30. Miedos

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Juliana sabía perfectamente que debía de ser honesta con Valentina, lo que menos necesitaba y quería era que su novia siguiera molesta con ella, pero es que no sabía ni por dónde empezar, no sabía cómo confesarle sus miedos si entre ellos existía uno relacionado con ella.

- Dime si vas a hablar conmigo, de lo contrario no me hagas perder más el tiempo - le dijo Val de manera tajante.

- Val es que...

- ¿Es que qué, Juliana? Dices que confías en mí pero no parece, ¿tanto te cuesta ser honesta con tu propia novia? Mira, no te voy a insistir, cuando te decidas me avisas. - iba a irse.

- No, espera! - Juls la detuvo - Yo... Yo seré honesta contigo, solo entiende que hay cosas que no son fáciles para mí - le extendió la mano - ¿Vamos?

Valentina la miró fijamente por unos segundos y luego le tomó la mano. Juntas se dirigieron hacia la sala para luego sentarse en el sofá una al lado de la otra.

- ¿Qué cosas no son fáciles para ti? - le preguntó Val - Imagino algunas, pero me gustaría escucharlas de tu boca.

- Una de ellas es la situación de Aurora - suspiró - esto de su enfermedad me ha removido muchas cosas, no solo porque me recuerda a todo lo que sucedió con mamá, sino también a lo mal que la pasé con eso, a lo mucho que me cambió la vida antes y luego de perder a quien era la persona más importante para mí. Luego está Max, para él no será fácil perder a su mamá, si para mí fue difícil, no puedo imaginar como será para él, es un bebé, bueno para mí lo es - se le escapó una lágrima - ¿No te parece curioso que ambos perdamos a nuestra madre por culpa de la misma enfermedad? - sonrió sin ganas - Claro que en mi caso fue a una edad en la que podía aceptar mejor las cosas, esto por decirlo de alguna manera porque aun es algo que no acepto del todo, es una herida con la que simplemente he aprendido a vivir, pero bueno, cuando todo sucedió yo no estaba sola, tenía a mi padre a pesar de que nuestra relación estaba fracturada.

- Compartían el mismo dolor - le dijo Val limpiándole las lágrimas - Lo normal es que en un momento como ese los dos se apoyaran a pesar de los problemas..

- Sí! Fue todo muy extraño... Como ya sabéis, la relación entre mis padres no estaba bien luego de que papá confesó su infidelidad, pero a pesar de eso y de todo lo que mamá sufrió al saber la verdad, él estuvo a su lado hasta el final y ella se lo permitió, quería que su familia estuviera junta al menos en lo que le quedaba de vida. Yo la complací con eso; frente a ella hacía como que estaba bien con papá, pero no era así y ella lo sabía, sin embrago, prefirió no decir nada.

- Imagino que a esas alturas no tenía sentido decir algo que más bien provocara alguna discusión. La entiendo muy bien...

- De los dos era yo quien fingía más - confesó con la voz entre cortada - Papá sí quería que estuviéramos bien, varias veces me pidió perdón, pero yo se lo negaba. Delante de mamá éramos una cosa, pero la realidad era otra. Cuando mamá murió, el hecho de tener a papá ahí a mi lado fue bueno, es decir, era mi papá, compartíamos el mismo dolor, yo lo amaba y lo necesitaba en un momento como ese y él estuvo ahí consolándome, pero en medio de todo esa situación estaba aquel sentimiento de rencor, de resentimiento y decepción. Terminé alejándome de él, con el tiempo nos fuimos alejando más.

- ¿Tú lo extrañabas?

- ¡Como no tienes idea! El detalle es que el orgullo no me permitía buscarlo, a lo mucho lo llamaba de vez en cuando, a veces ni sabía en donde estaba porque se la pasaba entre Madrid y Barcelona y en ocasiones llegó a salir del país. No sabía que estaba teniendo serios problemas con el alcohol y mucho menos que estaba enfermo. Fue difícil perderlo, fue difícil despedirme del hombre que más amaba en el mundo.

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