36. El costo de la distancia.

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Los primero días en Madrid habían sido muy difíciles para Valentina, por un lado sentía cierta emoción al estar de nuevo cerca de sus padres y en su departamento, pero luego se veía en ese lugar tan sola y le era imposible no llorar.

El día que llegó a la ciudad, Elena fue por ella al aeropuerto para luego llevarla a su departamento. No necesitó preguntarle mucho para saber en qué estado se encontraba su hija, bastó con verla a los ojos, esos ojos que mostraban que había llorado durante todo el vuelo.

- Estoy tan feliz de que estés oficialmente de regreso, pero también me duele verte así de triste y desanimada. – le dijo Elena.

- ¡Lo siento! Sé que lo ideal sería que estuviera feliz, pero no puedo expresar algo que no siento. ¿Sabes? Recuerdo el día que me marché a Galicia, lo hice con la intención de renovarme al cambiar de ambiente, quería cambiar y mejorar muchas cosas en mi vida para luego regresar acá siendo una Valentina nueva.

- Pero eres una Valentina nueva, mejor dicho, eres una Valentina mejorada. Muchas cosas cambiaron en tu vida y ha sido para bien, así que deberías de estar orgullosa de eso.

- Lo estoy, mamá! Claro que estoy orgullosa, pero mi regreso ha sido muy distinto al que tenía en mente... Me había imaginado regresando con una gran sonrisa, feliz de estar de nuevo en mi hogar, en mi trabajo, retomando mi vida con más entusiasmo, pero nada se siente como imaginé. Y es que claro, la Valentina de ese entonces lo menos que pensó es que se iba a encontrar allá a una tía de la que se enamoraría perdidamente, que esta mujer se convertiría en su novia y la persona con la que quiere pasar el resto de su vida.

- Pero hija mía, piensa justamente en eso, en las cosas positivas que te sucedieron allá. No solo te sirvió el viaje para cambiar y hacer una mejor versión de ti, sino que también el destino tenía para ti a ese gran regalo llamado Juliana; con ella has conocido lo que es el amor de verdad, te ha ayudado a ver la vida de diferente manera y es evidente que también quiere un futuro contigo. El hecho de que ahorita no estén juntas no significa que no lo volverán a estar, les queda mucho por compartir, pero primero deben de resolver algunas cosas.

- Lo sé, mamá! Créeme que sé todo eso, pero no es fácil... No llevo ni un puto día aquí y ya la estoy extrañando como no tienes idea.

- Para ella tampoco debe de ser fácil, pero ya verás, ambas lograrán superar todo esto. La distancia no será un problema para que sigan viviendo su amor y se continúen apoyando desde donde sea que estén. Ahora debes de concentrarte en lo que viene y en todos los proyectos que debes de cumplir.

- Mis proyectos... - suspiró – Mañana debo de estar en la agencia después de medio día y eso es algo que me genera mucha ansiedad.

- ¿Ansiedad por volver a trabajar o por alguien en específico? Sabes a quien me refiero.

- Sí me genera ansiedad el encontrarme con Luis; no por el hecho de que vaya a remover algo en mí, sino por como vaya a actuar conmigo luego de como terminaron las cosas.

- Ante todo debes de ser profesional e ignorar cualquier cosa que ese gilipollas vaya a hacer o decir. Ahí quien quedó mal ante todos fue él, tú continuaste con tu vida y estás mil veces mejor que antes.

- Gracias, mamá! Tus palabras siempre me hacen sentir mejor. Lo menos que quiero es que Luis vuelva a ser un problema en mi vida.

Después de compartir tiempo con su madre, Val descansó un poco mientras llegaba el momento de marcarle a Juliana. Esa noche  duró horas hablando por video llamada con ella y con Max; primero se encargó de leer con el niño un capítulo más de el Principito, y luego ya a solas con Juls lloró por todo lo que estaba sintiendo.

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