40. Un pacto para toda la vida.

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A Carlos apenas le había dado tiempo de llegar al entierro de Aurora, y tal acontecimiento incomodó a todos los ahí presentes. En cuanto Juliana lo vio, quiso impedirle que se acercara, quería ir y decirle en su cara que no tenía absolutamente nada que hacer ahí, pero la detuvo una pequeña mano que se aferró a la suya.

El miedo se instaló en el cuerpo de Max, así que por instinto se resguardó en la persona que más seguridad le brindaba; sabía que Juliana no permitiría que nada malo le pasara, que lo cuidaría ante cualquier daño que Carlos pudiera ocasionarle.

- Amor, no es el lugar ni el momento – le dijo Val colocándole una mano en el hombro.

- ¿Qué demonios hace él aquí? – preguntó Juliana bastante molesta para luego cargar a Max.

- Recuerda que sea como sea también es hijo de Aurora. Entiendo tu molestia porque igual me siento así, pero nada ganamos con decirle algo en estos momentos.

El evento continuó sin problemas, el descaro de Carlos fue tanto que hasta dio un discurso de despedida hacia su madre. No solo la presencia del él resultaba incómoda, sino que también la de Marcos quien lo estaba acompañando y quien no dejaba de ver a Valentina.

- ¿Estás bien? – le preguntó Juliana – Lo mejor es irnos, Max está muy inquieto y sé que tú tampoco estás cómoda con la presencia de ese tipo.

- Sí, amor! Lo mejor es irnos, todos necesitamos descansar. – respondió Val.

Las chicas fueron las primeras en retirarse y Carlos al ver eso decidió seguirlas.

- Hey, Juliana – le habló – Gracias por esto! Supongo que fuiste tú quien se encargó de todo lo del funeral de mi madre.

- ¿Disculpa? – Juls se dio la vuelta - ¿Tú me estás agradeciendo a mí? En primer lugar no me debes de agradecer nada porque esto lo hice por ella y no por ti, hice lo que tú no fuiste capaz, pero tranquilo, no te voy a cobrar por ello. En segundo lugar, ¿no crees que es mucho el descaro de tu parte aparecer justo hoy?

- Te guste o no, tengo más derecho de que estar aquí que tú. Al fin de cuentas regresé, tal y como mi madre quería.

- ¡Vaya gilipollas que eres! Tendremos que agradecerte el contar con tu presencia ya cuando tu madre ha fallecido? Debiste venir cuando aun estaba con vida, cuando tanto esperaba verte llegar para darte un abrazo.

- Si no vine antes es porque tuve otras cosas que hacer...

- Nada buenas, supongo! Con la compañía que tienes no se puede esperar nada bueno de ti.

- ¡Conmigo no te metas! – le dijo Marcos

- No dije nombres, pero si te queda el saco no es problema mío – le respondió Juliana.

- No tengo por qué darte explicaciones de lo que hago y mucho menos de con quién ando – habló de nuevo Carlos y luego se dirigió a Max- ¿Tú no me vas a saludar, hermanito?

- ¡Vámonos ya, Juls! – Val la tomó de la mano – No vale la pena.

Juliana le hizo caso a Valentina, no quería exponerla a ella y tampoco a Max. Se sentía física y mentalmente agotada como para perder el tiempo con un par de idiotas que no merecían ni un segundo de su atención.

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Carlos no perdió el tiempo, así que a primera hora del siguiente día se dirigió al Registro de la propiedad para ver cómo estaba la situación del terreno que estaba seguro le había heredado su madre. En un principio le hicieron saber que todo estaba en regla, no había nada que pusiera en riesgo dicha propiedad, así que lo siguiente que debía hacer era hablar con un abogado para hacer el reclamo respectivo. Buscó al Lic. Castellón, un abogado que en muchas ocasiones le había ayudado a Aurora y hasta le cobraba menos de lo normal, así que estaba seguro de que el hombre estaba al tanto de todo y que no se negaría a ayudarle.

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