El Destello y La Sombra

Capítulo Cuarenta

Eva y Erick se funden en un abrazo que parecía eterno, todos los miran, como si contemplaran una de las siete maravillas, supongo que el amor también es una maravilla y se ve todos los días.

Cuando sus cuerpos se separan miran a sus ojos, encontrando un mundo nuevo en la mirada del otro, para luego mirar a los demás. Erick la ayuda a levantarse del suelo y ella se sostiene de él para hacerlo.

—Hija... —murmura Amato intentando acercarse.

—No me toques —responde Eva tajante, corriendo la vista—. Erick, sácame de aquí.

—Eva —interviene Clario—. Sé que mis palabras llegan en momento inoportuno, pero creo que como tu prometido merezco una explicación, aun si decides dejarme en el silencio privándome de tu voz, sabré tomar eso como mi cárcel, mi prisión merecida por mi falta hacia la verdad.

Eva escucha atentamente cada palabra salida de la boca de su blanco caballero, aquel de reluciente estandarte. Se separa de Erick un momento para acercarse a él y mirarlo a los ojos.

—Clario —comienza—. Tomaré tus palabras como un tesoro y las guardaré en mi corazón, quiero que sepas que no tendré rencor hacia ti por lo ocurrido, de manera correcta o incorrecta sólo buscabas mi bien.

—En cuanto a nuestro compromiso —hace una pausa para tomar aire—. Mi corazón encontró un contra punto, no puedo negarme ni hacer oídos sordos a estos nuevos sentimientos en mi pecho, el corazón es quien manda en esta partida.

Con estas palabras algo se rompió en el corazón de Clario, su mirada se apartó de Eva para mirar el suelo, comenzando a enterrar así todas las esperanzas y planes que había imaginado con ella.

—Erick —dice Eva—. Es hora de irnos.

Él sólo asiente y se posiciona junto a ella, el clima estaba muy tenso como para decir alguna palabra o gesto demás.

—Eclipse —dice Eva—. ¿Te gustaría acompañarnos?

—Sería todo un honor ser aceptada en su morada —responde ella.

—¿Cómo puedo tolerar esto? —clama el rey rompiendo los cielos—. Te vas a vivir a un castillo en un bosque con un ogro y una bruja. ¿Qué demonios tienes pensado?

—Tienen nombre —responde Eva con un grito agudo—. Él se llama Erick y ella Eclipse. Una persona que miente, secuestra, asesina y engaña no tiene porque tolerar nada de lo que haga. Enciérrate en tu torre de ego y no salgas nunca de ahí.

Al finalizar estas palabras simplemente se marcha, caminando con una expresión furiosa, siendo seguida por Erick y Eclipse.

—¡Eva! —clama el rey con todo pulmón—. ¡Eva! ¡Eva! ¡Eva! ¡Eva...!

Ella se aleja hasta que sus gritos pierden fuerza y no se oyen, conteniendo sus lagrimas, dejando atrás a todo lo que alguna vez amó, como a su padre, su prometido, sus amigas y su reino. De pronto se detiene al pie de la escalera y los mira a los ojos, dándose cuenta que los estaba llevando casi a rastras.

—Conozco un pasadizo secreto que da a las afueras del reino —les dice Eva—. Usaremos eso para salir, si vamos por el pueblo puede que la gente intente atacarlos de nuevo. Síganme, estamos cerca.

—¿Es el pasadizo que usabas para salir y jugar en el jardín del reino? —pregunta Erick mientras caminan.

—Ese mismo —responde Eva—. Y no salía a jugar, salía a explorar.

—Te encontré oliendo flores —dice Erick.

—¿Y me veía bonita? —pregunta ella, con una sonrisa de lado.