Capítulo Veinticinco

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ERICK

Cuando mis ojos al fin se abren contemplan con dolor la claridad. La noche se marchó fugitiva, y el día hace que no dejó huellas de ella.

A duras penas intento recordar lo pasó aquí, mientras mis brazos, trémulos, hacen el titánico esfuerzo de levantarme del suelo. Con mareos, dolor de cabeza y de cuerpo, lo que había sido una tarea simple ayer, hoy es toda una batalla.

Al ver a los escombros yacer en el suelo, comienzo a recordar. Leves imágenes entran a mi mente, recuerdo que estaba parado en el balcón, hasta que fui interrumpido y atacado. Entonces…

—¡Eva!

Clamo desesperado. Pudieron habérsela llevado, o quizá algo peor. Siguiendo el rastro de destrucción y lucha, deduzco que Eva peleó contra mi atacante. Ella me defendió, y yo no estaba ahí para ayudarla.

Tomo un mazo, puede que aun haya peligro cerca. Me lanzo al bosque, a pesar de mi malestar, esa maldita de seguro me envenenó. Ahora logro recordar un poco más, cuando caía dormido dijo ser una bruja. ¿Acaso ese maldito rey me traicionó? También pudo haber sido enviada por el padre de Eva. Pero me da igual ahora, si algo le pasó a la princesa, será su fin.

Por lo que veo, la pelea siguió por el bosque. Hicieron llorar a la madre tierra. Todos los signos me guían hasta el final del bosque, donde solo siento su aroma perderse en el aire. Ella ya no estaba.

Mi nariz se arruga, ya que más olores llegan hasta mi olfato. Ya los había sentido, esa maldita mañana. Es el aroma de la guardia real del rey de Charmintong. Viendo las huellas en el suelo es fácil pensar que se la llevaron.

A partir de aquí ya no hay signos de lucha. Por ende, estaba inconsciente cuando la tomaron, o quizá esa maldita bruja le había quitado la vida.

Un grito de dolor y angustia abandona mi garganta. Mi mazo cae con ira contra el suelo, haciéndolo estremecer. No pude protegerla, ni siquiera pude pelear. Pero ahora voy a hacerlo, nadie podrá escaparse de mi ira.

Solo basta con un chiflido, para llamar al Relámpago Negro. Es el nombre que le puse a mi Phalmagor. Una criatura oscura, con el cuerpo similar al de un caballo, pero más veloz y audaz que cualquier corcel. Posee seis ojos teñidos de rojo en su cara y cuenta con el olfato de un lobo. También puede ser muy salvaje si se lo provoca. Son conocidos como los equinos del infierno.

Eva, te buscaré aunque tenga que ir hasta el fin del mundo. Y cuando te encuentre, no permitiré que nada te aparte de mis brazos.

El Destello y La SombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora