonríen esos labios inquisidores, pero tan pronto él se apoya en la cama ella lo detiene, poniendo su pie entre los pectorales fornidos del ogro, haciendo que se vea pequeño a comparación.

—Adora a tu princesa de pies a cabeza —le dice ella como un suspiro.

La respuesta de Erick es una sonrisa pícara, lleva ese pie a su boca, para darle dos besos húmedos, que siguieron camino hacia sus piernas, donde las recorre lentamente, aproximándose a su intimidad, disfrutando de la suavidad y del tacto que sólo su piel le puede dar.

—No, Erick...

Musita ella al verlo escabullirse debajo de su vestido. Abre bien sus piernas, para que tuviera la comodidad que necesita, de pronto un gemido abandona sus labios cuando siente el tacto de su lengua, él comienza a recorrerla como el tesoro que es, estimulando sus labios externos para que se abra como una flor, y lamer su clítoris como una dulce fruta.

Eva cierra los ojos y se entrega al placer, dejando escapar a todos los gemidos que asoman a su garganta, retorciendo su cuerpo del gozo.

—Erick, ya, por favor...

Él hace caso omiso a su voz entre cortada, y sigue disfrutando de su rico sabor, como de su aroma, jugando con su lengua, pegando toda su boca a su intimidad, terminando así cubierto por sus flujos, lo que para él es un néctar. Su vestido cae entonces, como también sus ropas, la miradas se conectan, y sin decir nada hay un desfile de poesías y prosas.

El Destello y La SombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora