26. Ciudad Del Amor

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Habían pasado casi una semana juntas conviviendo día y noche en la casa de Juliana. Como cada mañana, el café envolvía el lugar con su característico aroma, olor que la morena adoraba, más cuando era Val quien le preparaba aquella bebida que tanto le gustaba.

Por petición de Valentina, habían llegado a un acuerdo de que sería ella quien prepararía el desayuno; nada muy sofisticado debido a su escasa destreza en la cocina, pero había que admitir que se esmeraba en satisfacer a su novia, misma que le aplaudía y alababa hasta el que le sirviera una taza de cereal.

- Buenos días, amor – saludó la castaña.

- Buenos días, cielo, ¿cómo dormiste? – preguntó Juls mientras se acercaba a ella para ayudarle a servir el desayuno – No me di cuenta en qué momento despertaste.

- Dormí muy bien! Siempre que despierto a tu lado mis mañanas son las mejores del mundo. No sé por qué, pero es que dormir contigo es tan placentero.

Juliana no pudo evitar sonreír, las palabras de amor que le daba Val generaban en ella un gran efecto, se sentía amada y deseada. Se pegó a su novia por la espalda y la tomó por la cintura, Valentina reaccionó dejando escapar un suspiro, relajó el cuerpo y colocó el plato que tenía en las manos sobre la mesa, finalmente se giró para quedar frente a la morena.

- Pienso igual, para mí no hay nada mejor que dormir y despertar al lado del amor de mi vida. – le dijo Juls.

- Aunque bueno, lo menos que hacemos es dormir – murmuró la castaña acercándose a sus labios.

- Eso no es verdad! Bueno sí, tal vez un poco, pero en mi defensa he de decir que tú eres quien provoca eso, más si te acuestas desnuda, eso me dificulta la tarea de dormir – susurró rozándole la boca.

- Mi amor, cualquiera que te escuche decir eso pensará que soy una pervertida que solo quiere pasar teniendo sexo contigo. – dijo entre risas.

- ¿Y no es así? Solo quieres pasar aprovechándote de este cuerpecito, y no te culpo, sé que soy irresistible.

- Eres un poco presumida, ¿lo sabías?

- Pero así me amas – afirmó Juliana con una enorme sonrisa logrando arrancar un suspiro de los labios de su novia.

- Sí, así te amo! Y te aclaro, no quiero pasar teniendo sexo contigo, sino pasar haciendo el amor, son cosas diferentes – comentó Val mientras le acariciaba la mejilla con una de sus manos.

- Tienes toda la razón! Tú y yo hacemos el amor, nos traslados juntas a un mundo en donde solo existimos nosotras, nadie más.

Juliana dijo esto último sobre los labios de Val, la vio cerrar los ojos y abrir levemente la boca, esa era una señal que la impulsó a besarla, aunque de igual manera lo hubiera hecha sin señal alguna. Cortó la poca distancia que quedaba entre ambas y con pasión besó a su novia, Val le rodeó el cuello con ambas manos, sintiendo como Juls se aferraba más a ella, envolviéndola por su cintura.

Sus besos eran como una droga para las dos, nunca eran suficientes. El aroma de sus cuerpos les encantaba, y la unión de sus bocas sabían cómo el mejor dulce del mundo, uno que cada vez se volvía más y más adictivo.

Valentina dejó escapar un pequeño gemido cuando sintió las manos de Juliana recorrerle el cuerpo. El roce de la yemas de sus dedos por la cadera y por sus nalgas la hicieron estremecer. La atrajo más hacia ella jalándola por el cuello, sus caricias la estaban quemando, necesitaba más, quería más de ella. Con pasión y lujuria devoró la boca de su novia, solo Juls era la única que le provocaba tantas cosas con una simple caricia y, solo entre sus brazos había descubierto lo que era tocar el cielo con las manos.

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